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Inflación en el cementerio por falta de espacio

La carestía del suelo en Holanda reduce de forma drástica los entierros tradicionales

Isabel Ferrer

Lo primero que llama la atención en los cementerios holandeses es la falta de nichos. Tradicionales en otros países, solo son populares para depositar las urnas funerarias en caso de incineración. Alineados por lo general sin cristal protector o rejilla de seguridad, estos columbarios proliferan debido a dos factores íntimamente ligados: el precio del suelo y la consiguiente carestía de las tumbas. Con un coste medio de 3.110 euros en terreno municipal, mantener una sepultura en tierra puede costar entre 740 euros (en el terreno más barato y por un periodo de 20 años) y 7.909 (por 30 años y en las zonas más caras). Se ha impuesto el pragmatismo: un 63% de los ciudadanos prefiere la cremación, sobre todo porque las cenizas pueden guardarse a domicilio y hasta plantar un árbol con ellas.

Monuta, una empresa funeraria y aseguradora fundada en 1923, que tiene 1,4 millones de clientes, efectúa un estudio anual del sector y acaba de presentar estas cifras. Añade, además, los diferentes tipos de tumba tradicional ofrecidos en el país para que se pueda calcular mejor el gasto. Son de dos clases: particulares y colectivas. En las primeras, también llamadas familiares, caben dos o tres personas. El alquiler puede prolongarse durante 40 años o más. La más famosa en Holanda es la de la Casa de Orange-Nassau, en la iglesia Nueva, de Delft. Un ejemplo regio tal vez poco útil, pero que aporta mayor solemnidad si cabe a esta clasificación.

En las tumbas colectivas “hay tres o cuatro personas sin relación de parentesco entre ellas”. “Entre cada ataúd se extiende una capa de 50 centímetros de arena y a los 10 años es vaciada”. Poco conocido, este último detalle responde de nuevo a la falta y precio del suelo aprovechable. Para evitar sorpresas, Monuta pide mejorar la información al consumidor. Pero como también han subido los funerales, las incineraciones de oferta son cada vez más demandadas. Practicadas casi de madrugada, las cenizas son luego esparcidas de forma anónima. No todos en el sector las ofrecen porque solo queda el recuerdo. Literalmente.

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