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Pakistán busca el consenso frente a la violencia política

La Asamblea Nacional y el Senado se reúnen a puerta cerrada para evaluar la amenaza de la insurgencia talibán

La Asamblea Nacional y el Senado de Pakistán se han reunido este miércoles en una inusual sesión conjunta para recibir una evaluación de los jefes del Ejército y del servicio secreto sobre la amenaza de los insurgentes talibanes y sus asociados de Al Qaeda. Los paquistaníes desearían que la reunión, la tercera en la historia del país que se celebra a puerta cerrada y que se prolongará hasta el viernes, sirva para alcanzar consenso frente la violencia política que está desestabilizando el país.

"Hemos asistido a una descripción de los síntomas más que a un diagnóstico de la enfermedad y sus causas", se quejaba al concluir la primera sesión Khurram Dastgir-Khan, un diputado de la opositora Liga Musulmana de Pakistán (PML-N), en declaraciones a Dawn TV. Sin embargo, Palwasha Khan, del gobernante Partido Popular de Pakistán (PPP), mostraba su satisfacción con la convocatoria que calificó de "instructiva".

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A pesar del carácter secreto de la convocatoria, las cadenas locales de televisión han dado cuenta de la intervención del director general de los servicios secretos (Inter Services Intelligence, ISI), el teniente general Ahmed Shujaa Pasha, quien ha presentado un panorama de las actuales operaciones militares en las regiones tribales del oeste del país. Según las mismas fuentes, Pasha, nombrado hace apenas diez días, también ha reconocido el fracaso de los acuerdos de paz firmados con los extremistas en el pasado y ha manifestado que el Ejército aplicará cualquier estrategia antiterrorista que decida el Gobierno.

La inusual cita, que sólo tiene dos precedentes en 1974 y 1988, se celebra en medio de extraordinarias medidas de seguridad. Tres compañías del Ejército se han movilizado para reforzar a la policía y los paramilitares que habitualmente se ocupan de proteger Islamabad. Hace apenas veinte días que un atentado destruyó el hotel Marriott, muy cerca del distrito gubernamental, y puso en evidencia que el extremismo que durante años ha crecido en el cinturón tribal colindante con la frontera afgana, está extendiendo sus tentáculos a todos los puntos de Pakistán.

Ninguna de las cuatro provincias que componen la federación se ha librado de las acciones terroristas y en la última semana al menos tres políticos de distinto signo ha sufrido atentados. Cerca de 1.200 paquistaníes han muerto en ataques suicidas, la mayoría civiles, desde julio del año pasado. Pero a pesar de que las cifras son escalofriantes, el país permanece dividido ante las causas de esa violencia, que gran parte de la población atribuye a la presencia de Estados Unidos en el vecino Afganistán.

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En ese contexto, el recién elegido Ali Asif Zardari, el primer presidente civil después de ocho años largos de gobierno militar, tiene muy complicado actuar, como le pide Washington, contra los santuarios extremistas en las agencias tribales, las regiones semiautónomas del oeste del país. Además, dada la tradicional desconfianza entre los militares y los políticos paquistaníes, Raja Asghar del diario +Dawn+, estimaba que era muy posible que ni siquiera a puerta cerrada se exponga toda la verdad.

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