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Dimite un tercer ministro laborista para forzar la marcha de Gordon Brown

James Purnell, ministro de Trabajo y Pensiones, presenta su renuncia

James Purnell, al fondo, junto a Gordon Brown, en una foto reciente
James Purnell, al fondo, junto a Gordon Brown, en una foto recienteAP

La presión sobre Gordon Brown se acentuó a última hora de ayer al saberse que James Purnell, ministro de Trabajo y Pensiones, ha presentado su renuncia para forzar al primer ministro a dimitir y ceder el paso a un nuevo líder al frente del Partido Laborista y del Gobierno británico. Su renuncia se une a la presentada esta semana por otros dos ministros, aunque sin pedir expresamente la renuncia de Brown.

La dimisión de Purnell, un político joven y ambicioso que asegura que no aspira al cargo, sino sólo a forzar al primer ministro a marcharse, se dio a conocer a las 10 de la noche, hora local, coincidiendo con el cierre de las urnas. Los electores británicos quizás sellaron ya este jueves el futuro de Brown al votar en las elecciones europeas y renovar una cuarentena de autoridades comarcales en la Inglaterra rural. El viernes se conocerá el resultado de los comicios locales y el domingo, o quizás el lunes por la mañana, el de los europeos.

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Un sondeo de YouGov publicado ayer por The Daily Telegraph no era demasiado alentador para los laboristas, a los que otorgaba el 16% de los votos y cuestionaba la deshonrosa tercera plaza que le atribuían anteriores sondeos al desvelar un repunte de los liberales demócratas (15%). El sondeo daba la victoria a los conservadores (26%), por delante de los nacionalistas del UKIP (19%). De confirmarse, esos resultados serían una catástrofe para el laborismo pero constituirían también un fenomenal voto de castigo a los tres grandes partidos de Westminster.

Los expertos creen que el futuro de Brown depende de estas elecciones pero también de la autoridad que sea capaz de proyectar en la esperada remodelación de su Gobierno. En el análisis electoral contarán factores como el porcentaje de voto obtenido por los laboristas, su comparación con el que obtengan los tories, el puesto que ocupen -no es lo mismo ser segundo que cuarto- o incluso el hecho de que el fascista BNP obtenga o no un escaño en Europa.

El futuro de Alistair Darling, canciller del Exchequer y durante años un dócil aliado de Brown, puede dominar el análisis de la crisis de Gobierno. Si Darling sigue al frente del Tesoro o si abandona el Gabinete se interpretará como una señal de debilidad de Brown. Si el primer ministro le convence para que acepte otra cartera, quizás Interior, se leerá como un signo de fortaleza del jefe del Gobierno.

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Pero la dimisión de Purnell puede acelerar el motín lanzado el miércoles por un grupo de diputados anónimos que buscan el apoyo de 72 miembros del grupo parlamentario laborista para forzar la marcha de Brown. En contra de los rebeldes, sin embargo, juega el factor de que no parece realista pensar que el laborismo pueda entronizar a un tercer líder en esta legislatura sin convocar elecciones anticipadas a más tardar en otoño.

Ese escenario, el adelanto de las legislativas británicas, sería especialmente catastrófico para la Unión Europea porque permitiría al Partido Conservador llegar al poder y dar marcha atrás en la ratificación del Tratado de Lisboa porque este, pendiente todavía de un segundo referéndum en Irlanda, aún no habría entrado en vigor.

Además, abriría las puertas a una crisis sin precedentes del proceso de construcción europea porque el Reino Unido podría verse presionado no tanto a decidir sobre si acepta o no el Tratado de Lisboa sino a debatir su pertenencia misma a la UE.

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