_
_
_
_
_
Reportaje:Las secuelas del temporal

La vida a oscuras

180.000 hogares de 120 municipios, la mayoría de Girona, viven sin luz desde ayer a causa del temporal

A Carlos Peralta le pilló el apagón leyendo el diario. Salió a la calle, comprobó los plomos y, cuando vio que el fallo no era suyo, tiró de teléfono. "Llamé a todo el mundo, de aquí y de los pueblos de al lado", explica el hombre de 55 años. Sus conocidos estaban sin luz también. Entonces se dio cuenta de que la cosa era grave. Sant Feliu de Guíxols (Girona) lleva más de 24 horas a oscuras. Los 21.000 habitantes de la localidad costera están aprendiendo a vivir a la antigua: sin agua caliente, sin calefacción, sin vitrocerámica, sin televisión, sin teléfono fijo, sin Internet, sin nevera... Una situación similar afecta a 180.000 abonados de 120 municipios, la mayoría de Girona.

Más información
Al menos 54.000 hogares catalanes pasarán otra noche sin luz por los daños que dejó la nieve
Montilla visita la oficina de Endesa para pedir "un esfuerzo" especial para que se restablezca el servicio
Miles de usuarios seguirán hoy sin luz ni teléfono en Cataluña

Con resignación, Carlos desempolvó las velas y siguió leyendo el diario del domingo. El hombre se quedó atrapado en casa. "Tuve suerte de comprar dos barras de pan al mediodía", cuenta por su móvil. Comió, cenó y desayunó gracias a ese pan. Una manta le cobijó del frío y la radio a pilas le hizo compañía toda la tarde. El transistor le dio la terrible noticia: se había caído la línea de alta tensión que alimenta parte de la provincia gerundense. Para quitarse el frío del cuerpo, Carlos se metió en la cama a las nueve y media de la noche. En la calle, seguía nevando.

Hoy el cielo es de color azul intenso y luce sol. Pero el apagón continúa. "Mi cuñada me ha dejado un hornillo. No tiene demasiado gas, pero me vale para cocinar la carne, que se ha descongelado toda", explica Isabel Garrido, de 54 años. A ella le pilló el fundido a negro cuando miraba la televisión. Por la tarde se lo tomó mal. Ella y su marido se acostaron a las nueve de la noche, helados y cansados de leer con linterna. Esta mañana le ha buscado el lado positivo y ha bajado con un grupito de vecinos a ver el mar. Asomados a la baranda del paseo, han disfrutado del oleaje en una playa nevada.

La rambla se ha llenado de gente y un bar, el único abierto, ha hecho el agosto. "Con un hornillo han calentado la leche y nos han dado el café en sobre", explica Isabel. Aunque el cruasán estaba "congelado" e "incomestible", según sus propias palabras. El dependiente les ha cobrado con calculadora, papel y bolígrafo.

En Sant Feliu de Guíxols sólo se han duchado hoy los valientes. Y sólo comerán caliente los previsores con camping gas, barbacoa o similar. No es el caso de Sergio Martínez, de 34 años. El temporal le ha pillado hasta sin pañales para su hija de dos años. "Como no haya una gasolinera abierta para comprar algo, lo llevamos claro", se lamenta.

El pueblo está patas arriba. "La gente se va encontrar ramas caídas, hielo... Hay que ir con mucho cuidado si se quiere entrar a Sant Feliu", explica Pere Carreras, responsable de prensa del Ayuntamiento. Carreras está atrapado desde ayer en el municipio vecino de Palamós, también sin luz. Dosifica el uso de teléfono móvil para no quedarse sin batería. El Ayuntamiento ya ha avisado a los lugareños que se preparen para otra jornada más a oscuras. Red Eléctrica y Endesa aseguran que esta tarde volverá la luz. Ojalá el Consistorio se equivoque. Ojalá las eléctricas tengan razón.

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_