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La alarma en las centrales japonesas enciende el debate nuclear en Europa

Bruselas convoca una reunión para analizar las lecciones de Fukushima

El debate nuclear, nunca dormido del todo en Europa, se reabre ahora desde que se conoció la amenaza de las centrales nucleares de Japón, como la de Fukushima. Las plantas atómicas producen alrededor de la tercera parte y del 15% de la energía consumida en la UE. Por ello Bruselas ha convocado una reunión urgente de responsables de la seguridad nuclear en la Unión Europea junto a fabricantes y operadores de centrales, "para evaluar las consecuencias del accidente de Fukushima y tomar nota de las lecciones aprendidas".

En Alemania se convocaron este domingo por todo el país diversas marchas y concentraciones de protesta contra la política atómica del Gobierno de centro-derecha de Angela Merkel, que a finales de 2010 aplazó el cierre de las 17 centrales nucleares alemanas por una media de 12 años. En 2002, el excanciller socialdemócrata Gerhard Schröder, que gobernaba entonces junto a Los Verdes, aprobó la desconexión de todas las centrales atómicas en 2021. Tanto la Unión Demócrata Cristiana (CDU) de la canciller como sus socios de Gobierno del Partido Liberal (FDP) podrían tener que pagar el polémico aplazamiento del "apagón nuclear" en las tres elecciones regionales que se celebran este mes de marzo en Alemania.

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La posible pérdida del land de Baden-Württemberg, feudo democristiano y tradicional base política de los liberales, supondría un desastre político para Merkel y para su vicecanciller, el liberal Guido Westerwelle. Antes del desastre de Japón, las encuestas daban un empate entre el actual Gobierno regional de centro-derecha y el tándem SPD-Verdes.

Stefan Mappus, primer ministro del próspero Estado que la CDU gobierna desde 1953, anunció este domingo que revisará la seguridad de las cuatro centrales nucleares en su territorio. Además, se dijo abierto a "debatir sobre cualquier posibilidad" en la política energética. El sábado, 60.000 personas habían formado una cadena humana de 45 kilómetros entre la central nuclear de Neckarwestheim y el centro de la capital del land, Stuttgart. Muchos reviven el recuerdo de la nube radioactiva que alcanzó Alemania hace 25 años procedente de Chernobil.

Los vientos de protesta llegaron a Berlín, donde la canciller celebró el sábado una reunión de crisis con sus socios liberales de Gobierno. El resultado fue una rueda de prensa típica de Merkel: habló de la amenaza de Fukushima como "punto de inflexión" en el mundo y advirtió que "un día como hoy [el de la explosión en la central] no es el indicado para que simplemente insistamos que nuestras centrales son seguras". Acto seguido certificó justamente que "son seguras". Después, anunció que se volverá a revisar esa seguridad. Nada de esto la impidió emprender su enésima defensa de la energía nuclear como "tecnología de transición". Es el latiguillo del Gobierno para defender la postergación del "apagón nuclear", una de las decisiones más polémicas de esta legislatura.

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La oposición de Verdes y socialdemócratas ven, en cambio, un afán de perpetuar el recurso a la energía atómica menoscabando el uso de fuentes de energía renovables. La amenaza de Fukushima, termine como termine, ha devuelto el miedo nuclear al tapete político aelmán.

La primera consecuencia sociopolítica esperable en Europa de los siniestros en las centrales nucleares japonesas es una vigorosa ofensiva de las fuerzas antinucleares en el continente, que llevan años cediendo terreno ante los partidarios de la nuclearización. Los riesgos de la energía, puestos de nuevo en evidencia al cuarto de siglo de Chernóbil, se habían ido difuminando ante el talón de Aquiles de la dependencia energética comunitaria y las continuas llamadas a combatir el cambio climático a costa de reducir la energía de origen fósil.

La energía atómica es una cuestión tan políticamente radiactiva que la Comisión nunca ha querido pronunciarse, más allá de vagas y personales declaraciones a favor realizadas por algunos comisarios de Energía, y ha insistido siempre en que la participación de los distintos elementos posibles en un política energética es una atribución propia de los Gobiernos.

La reunión de expertos convocada por la Comisión "tomará medidas preventivas en caso de necesidad", señala un comunicado del Ejecutivo comunitario. También se tratará de la situación en Fukushima en la cita de este lunes en París de los ministros de Exteriores del G-8, donde el francés Alain Juppé ofrecerá a Tokio la experiencia de su país en seguridad nuclear

Los Veintisiete están divididos casi por mitades con respecto a la energía nuclear, con ligera mayoría de nuclearizados: 15 de de los socios cuentan con centrales atómica. Campeona imbatible de lo nuclear es Francia, que genera a partir de 58 centrales el 75% de su energía eléctrica. Reino Unido es la segunda potencia nuclear comunitaria y ambos países tienen ambiciosos planes de expansión.

Si en Alemania, con 17 reactores en funcionamiento, la política nuclear es controvertida en Austria fue tan intenso el rechazo popular y político que el país es constitucionalmente no nuclearizable. Los austriacos ven con furor e impotencia la política expansivamente nuclear de la vecina Eslovaquia.

En la actualidad hay seis plantas nucleares en construcción en Europa (dos en Bulgaria y otras dos en Eslovaquia y una en Francia y en Finlandia). Italia, único país del G-8, que no produce energía nuclear, pretende sumarse a lo grande al club nuclear. Silvio Berlusconi quiere que la cuarta parte de la electricidad que consumen los italianos sea de origen nuclear en el futuro.

La eurodiputada verde francesa Eva Joly en una protesta en París contra la energía nuclear.
La eurodiputada verde francesa Eva Joly en una protesta en París contra la energía nuclear.MIGUEL MEDINA (AFP)

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