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Recuperado el telescopio 'Sunrise' una semana después del aterrizaje

El espejo de un metro está intacto tras un viaje de seis días en globo

Casi una semana después de su caída en la isla canadiense de Somerset, se han conseguido recuperar los discos duros con los datos científicos del experimento Sunrise, dedicado al estudio de los campos magnéticos solares. La razón del retraso, informa el Instituto de Astrofísica de Canarias (IAC), ha sido que la zona es de difícil acceso. El telescopio Sunrise de observación del Sol aterrizó en la madrugada del domingo 14 de junio procedente de Suecia tras seis días de travesía en un globo estratosférico a 40 kilómetros de altura. Durante el vuelo, el instrumento español IMaX (siglas de Imaging Magnetograph eXperiment), liderado por el IAC, transmitió la primera imagen de alta calidad, como muestra.

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Gracias a la acción del paracaídas y de los amortiguadores instalados en la barquilla, la instrumentación sobrevivió al aterrizaje, monitorizado desde un avión. El espejo primario del telescopio, de un metro de diámetro y el elemento más frágil de todos los componentes de vuelo, está intacto. Las operaciones de recuperación del hardware, incluyendo IMaX, continúan todavía. Hasta poder acceder dentro de dos o tres semanas a la información registrada en los discos duros que han viajado en la barquilla, los científicos desconocen el alcance exacto de la misión, aunque los primeros datos son muy prometedore y ésta ya se considera un gran éxito, explica el IAC.

Fueron la NASA la que operó la misión, que es mayoritariamente europea,y sus especialistas los que recuperaron el viernes a última hora los discos duros del telescopio, lanzado con un globo el lunes 8 de junio desde el Centro Espacial Esrange, próximo a la ciudad sueca de Kiruna.

Las labores de rescate de la barquilla con la instrumentación no han sido sencillas, y de hecho todavía continúa la recuperación de parte de ésta. Llegar al lugar de aterrizaje ha requerido casi una semana, pues se encuentra en una zona helada de difícil acceso pese a estar a sólo un centenar de kilómetros del aeropuerto más cercano. Se conocía su posición exacta gracias al buen funcionamiento de la telemetría GPS, que no sufrió daños durante el aterrizaje. Además, desde un avión que hizo el seguimiento de la última etapa del vuelo se logró distinguir el lugar dónde había tomado tierra.

Los operadores de vuelo de Sunrise esperaron por razones logísticas a que estuviera en las cercanías de un aeropuerto para activar con un mecanismo pirotécnico la separación del balón de helio de la barquilla, que empezó su caída a 11 metros por segundo, una velocidad que disminuyó a 4 metros por segundo al inflarse el paracaídas. Durante el descenso, de varias horas, estuvo monitorizada desde el avión. Aterrizó, como previsto, en una zona deshabitada. Una vez en tierra, se activó el desacoplamiento del paracaídas de la barquilla, para evitar que ésta fuera arrastrada por el viento. Los dos comandos fueron dados desde el avión. Por su parte, el globo, al estar libre de su carga, ascendió hasta que la dilatación del helio en su interior provocó que explotara.

Actualmente también se está a la espera de poder evaluar en detalle los daños que han podido sufrir los instrumentos durante el aterrizaje, los más frágiles son el espejo primario del telescopio, que ya se ha comprobado que está intacto, y algunos elementos tecnológicamente complejos del resto de la instrumentación. Esto no podrá hacerse hasta dentro de dos o tres meses, cuando lleguen a Alemania. El objetivo es utilizarlos de nuevo en un futuro vuelo polar, del que ya se está hablando en los círculos científicos.

En Sunrise llevan siete años trabajando científicos de varios países. Alemania participa con su Centro Aeroespacial (DLR) y varias instituciones, entre las que destaca el Instituto Max Planck (MPS), líder y coordinador del proyecto. Estados Unidos colabora a través de NASA, encargada del programa de vuelo, y el High Altitude Observatory (HAO/NCAR), que ha diseñado y fabricado la barquilla.

Por su parte, España ha diseñado y construido el magnetógrafo IMaX, el instrumento más complejo del experimento. En IMaX, liderado por el Instituto de Astrofísica de Canarias (IAC), también han trabajado el Instituto de Astrofísica de Andalucía (IAA), el Instituto Nacional de Técnica Aeroespacial (INTA) y el Grupo de Astronomía y Ciencias del Espacio (GACE) de la Universidad de Valencia.

Destaca también otra participación española en Sunrise, la del Instituto Universitario de Microgravedad Ignacio da Riva de la Universidad Politécnica de Madrid, que ha hecho el diseño térmico del experimento, el que hace posible que los instrumentos se encuentren a la temperatura más apropiada para su correcto funcionamiento.

Integrantes de la expedición para la recuperación del experimento 'Sunrise' muestran el espejo primario del telescopio, intacto. El instrumento español IMaX se distingue parcialmente a la izquierda, cubierto por un plástico transparente.
Integrantes de la expedición para la recuperación del experimento 'Sunrise' muestran el espejo primario del telescopio, intacto. El instrumento español IMaX se distingue parcialmente a la izquierda, cubierto por un plástico transparente.IAC/SSC/WERNER DEUTSCH

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