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Reportaje:

La izquierda italiana se disgrega

Intelectuales de prestigio acudirán a las europeas con el ex juez Di Pietro

Andrea Camilleri, el octogenario maestro de la novela negra italiana, apoyó al Partido Demócrata (PD) en las últimas elecciones generales. "Voté con el cuello torcido". Nueve meses después, la actitud del PD de Walter Veltroni le ha decepcionado tanto que el escritor siciliano ha decidido entrar en política.

Activo y en forma como siempre, Camilleri publicó ayer su nuevo libro, Un sábado, con los amigos, e hizo saber que ha formado una coalición con el ex juez Antonio di Pietro, líder de Italia de los Valores, y el filósofo Paolo Flores D'Arcais, editor de la revista Micromega. La meta es concurrir a las elecciones europeas de junio, y la formación se llamará Partido de los Sin Partido (PDSP).

Camilleri y Flores D'Arcais han formado el Partido de los Sin Partido

La deserción del jacobino Flores y del astro Camilleri es el último síntoma de la disolución de un centro-izquierda roto en corrientes, acusado de excesiva complacencia con el Gobierno de Silvio Berlusconi, enrocado en una posición tan mustia que sólo inspira una palabra: aburrimiento.

En la oposición, el ilusionante PD de hace dos años se ha revelado como un mero actor de reparto. Sin ambición, sin cuajo, sin capacidad de influir, se diría que en lo único que ha profundizado es en su división y en los casos de corrupción municipal-provincial-regional, con Nápoles y el mega escándalo del constructor Alfredo Romeo (17 imputados) a la cabeza. Es la llamada cuestión moral: arrestos, investigaciones, clientelismo... Bari, Cerdeña, Pescara, Bassilicata... Como si, de repente, el PD, rara amalgama de ex democristianos y ex comunistas, recuperara los viejos hábitos de la Democracia Cristiana.

Aparte de eso, poco que contar: escasa ideas sobre inmigración, menos propuestas para salir de la crisis económica, sin noticias del prometido cambio generacional, y vía libre sin rechistar al Laudo Alfano, la llamada ley salva-Berlusconi.

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Tras varios meses de inacción, el "Gabinete en la sombra de la izquierda sombra", como se le empieza a conocer en Italia, ha caído en los sondeos hasta el 25% (33,1% en las elecciones de abril, un punto menos tras la manifestación de octubre). Es la cota más baja de su historia, aunque ayer Veltroni se consoló diciendo que la cifra nunca fue tan alta en los tiempos de los Demócratas de Izquierda (DS) y la Margarita, y llamó a sus filas a rectificar: "Basta de hacernos daño a nosotros mismos".

En paralelo, Berlusconi y sus chistes también han perdido popularidad (el partido está en el 38%, aunque él anda por el 56%), y Di Pietro, con sus formas toscas y algo atrabiliarias, pero siempre listo para sudar, ha sumado las restas y anda subido en la nube del 9,5%. Mientras, el grito xenófobo de la Liga Norte sigue agradando a un 11,5%. Según el sociólogo Nando Pagnoncelli, de Ipsos, "la distancia global entre la derecha y la izquierda es en este momento la mayor de la historia italiana: 55% contra 40%".

El liderazgo de Veltroni es tan precario que hasta la mujer de Berlusconi, Verónica Lario, se siente decepcionada. "Me gustaba Veltroni. Pero se ha esfumado. Y no veo a nadie capaz de ocupar su lugar. Haría falta alguien joven, nuevo. Italia necesita una oposición fuerte. Eso ayudaría a la mayoría a esforzarse más, a ser mejor", ha dicho a La Stampa. Irrefutable.

La parálisis del proyecto reformista es notoria. Quizá la mejor prueba fue la reunión convocada para consensuar la posición del partido ante el caso de Eluana Englaro -la mujer de 37 años que lleva 17 en coma vegetativo, cuyo padre trata de que algún hospital desconecte la sonda que la alimenta pese a los impedimentos del Gobierno-, y la ley del testamento biológico. Tras hablar durante horas, la cosa acabó sin acuerdo entre católicos y laicos.

Los posibles sustitutos no ilusionan mucho más. Massimo D'Alema ya sólo habla en su nombre y el de sus "italianos europeos". Francesco Rutelli anda empeñado en pactar una comisión de investigación sobre las escuchas judiciales.

La buena noticia para Veltroni es que la izquierda de verdad, que esperaba resucitar en las europeas, no podrá obtener diputados si no supera el 4% de los votos. El pacto Veltroni-Berlusconi aliviará el previsible descalabro del PD. Es el Veltrusconismo, la alianza de los líderes máximos. Camilleri lo llama el "medievo berlusconiano". Para salir de él, dice, hace falta "un grupo de personas honestas, que no tengan antecedentes penales, que nunca hayan hecho política y que se decidan a hacerla en esta situación de emergencia". Casi nada.

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