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Contenedores urbanos para el pan en Holanda

La Haya quiere evitar que se tire al suelo por motivos religiosos y que proliferen las ratas

Isabel Ferrer
Una panadería musulmana en La Haya.
Una panadería musulmana en La Haya.KOEN VAN WEEL (Getty Images)

La comida no se tira, y mucho menos el pan, alimento de primera necesidad por excelencia. Es una de las primeras lecciones aprendidas en el hogar, y el Ayuntamiento de La Haya ha ampliado el foco y calculado cuánto acaba en suelo, parques y jardines de la ciudad. Las cifras son abultadas: unas 435.000 rebanadas (o similares) al día, es decir, cerca de 127 millones de kilos anuales. Una vez señalados los barrios de los panes abandonados, los ediles holandeses han visto que se trata sobre todo de los de mayor afluencia inmigrante y religión musulmana. La explicación es sencilla. El Corán prohíbe tirar alimentos e indica que deben ser donados a los pobres o alimentar a los animales. La buena obra repercute en la higiene urbana. El festín de las gaviotas está garantizado en una urbe costera. También la proliferación de ratas y ratones cada vez más mansos, con el consiguiente peligro de contagios.

La solución adoptada por el Consistorio es tan ingeniosa como prosaica. Ha instalado 18 contenedores para el pan en las zonas más afectadas. Con forma y color de rebanada de molde, son de fácil apertura y algunos aparecen junto a escuelas de primaria. La fundación Aarde-Werk (algo así como trabajando por la tierra), que colabora con los munícipes en el empeño, ha ilustrado a unas 3.000 mujeres en los mismos distritos sobre “el manejo sostenible de los alimentos, el agua y las basuras en el hogar”. Como el pan recogido será convertido en combustible orgánico, espera convencerlas de la insalubridad de arrojar comida al césped para que luego enseñen a su familia.

Con 520.000 habitantes y un 14,1% de musulmanes censados, según cifras oficiales, el Ayuntamiento incluye en su web un apartado con recetas de cocina. Oscilan entre congelar a tiempo el pan y la preparación de emparedados tostados. En Haarlem y Ámsterdam algunas mezquitas han tomado medidas por su cuenta. En su caso, han instalado en la puerta contenedores de color verde para el alimento desechado. Una vez convertido en biogás, puede servir, entre otros usos, para calentar los templos en invierno.

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