_
_
_
_
_
MIRADOR
Columna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las columnas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Panespermia

El plazo que se dan algunos visionarios para colonizar otro planeta es de dos millones de años

Javier Sampedro
Recreación de planetas habitables en el sistema Alfa Centauri.
Recreación de planetas habitables en el sistema Alfa Centauri.Getty Images

¿Te quejas de que los políticos no tienen visión a largo plazo? ¿Ni a medio, ya que estamos? Puedes seguirte quejando durante los dos próximos millones de años, que es el plazo que se dan algunos visionarios para colonizar otro planeta. Es decir, para colonizarlo desde cero, enviando sondas de unos pocos gramos a los sistemas solares de por ahí, cargadas de bacterias resistentes a la radiación cósmica que sembrarían de vida —de vida terráquea— los mundos exteriores que imaginaron Kepler y Galileo y que ha demostrado la astronomía contemporánea.

Las ideas del físico Philip Lubin, de la Universidad de California en Santa Bárbara, han inspirado dos proyectos, uno norteamericano y otro ruso, para enviar sondas a los planetas extrasolares (exoplanetas) que orbitan alrededor de las estrellas vecinas. El protocolo de Lubin (buen título para una novela del género) consiste en diseñar mininaves, que pesen un gramo y que extiendan unas minialas que reciban el impulso de un poderoso láser lanzado desde la Tierra. Lubin ha calculado que esas mininaves pueden alcanzar un 20% de la velocidad de la luz. El sistema planetario más próximo a nosotros, en Alfa Centauri, está a solo cuatro años luz, de modo que las mininaves lo podrán alcanzar en 20 años. Eso puede valer como medio plazo. Y en una nave de un gramo caben un montón de bacterias. Cerca de un billón, según un cálculo apresurado del autor.

El segundo proyecto es una genialidad del físico e inversor ruso Yuri Milner, del recientemente fallecido físico teórico británico Stephen Hawking y de la estrella del Capitolio de Washington y fundador de Facebook, Mark Zuckerberg. Este trío ha calculado que, con solo unos 10.000 millones de dólares de inversión, podrán lanzar su primera misión en 2036. Un bebé que nazca hoy tendrá 18 años para entonces, y podrá comprobar si la predicción es correcta. La factura seguro que no lo es, como pasa siempre.

Cuando un tema da mucho que hablar, lee todo lo que haya que decir.
Suscríbete aquí

La idea de que la vida se disemina de un sistema solar a otro se llama panespermia (la Academia prefiere panspermia, tal vez para complicar la vida del hablante), y tiene un noble pedigrí científico, desde Svante Arrhenius hasta Craig Venter pasando por Fred Hoyle. Francis Crick, codescubridor de la doble hélice del ADN, pensaba que la universalidad del código genético en nuestro planeta era un indicio de que la vida había sido sembrada en la Tierra por una especie extraterrestre inteligente. Esta variedad de la idea se llama panespermia dirigida.

Y es justo lo que nos estamos planteando ahora.

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_