Nueva protesta de los trabajadores de Astilleros de Sevilla
Los 26 obreros ligados a IZAR recibieron ayer la notificación las cartas de aviso de despido, efectivo el próximo 30 de septiembre
Tras una semana de encierro, los trabajadores de Astilleros de Sevilla han llevado a cabo hoy una nueva manifestación para protestar por el cierre de la factoría. La marcha ha salido, en torno a las diez de la mañana, de la glorieta de Blas Infante, donde está la Delegación de Economía, Innovación y Ciencia, hasta el Palacio de San Telmo, sede del Gobierno andaluz. Fuentes sindicales han explicado que han participado "varios centenares de personas", entre los trabajadores de astilleros y representantes sindicales de otras empresas de la industria sevillana, informa Europa Press.
Los 26 operarios ligados a IZAR recibieron ayer la carta en las que se les avisa del despido, efectivo el próximo 30 de septiembre, informa Cadena Ser. Sin embargo, estos trabajadores serán recolocados en otras factorías, como la de Puerto Real, tal y como establecía el acuerdo previo a la privatización en 2006. Tras esta movilización, los trabajadores seguirán con el encierro en la planta este fin de semana, donde prepararán las acciones que vayan a llevar a cabo con vistas a la próxima semana.
Los trabajadores lamentan que "no haya ninguna novedad" ni ningún anuncio de reunión ni por parte de la Junta ni por parte del administrador único "que ni siquiera aparece por la factoría".
El cierre de la factoría sevillana fue anunciado a los trabajadores el pasado 15 de septiembre en una reunión. En ella, los representantes de la Junta admitieron la imposibilidad de encontrar financiación para los 50 millones que precisan para culminar los dos barcos que aún están en construcción, que tenían que haberse entregado el pasado año y a los que la empresa ha terminado por renunciar.
Astilleros, que está en concurso de acreedores desde octubre del pasado año, precisaba de estos 50 millones con urgencia y de otros 120 más para cubrir sus necesidades. A esta demanda de liquidez se unen unas deudas de 75 millones de euros, un calado insuficiente del río para hacer grandes buques y una competencia imbatible de otras factorías en el mundo, capaces de construir mucho más barato, aunque con menos calidad, según los sindicatos.
