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El presidente mexicano abre el debate sobre su estrategia contra el crimen

Felipe Calderón explica al país el desarrollo de su "lucha por la seguridad pública"

Salvador Camarena

En coincidencia con algunas de las jornadas más violentas que ha vivido México en los tiempos modernos -entre el viernes y el lunes pasados, los muertos en enfrentamientos de narcotraficantes superaban el medio centenar-, el presidente del país, Felipe Calderón, inició esta semana un debate para fijar posturas sobre las razones de "la lucha por la seguridad pública", como ha querido rebautizar a su batalla contra el crimen organizado, que ha sido el sello de su Administración.

""Esto encontré al inicio de mi Administración", explica Calderón en un amplio documento que bajo su firma hizo imprimir en periódicos y repitió en todas las estaciones de radio y los canales de televisión, encadenados a nivel nacional durante 11 minutos el pasado martes. Lo que encontró fue, según sus palabras, que los criminales ya no se contentaban con hacer pasar droga hacia Estados Unidos, porque desde mediados de los noventa habían buscado que México también fuera un mercado de consumo. Lo que encontró fue que, además, las bandas se diversificaron y ahora extorsionan a empresarios, que pululan las armas de asalto (se han decomisado más de 35.000), que hay una crisis social que ha provocado que jóvenes sin futuro encuentren atractivo enrolarse en los grupos criminales. Lo que se encontró fue una policía corrupta, un sistema judicial que no imparte justicia e indicios de que sus antecesores perdieron un "tiempo muy valioso que permitió la expansión y el fortalecimiento de los criminales".

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La decisión del presidente de fijar su postura ha sido recibida por los analistas con comentarios diversos. Algunos le reprochan que debería dar más datos sobre el supuesto crecimiento del consumo de drogas a nivel nacional; otros apuntan que, aunque el diagnóstico que plantea es interesante, 41 meses después no señala cuánto ha avanzado su Gobierno en esas mismas líneas, y otros echan en falta que no haya hablado de estrategias contra el lavado de dinero ni revisado el sistema penal mexicano, escenario de matanzas desde el que siguen operando muchos criminales, sobre todo secuestradores y extorsionadores.

En todo caso, la duda generalizada es si el presidente mantendrá el debate o lo abandonará, como en otras ocasiones. Hay muchas preguntas en el aire. Y quizá la principal sea cómo saber que el país va ganando la batalla.

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