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SORAYA SÁENZ DE SANTAMARÍA | VICEPRESIDENTA, MINISTRA DE PRESIDENCIA Y PORTAVOZ | El Gobierno de Rajoy

Una política imprevista que ascendió a la sombra del líder

Carlos E. Cué

Llegó a la política por casualidad. Era una brillante abogada del Estado en León cuando envió su currículum a Paco Villar, recientemente fallecido, y entonces jefe de gabinete de Rajoy. A Villar le gustó y la llamó. Se fue en autobús a Madrid y él la fichó en el acto para el equipo del entonces ministro de Administraciones Públicas. Ni era del PP ni tenía trayectoria política. Algunos no descartan que hubiera votado al PSOE alguna vez. Pero era eficaz y discreta, dos cualidades muy apreciadas por Rajoy. Enseguida fue ascendiendo en la confianza del líder gracias a su especialidad: preparaba como nadie los papeles para "el jefe". Organizada, trabajadora y absolutamente fiel, es una auténtica creación política de Rajoy y Villar. Un apéndice del líder.

Gran organizadora, es una creación política de Rajoy y su jefe de gabinete
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Un Gobierno de amigos y fieles

En 2004, Rajoy acababa de ser elegido sucesor de Aznar. Apenas tenía fieles. No había marianistas. Había heredado casi todo de Aznar, también su estructura, su entorno. Casi todos los que le habían apoyado frente a Rodrigo Rato en la sucesión -Eduardo Zaplana, Carlos Aragonés- eran aznaristas de pura cepa. Rajoy decidió entonces incluir a Sáenz de Santamaría, una desconocida, en el puesto 18 de la candidatura de Madrid. Los resultados fueron malos. Peores de lo esperado. Nadie había contemplado la derrota. Ella no salió elegida. Pero se quedó a la espera y entró en el Congreso cuando Rodrigo Rato se fue a dirigir el Fondo Monetario Internacional y corrió la lista.

Rajoy empezó a dar muestras de que contaba con ella. En el Congreso de 2004, el primero en el que Rajoy ganaba poder, la colocó en la cúpula como secretaria de Política Autonómica. Estaba arriba, pero no en primera fila: nunca fue a las reuniones de maitines, donde se debatía la alta política del PP. Allí seguían habiendo trajes y corbatas: siete hombres, veteranos exministros, a los que se sumaba Alberto Ruiz Gallardón. Pero ella ascendía en la sombra. Siempre con eficacia, trabajo y discreción -y con muy poco perfil político, huyendo de los titulares y sobre todo de las polémicas, como había aprendido de su jefe- fue creciendo. Siempre a la sombra del líder, recorrió toda España para conocer el partido. Y se hizo respetar con su especialidad: los papeles y la asesoría discreta. La resolución de problemas.

Hasta que en 2008 Rajoy decidió romper con el aznarismo y la nombró su portavoz parlamentaria. Una mujer joven que se había casado por lo civil en Brasil y prometía y no juraba su cargo de diputada daba una imagen de modernidad opuesta al PP tradicional. "Todo el mundo tiene derecho a una oportunidad", dijo Rajoy el día que la nombró ante las miradas escépticas de los veteranos.

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Sin arriesgar casi nunca y sin mojarse pero con mucho trabajo -estudiaba a conciencia sus intervenciones de control al Gobierno- ha ido consolidando su buena imagen. Primero logró varios éxitos parlamentarios frente a María Teresa Fernández de la Vega, a la que desquiciaba con su estilo acusador. Poco a poco, los veteranos empezaron a asumir la realidad: ella tenía el poder en el Grupo y decidió ejercerlo. Eso sí, siempre con cautela para no pisar charcos, evitando preguntas comprometidas ante la prensa. Ahora, cuando acaba de ser madre, le llega el momento de la verdad. Nadie duda de su capacidad de trabajo y tesón. Pero aún no se ha puesto a prueba aún su nivel político en un Gobierno. Ahora tendrá el poder de verdad, no el de la oposición. Y mucho. Deberá ejercerlo en circunstancias difíciles y lidiar de nuevo con muchos veteranos. Es un reto enorme. Y esa es precisamente su especialidad.

SCIAMMARELLA

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