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Reportaje:Información privilegiada

Diez años de Corcóstegui y otros casos

El ejecutivo dejó el BSCH, y se llevó 108 millones; Ybarra y Uriarte fueron forzados a salir del BBVA... Los bancos vivieron entonces, como ahora las cajas, una metamorfosis

Miguel Ángel Noceda

Precisamente ahora que tanto jaleo hay con la reforma del sector financiero, incluido el control de sueldos, no deben pasar desapercibidas las efemérides que hace 10 años supusieron una revolución en el mundo de los bancos. Además del paso a una nueva fase en la evolución del sector, fue el paradigma de una etapa de efervescencia, tras la que salieron a la luz sueldos multimillonarios y algunas peleas mercantiles de calado que involucraron a los principales bancos españoles.

Se trata, por un lado, de la salida de Ángel Corcóstegui del entonces Banco Santander Central Hispano (BSCH), donde había ocupado durante tres años -desde la fusión entre el Central Hispano y el Santander el 15 de enero de 1999- el puesto de consejero delegado. Aquello ocurrió tras la junta general de accionistas del 9 de febrero de 2002 y ponía fin a un largo y larvado enfrentamiento entre rojos (Santander) y azules (BCH). Había tenido como precedente la salida de varios consejeros de este grupo y, antes, el abandono de José María Amusátegui el 15 de agosto de la copresidencia que compartía con Emilio Botín tras fracasar en su intento de que actuaran el Gobierno (entonces del PP) y el Banco de España (gobernaba Jaime Caruana) contra su par. Ganaron los rojos.

Corcóstegui, que se aseguró 108 millones de euros de indemnización (Amusátegui se había llevado 44), esperó a la junta para dar la espantada que venía rumiando desde hacía tiempo. La decisión no pilló por sorpresa a Botín, que apenas tardó en cerrar la crisis con el nombramiento de Alfredo Sáenz para cubrir la vacante, el ascenso de Francisco Luzón -acaba de dejar el banco con una indemnización de 60 millones- a la comisión ejecutiva y la incorporación de su hija Ana Patricia a la presidencia de Banesto que dejaba Sáenz, con lo que curaba la afrenta de haberla tenido que desterrar tras el sacrificio que hizo por el conflicto que supuso haber aparecido como futura heredera.

Pero semanas antes, el 18 de diciembre de 2001, ya se habían producido otros episodios como el abandono forzado de sus cargos de copresidente y consejero delegado del BBVA -fruto de la fusión del BBV y Argentaria el 19 de octubre de 1999- Emilio Ybarra y Pedro Luis Uriarte. Les acompañaron el director general Javier Echenique y el asesor legal, Mario Fernández, hoy presidente de BBK Bank. Luego se supo que existía un expediente del Banco de España (BE) en el que afloraban unos fondos de pensiones a nombre de los consejeros del BBV en un paraíso fiscal que no habían sido declarados. Ganó, contra pronóstico, Argentaria y su presidente, Francisco González, destituyó a los pocos meses a todos los consejeros del BBV, lo que armó un gran escándalo.

Para rematar, a principios de marzo los hermanos Valls destituían de su cargo de consejero delegado del Banco Popular a Fulgencio García Cuéllar. Ganaron los Valls, que pusieron en el cargo ejecutivo a Ángel Ron, un hombre de la casa que hoy ocupa la presidencia. Curiosamente, García Cuéllar fichó por el Pastor, que ahora ha acabado en el seno del Popular; pero él ya no está. El 20 de ese mes Jaime Botín, que ya había dejado la comisión ejecutiva del BSCH en enero, abandonaba la presidencia de Bankinter.

Fueron unos meses convulsos. Todo se precipitaba por las luchas internas. Pero significó la normalización de la banca, que había pasado de ocho grandes grupos a tres, y supuso la consolidación en el exterior, sobre todo en Latinoamérica, de Santander y BBVA. Aquellos bancos, junto con otros medianos -como el Sabadell, que merece mención aparte-, están llamados a jugar ahora un papel fundamental en la reforma, en la que las protagonistas han sido las cajas de ahorros, convertidas en bancos. El proceso, que se inició hace tres años con la integración de cajas (se pasó de 45 a 15) culminará con nuevas fusiones. El sector quedará en una decena de bancos y cajas frente a las 22 que hay en la actualidad.

Hoy Corcóstegui es consejero de Banca Cívica (fruto de la fusión de cuatro cajas) y llama la atención que en su época todo el mundo hablaba de la necesidad de reformar las cajas, pero nadie se atrevía a poner el cascabel al gato por el poder político. Los bancos pregonaban la necesidad de ajustar el gasto, mejorar los ingresos recurrentes y aumentar las provisiones. Es algo que suena a actual, por culpa de la exposición al ladrillo en años de euforia.

Guindos recorta el sueldo a su antiguo jefe

Es posible que Luis de Guindos haya querido dar un ejemplo de mano firme recortando el sueldo en Bankia de su antiguo jefe, Rodrigo Rato, cuando este era ministro de Economía. A cambio, la reforma financiera permite que la entidad pueda seguir por sí sola sin que ninguna de las grandes la engulla. Y también es posible que Guindos también esté preparando otro gesto de firmeza para la reforma laboral que previsiblemente se abordará la semana que viene. Dureza con todos. En todo caso, el recorte de sueldos afecta también a Novacaixagalicia, Unnim, Catalunya Caixa, en las que el Estado es accionista. A ejecutivos que fueron contratados (César González-Bueno en NCG; Francisco Verdú en Bankia...) para reflotarlas, tampoco les habrá hecho gracia.

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Sobre la firma

Miguel Ángel Noceda
Corresponsal económico de EL PAÍS, en el que cumple ya 32 años y fue redactor-jefe de Economía durante 13. Es autor de los libros Radiografía del Empresariado Español y La Economía de la Democracia, este junto a los exministros Solchaga, Solbes y De Guindos. Recibió el premio de Periodismo Económico de la Asociación de Periodistas Europeos.
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