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Maragall reconoce que fue "una estupidez" bromear con la corona de espinas en Jerusalén

El presidente catalán ya pidió disculpas hace días a los obispos por la foto que hizo a Carod Rovira

El presidente de la Generalitat, Pasqual Maragall, ha reconocido hoy en el Parlamento catalán que fue una "estupidez" fotografiar en tono de broma al líder de ERC, Josep Lluis Carod Rovira, con una corona de espinas durante la visita que ambos realizaron a Jerusalén. Después de hacerse "absolutamente responsable" de lo sucedido, ha dicho que el prestigio de Cataluña fuera de España no depende de asuntos como éste.

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No es la primera vez que Maragall pide disculpas por esta polémica. Hace varios días se reunió con el arzobispo de Barcelona para lamentar cualquier ofensa que hubiera podido causar a la comunidad católica por la broma de la corona de espinas, un símbolo de la pasión de Jesucristo. La jerarquía eclesiástica española criticó abiertamente la actitud de Maragall y Carod Rovira, a los que acusó de mofarse de la simbología cristiana. Hoy ha hecho referencia a ese encuentro: "Yo ya he pedido excusas y las vuelvo a pedir y a pronunciar. Realmente fue una actitud que no venía a cuento de nada porque era, podríamos decir, una estupidez", ha resumido.

Con las declaraciones de hoy, el presidente catalán ha querido zanjar definitivamente ese asunto después de que la oposición en Cataluña, CiU y PP, atacaran durante los últimos días duramente al gobierno tripartito por estos hechos. Maragall ha contraatacado hoy acusándoles de intentar "rebajar el interés" de su viaje a Oriente Próximo, en el que, ha recordado, se entrevistó con "tres jefes de Estado" para promocionar la cumbre euromediterránea de Barcelona.

El presidente de CiU, Artur Mas, ha pedido a Maragall que haga una "reflexión personal sobre cómo debe ejercer la presidencia de la Generalitat". Por su parte, el presidente del PP catalán, Josep Piqué, ha cargado contra el jefe del ejecutivo autonómico, al que ha pedido que "baje de la estratosfera y vuelva al mundo real", porque "la política de proyección exterior es un desastre, se hace sin criterios, está llena de improvisaciones y no hay profesionalidad".

En ese mismo viaje oficial a Israel también surgió una agria polémica a cuenta de la ausencia de Carod Rovira en el homenaje al ex primer ministro israelí, Isaac Rabin, muerto en atentado, por no figurar en dicho acto la enseña catalana. La polémica fue a más cuando al día siguiente Margall y Carod participaron en una ofrenda floral en el Museo del Holocausto, donde rindieron tributo a las víctimas del nazismo con una corona de flores en las que no figuraba la bandera española y sí la catalana.

El presidente de la Generalitat, durante la sesión de control en el Parlamento catalán.
El presidente de la Generalitat, durante la sesión de control en el Parlamento catalán.EFE

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