Dos de los cabecillas del 11-M

Las investigaciones dirigidas por el juez Juan Del Olmo apuntan a que Serhane Ben Abdelmajid Farkhet, El Tunecino, de 35 años, habría actuado como ideólogo del grupo que cometió los atentados del 11-M. El supuesto jefe de los terroristas que se inmolaron en Leganés fue quien supuestamente "concienció" a los demás para realizar los ataques como parte de una guerra santa. Del le atribuye a El Tunecino un papel muy importante en la matanza, ya que este individuo hizo "expresas manifestaciones" desde mediados del año 2003 sobre la preparación de una actuación violenta en España, y en concreto en Madrid, como parte de la yihad.

Serhane Ben Abdelmajid Farkhet vive en España desde 1996, y trabajaba en una inmobiliaria cercana a la mezquita del barrio madrileño de Tetuán. Según fuentes policiales, se radicalizó a raíz de los comunicados difundidos por organizaciones vinculadas a Al Qaeda, a mediados del año pasado, en contra de los países que, como España, tienen tropas en Irak. Desde ese momento, este hombre se dedicó a concienciar a otros islamistas en pequeñas mezquitas y casas de oración, utilizando a la vez vídeos y otros instrumentos para adoctrinar a esas personas en la yihad.

El alquiler de Chinchón

Según el juez Del Olmo, el marroquí Jamal Ahmidan, El Chino, de 33 años, utilizó un pasaporte belga falso a nombre de Youssef Ben Salah (supuestamente un ciudadano de origen egipcio) para facilitar el alquiler de la finca de Chinchón.

La casa, construida sin autorización al Ayuntamiento de Chinchón, dio refugio a parte del grupo terrorista hasta el 20 de marzo, una semana después de los atentados. El juez acusa a El Chino de estar "vinculado directamente a otros presuntos autores materiales de la colocación de los artefactos explosivos que estallaron en los trenes".