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Francia y EE UU chocan en China por el yuan

Sarkozy aboga por acelerar el uso de la moneda china como divisa internacional.- Geithner replica que antes debe dejar de controlar su cambio

Por si el G-20 no tenía tarea por delante -comprobar el alcance de la reforma financiera, decidir qué hacer con los grandes bancos o cómo hacer frente a las consecuencias de un crecimiento desequilibrado, resucitar las negociaciones sobre comercio internacional-, el líder francés, Nicolas Sarkozy, ha decidido poner más deberes ahora que Francia preside el nuevo club de países avanzados y emergentes. Desde el inicio de la presidencia francesa, Sarkozy, ha dado prioridad a la reforma del sistema monetario internacional, con todos los parabienes de Pekín. La iniciativa, al ampliar el foco, resta presión sobre el Gobierno chino para que aprecie el yuan. Eso sí, en el primer foro de debate sobre la cuestión, en tierra china para más señas, EE UU ha optado por minimizar la propuesta francesa y ha retomado lo que considera esencial: China debe flexibilizar el tipo de cambio de su divisa.

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En la inauguración del seminario del G-20 sobre el sistema monetario internacional, en Nankín, Sarkozy ha abogado por fortalecer el uso internacional del yuan mediante su incorporación a la cesta de monedas (dólar, euro, libra esterlina y yen) que determina el valor de los Derechos Especiales de Giro (DEG). Estos DEG hacen la función de activo de reserva del Fondo Monetario Internacional. El FMI, mediante emisiones ordinarias o extraordinarias, adjudica derechos de giro a los países miembros en función del peso de su cuota en el Fondo. Esos derechos de giro puede intercambiarse luego por monedas fuertes (dólar, euro) a un tipo muy bajo, una via de auxilio para países (normalmente pobres o en desarrollo) con dificultades para hacerse con divisas por la debilidad de sus monedas.

El G-20 resucitó el uso de los derechos de giro al aprobar, en 2009, una emisión extraordinaria valorada en 180.000 millones de euros. Y de paso reactivó el viejo debate sobre los beneficios de una única divisa internacional, debate al que se ha agarrado ahora Sarkozy. La composición de la cesta de monedas que determina el valor de los derechos especiales de giro se revisa cada cinco años. Y no hay prevista otra actualización hasta 2015, un calendario que el líder francés instó a acelerar para debatir la inclusión del yuan.

En su alocución, Sarkozy pasó de puntillas sobre la necesidad de que China liberalice el control del tipo de cambio para permitir una revalorización del yuan, una recomendación explícita del G-20 (cuyos comunicados, eso sí, nunca nombran a China por su nombre). Todo lo contrario que Timothy Geithner, secretario del Tesoro de EE UU. Geithner empezó por lo obvio: en todas las monedas que forman la cesta de los DEG el tipo de cambio lo decide el mercado, no el Estado. Y no paró en barras: "El mayor problema que hay que solucionar en el sistema monetario internacional es el de las monedas artificialmente devaluadas. Y para eso no hace falta un nuevo tratado o una nueva institución global. Bastan decisiones nacionales".

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