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El Constitucional checo da vía libre a la ratificación del Tratado de Lisboa

Praga es el único Gobierno de la UE que aún no se ha pronunciado sobre el Tratado, que reforma las instituciones europeas y fue rechazado en Irlanda

El Tribunal Constitucional checo ha dado hoy luz verde a la aprobación del Tratado de Lisboa por la República Checa. El Alto Tribunal estima que el tratado, que reforma las instituciones europeas para adaptarlas a la ampliación a 27 miembros, es perfectamente compatible con la Carta Magna checa, por lo que puede ser ratificado por el Parlamento. Una eventual decisión del TC en contra podía echar por tierra el proceso de aprobación del Tratado, rechazado en referéndum en Irlanda. Junto con Dublín, Praga era uno de los últimos escollos para la reforma de las instituciones europeas.

La decisión del Constitucional abre la puerta a la aprobación por el Parlamento checo del Tratado de Lisboa, que, entre otras cosas, reforma la toma de decisiones en la UE con un sistema de doble mayoría que tiene en cuenta el número de Gobiernos y la población. Además, crea una presidencia más estable, en lugar de rotar cada seis meses -precisamente Praga ostentará la presidencia a partir del 1 de enero- y refuerza el papel del Alto Representante para la Política Exterior.

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Pese a todo, la luz verde del Constitucional no garantiza que el Parlamento checo se pronuncie a favor. De hacerlo en contra, la UE se encontraría de nuevo en vía muerta. De hecho, el propio presidente, Vlaclav Klaus, es un euroescéptico y tiene seguidores entre los diputados del partido en el Gobierno. El primer ministro, Mirek Topolanek, no ve muy buenos ojos el Tratado, que reduce el papel de su país en la UE, pero a la postre lo apoya, aunque sea como un precio a pagar por pertenecer a la UE.

La República Checa es el único país que aún no se ha pronunciado sobre el Tratado, dado que su Gobierno se empeñó en que se pronunciara el Constitucional antes de proceder a votarlo en el Parlamento. La incertidumbre sobre la decisión del Tribunal ha mantenido en vilo a los europeos ante la posibilidad de un nuevo fracaso en la reforma de las instituciones, como ya ocurrió con el Tratado Constitucional, que descarriló por los 'noes' de Francia y Holanda. El contenido de la Constitución Europea fue suavizado y se alumbró el Tratado de Lisboa. Todos los miembros europeos lo han aprobado salvo Irlanda, que lo rechazó en referéndum. Se cree que este rechazo será superable con algunos retoques que hagan que los irlandeses lo acepten.

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