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Una jornada de trabajo científico a bordo del 'Hespérides'

Hay que organizarlo todo para no perder ni un minuto, y el jefe de campaña tiene que estar atento para que, si surge un imprevisto con cualquier equipo, poner en marcha una alternativa

A las cuatro de la mañana, de noche cerrada, se ponen en marcha los científicos a bordo del buque Hespérides. Empiezan los muestreos. Todo el que trabaje en las maniobras tiene que estar debidamente ataviado, con chaleco salvavidas, calzado de protección, y casco y guantes si es preciso. El contramaestre, Germán Beceiro, responsable de las maniobras en cubierta, prepara el patín de neuston, un aparejo para la pesca de organismos que viven en la capa más superficial del agua. El aparejo rebaña la superficie del agua durante 15 minutos; cuando se sube a bordo se recogen de la red muestras de plancton, organismos gelatinosos como medusas, larvas y huevos de peces que flotan, plancton, insectos....

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Más tarde, ya de día se repetirá la operación, pero la primera pesca, la nocturna, que no se programó al planear la campaña es muy productiva. "Lo descubrimos por casualidad el día de Navidad, navegando ya por el Atlántico", cuenta Carlos Duarte, coordinador del programa Malaspina. "Aquel día empezamos tarde los muestreos, se nos hizo de noche cuando echamos el patín y, para nuestra sorpresa, había muchos más organismos, algunos propios de grandes profundidades, que en los muestreos diurnos, así que decidimos duplicar la operación, lo que nos obliga a empezar antes".

La segunda maniobra está ya preparada: bajar al agua el instrumento de muestreo oceanográfico por excelencia, el CTD-roseta hidrográfica. Es un dispositivo que, a medida que desciende, y en esta campaña se baja diariamente hasta 4.000 metros, va midiendo parámetros clave como salinidad, temperatura, corrientes, conductividad, etcétera, y toma muestras de agua a diferentes profundidades.

La operación dura cinco horas y, mientras tanto, no se puede hacer otro sondeo, porque está prohibido bajar al mar dos cables a la vez. Los varios equipos científicos se van preparando para, en cuanto el aparato llegue a cubierta, recoger las muestras de agua y llevarlas a los laboratorios.

El desayuno en el Hespérides es de 7.30 a 8.30 y hay que turnarse para no abandonar la tarea, igual que a la hora del bocadillo de media mañana o a la comida, de 13.30 a 14.30. Fuera de horas, un café o algún tentempié ayuda a los que han perdido el turno de comedor mientras estaban en los laboratorios o en los trabajos de cubierta.

Hacia las 9 horas empiezan las pescas con dos redes diferentes para coger plancton y poder estudiar biodiversidad, metabolismo, nutrientes, producción de CO2, contaminantes, etcétera. A continuación se baja por segunda vez el CTD, hasta 500 metros de profundidad; cada dos días se despliega un aparato por el agua para medir temperatura y turbulencia.

"Hay que organizarlo todo para no perder ni un minuto, y el jefe de campaña tiene que estar atento para que, si surge un imprevisto con cualquier equipo, poner en marcha una alternativa; a la vez hay que estar preparado para la sorpresa evitando el riesgo de que la rutina necesaria te haga perder una oportunidad científica", explica Duarte. Conexiones de los equipos que fallen, al funcionar en las agresivas condiciones oceánicas, redes que se rompan o se enreden son los percances a evitar.

Otro CTD baja sólo a 200 metros de profundidad y se dedica a muestreo para experimentos de fijación del nitrógeno; a continuación empieza la operación de una red que desciende hasta 3.000 metros y permite hacer capturas a diferentes profundidades. Se tarda tres horas cada día en esta operación.

Mientras tanto los encargados de los cultivos de plancton en continuo, en botellas dispuestas en cubiertas y alimentadas con agua del mar, revisan sus experimentos. Las operaciones acaban con un segundo patín de neuston, el diurno, y el llamado torpedo, que se libera por proa para tomar muestras de agua antes de que entre en contacto con el casco del buque y poder así medir metales en concentraciones muy bajas en el mar. Además, algunos días hay que largar boyas oceanográficas y constantemente hay que vigilar otros experimentos instalado sen el Hespérides, como los sensores de medidas atmosféricas y de radiación y filtros de aire instalados en el sobrepuente del buque. Al terminar las operaciones, el buque reemprende la navegación. Son más de diez horas de trabajo de muestreo en cada estación, y está previsto hacer 156, prácticamente una al día en mar abierto, sin descansar ni domingos ni festivos.

A las 15 horas, más o menos, acaban las operaciones en cubierta, pero no el trabajo de los científicos, que se ocupan del procesado de muestras. Algunos están en los laboratorios hasta bien pasada la medianoche, y las jornadas de trabajo se alargan entre 15 y 18 horas cada día. A las 20,20, después de cenar, comienza la reunión en la sala principal del buque para preparar la jornada del día siguiente hablar de ciencia.

Dos investigadoras en los laboratorios del buque oceanográfico <i></i> durante la campaña Malaspina.
Dos investigadoras en los laboratorios del buque oceanográfico durante la campaña Malaspina.CSIC

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