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Necrológica:
Perfil
Texto con interpretación sobre una persona, que incluye declaraciones

Hasta siempre, compañero y amigo

Nos hemos quedado huérfanos. Aragón ha perdido a uno de sus mejores hijos; todos los aragoneses y aragonesas, sin excepción, a uno de las personas que más hizo por la dignificación y la recuperación de las libertades del país. Y los aragonesistas, especialmente, al abuelo, al padre, al hermano mayor, al colega, al hombre que desde finales de los años sesenta supo despertar la conciencia aragonesista que yacía dormida y entroncarla con los movimientos aragonesistas anteriores a la guerra civil. Y todo eso lo hizo apenas sin proponérselo, sin voluntad de impartir doctrina, sin dogmatismos, sólo con su ejemplo y su conducta. Por eso le quería y le quiere gente de toda condición, no sólo sus correligionarios. Él sabía muy bien que la verdad no es patrimonio de nadie, huyó del sectarismo como de la peste y tuvo amistades de todas las ideologías y en todo el espectro político.

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A Labordeta nunca le gustó en realidad la práctica diaria de la política, pues él era ante todo un poeta, un escritor. Y para dar a conocer sus versos comenzó a musicarlos y se hizo cantante. Fue entonces la voz de Aragón, la voz del Aragón desheredado, preterido y olvidado. Estuvo siempre a la izquierda, apoyando a la izquierda, comprometido con ella, pero su corazón era aragonesista (como lo fue el de su padre don Miguel Labordeta Palacios) y por eso sólo tuvo dos partidos, los dos aragonesistas y de izquierdas: primero, el Partido Socialista de Aragón y, después, Chunta Aragonesista, donde militó desde los años noventa hasta su muerte. Y fue el mejor diputado aragonesista que Aragón pudo soñar, el hombre gracias al cual Aragón existió en el Parlamento de Madrid durante dos legislaturas, con un entusiasmo difícil de igualar. Todo un orgullo para los hombres y mujeres de CHA.

Escribió montones de libros, editó periódicos y revistas, grabó muchos discos, enseñó historia por los institutos de Aragón, hizo programas de televisión de gran éxito, recorrió Aragón y España cantando a su país, al amor y a la libertad, defendió la dignidad de los aragoneses y aragonesas en el Congreso..., hizo tantas cosas que es hoy imposible recordarlas todas. Pero pese a toda esa labor ingente, lo mejor de Labordeta estaba en sí mismo. Fue un buen hijo, un hermano ejemplar (nadie hizo más que él por mantener viva la memoria de su hermano, el poeta Miguel Labordeta), un marido enamorado y un gran padre y abuelo. Fue el mejor amigo, leal y generoso, humilde, sencillo y bondadoso. No conoció la envidia y nunca supo lo que era el rencor, por eso repartió afecto y lo recogió a manos llenas. Y, eso sí, tuvo un gran sentido del humor y fue, como buen aragonés, un somarda impenitente hasta el final.

José Antonio Labordeta ha sido uno de los aragoneses más importantes de todos los tiempos y un ejemplo permanente de amor y compromiso con el País. Ahora, sólo nos queda recordarlo siempre, imitar su ejemplo y mostrar al mundo el legítimo orgullo de que haya sido nuestro compañero y amigo.

Hasta siempre, José Antonio

Nieves Ibeas es presidenta de CHA

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