La epidemia jamás erradicada
Las autoridades sanitarias de Brasil nunca han logrado erradicar el dengue de su territorio, al que llegó en 1982. Desde entonces, se ha convertido en un mal endémico, con brotes periódicos de distintos niveles de virulencia.
El presidente de la República, Luiz Inácio Lula da Silva, dijo recientemente en Río de Janeiro que Brasil libra “una verdadera guerra” contra el mosquito Aedes aegypti, transmisor del virus mortal.
La buena noticia en dicha “guerra” es que científicos de São Paulo han anunciado que trabajan en una vacuna contra el dengue que confían estará preparada dentro de cinco años.
El brote que sufre actualmente el Estado de Mato Grosso, en el que se ha declarado la situación de epidemia, ha vuelto a plantear la cuestión en toda su gravedad ante la opinión pública. Los casos detectados desde enero superan ya los 27.1604; tres de ellos han muerto. Se producen casi 1.000 casos de contagio diariamente, pero los hospitales carecen de capacidad para atender las avalanchas de enfermos.
Algunos días, hasta 3.000 pacientes han llegado a guardar cola ante los centros sanitarios. Hasta las autoridades religiosas se han implicado en el combate al dengue exhortando desde los púlpitos de las iglesias a los fieles a ser cuidadosos en no dejar aguas estancadas en sus casas y en sus jardines.
Las autoridades civiles afirman que la causa de la epidemia puede estar en las copiosas lluvias de este verano y en las altas temperaturas. Pero la percepción generalizada es que las autoridades han llegado demasiado tarde con sus medidas.
Según Duane Gluber, experto reconocido mundialmente en la lucha contra el dengue, las entidades sanitarias han fracasado en sus esfuerzos contra el mosquito.
En Brasil, el dengue ?conocido popularmente como quiebra huesos? provocó 279.910 casos en 2006, mientras que en 2005 sólo se registraron 221.109, lo que supuso un aumento del 26,3%; en los dos últimos años, 61 personas murieron. Para combatir la infección han sido movilizados más de 6.000 agentes municipales y miembros del Ejército en 2007 para ir casa por casa con productos de fumigación y con folletos de información para los ciudadanos.
Pero, evidentemente, no basta. Uno de los focos de riesgo son las casas de veraneo que quedan cerradas durante largos periodos de tiempo, lo que supone que recipientes colocados en el exterior y también las piscinas puedan almacenar aguas estancadas, que son el caldo de cultivo ideal de las larvas.
Concretamente en Mato Grosso, las autoridades han permitido a los agentes muncipales entrar en más de 40.000 casas que estaban deshabitadas. Este año, este Estado ha registrado el 74% de casos de dengue de todo el país.
