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“Ellas sí que saben”

Recopilamos algunas cartas al director de lectores de EL PAÍS que opinan sobre la actitud de la infanta Cristina o Ana Mato en sus declaraciones judiciales

EL ROTO

Saben el dinero que entra en sus casas cada mes; saben lo que ingresan ellas y sus parejas; calculan cuidadosamente lo que les va a costar el recibo del gas, de la luz y el agua; saben lo que pagan de gastos de comunidad y lo que pueden gastar cuando acuden a comprar la comida de cada día. Saben, casi al céntimo, lo que tendrán que abonar cuando hagan la declaración de la renta, lo que pagan por el IBI, lo que cuesta la bombona de butano, el bono bus; saben lo que cuestan los libros, el uniforme del colegio y la excursión de fin de curso. Y calculan si van a poder hacer frente a esos gastos. No son ilustrados miembros de casas reales, ni ministras, ni presidentas de Comunidades Autónomas, ni consejeras de Turismo, ni esposas de importantes tesoreros, pero saben lo que cuesta salir adelante cada día. Saben si van a poder, o no, enviar a sus hijos a la Universidad. Saben el sudor y el sacrificio que requiere vivir a diario. Ellas sí que saben. No les queda más remedio que saber.— Ángel Villegas Bravo (Madrid)

Últimamente estamos conociendo que las esposas de algunos españoles bien situados política, social y/o económicamente ni ven ni oyen. Cualquier día nos las encontraremos vendiendo el cupón de la ONCE.— Antonio Casero Martínez (Tenerife)

La sentencia del caso Nóos ha creado un precedente para que todos abogados defensores desde ahora puedan argumentar que los cónyuges “no recuerdan nada” o “no sabían lo que firmaban”. Entonces nada de entrar a la cárcel, alguna pequeña multa si acaso. Han creado jurisprudencia: barra libre.— Pablo Cavero García (Madrid)

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Con indignación asistimos por estos días a nuevas declaraciones en el marco del nefasto caso Gürtel. Como mujer, mi molestia es aún mayor frente a las declaraciones de ciertas personas del PP que se han visto involucradas, según arguyen, a raíz del comportamiento de sus maridos o exmaridos, que en su momento recibieron regalos y prebendas de la trama corrupta. Resulta imposible creer que estas mujeres no se enteraban de nada o que nada les llamara la atención. Ni siquiera cuando, un día cualquiera, sus esposos llegaban con nuevos coches de alta gama, propuestas de viajes inesperados u organizaban celebraciones familiares carísimas. Tampoco sospechaban cuando alguno de los cabecillas del negocio les regalaba una cartera de lujo (¡vaya, para qué ser tan suspicaz!). Lamentablemente, se trata de una estrategia humillante para millones de mujeres pensantes que intentamos hacernos valer cada día en esta sociedad patriarcal.— Paulina Morales Aguilera (Valencia)

No seremos los ciudadanos quienes cuestionemos las penas impuestas por la sentencia del caso Nóos. Tampoco quienes dudemos de su irrefutable base jurisprudencial. Ha sido el propio juez instructor quien ha manifestado que "plantea un montón de incógnitas, pero deja claro que la infanta Cristina era una mujer florero". Como al parecer también lo era Ana María Tejeiro, Ana Mato, los consejeros y directivos de Caja Madrid y Bankia con sus tarjetas Black, o Convergència con su famoso 3 %. Ninguno de ellos conocía el origen fraudulento e ilícito de su rápido enriquecimiento, ni sospechaba por asomo que la estampación de su firma en documentos, podría terminar aumentando los ceros de sus cuentas corrientes. Porque unos mantenían fe ciega en sus parejas, otros lo consideraban parte de su sueldo, y el resto creyó que la frecuencia de las operaciones legalizaba las mismas.—Luis Alberto Rodríguez (León)

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