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Reportaje:

La ciudad del olvido

La historia ha borrado las huellas de los judíos de Valencia, que un libro recupera

Miles de personas pasan por el lugar cada día. La Porta dels Jueus, sobre la concurrida estación del metro de Colón, en la plaza de los Pinazo, es prácticamente el único resto arqueológico de Valencia cuyo apelativo remite al pasado judío de la ciudad. En realidad, se trata de un fragmento de la antigua muralla cristiana próxima al cementerio medieval judío, que acabó ubicado entre los recintos amurallados árabe y cristiano, en la zona donde hoy se levantan unos grandes almacenes. Lo explica Marilda Azulay, arquitecta y profesora de la Universidad Politécnica, que señala un área concreta del distrito de Ciutat Vella, delimitada a grandes trazos por las actuales calles del Mar, del Marqués de Dos Aguas, de Salvà y de las Comedias, como el ámbito urbano que, en su momento, a finales del siglo XIV, llegó a albergar a unos 2.000 judíos, una décima parte de los habitantes que entonces tenía la ciudad.

A finales del siglo XIV, los 2.000 judíos eran la décima parte de la población
Lluís Alcanyís o Lluís Vives perviven como figuras ilustres

La judería valenciana, cuyo nombre tampoco ha perdurado en la toponimia local, tuvo su centro neurálgico en la actual calle del Mar, donde estaban la sinagoga mayor, la carnicería, los baños y otros elementos del organizado sistema de vida judío. La aljama se extendía por la zona donde se construyeron después la iglesia del Patriarca y el edificio histórico de la Universitat. "Nuestra intención ha sido contribuir a rescatar lo que no se ve, pero existió y ha sido olvidado", comenta Azulay al referirse al libro La Valencia judía, que ha escrito junto a Estrella Israel, doctora en ciencias de la comunicación, y que acaba de publicar el Consell Valencià de Cultura. "La gente te dice que no queda nada", explica Israel, "pero el hecho de que no quede nada no quiere decir que no estuviera".

La intolerancia de Valencia hacia los judíos fue especialmente precoz y persistente. No sólo porque el violento progrom de 1391 dio un golpe mortal a la comunidad judía de la ciudad, que se hallaba entonces en un momento de auge, sino porque se reclamó muy pronto la expulsión, que se produciría en 1492, y se persiguió con saña a los conversos, aunque los nombres de algunos, como el médico Lluís Alcanyís o el humanista Lluís Vives pervivan entre las figuras ilustres del imaginario colectivo, a menudo ignorando que el primero acabó en la hoguera y la familia del segundo fue masacrada por la Inquisición. También se borró con premeditación cualquier huella, cualquier signo o vestigio. Los nombres de las calles, como las de la Cruz Nueva, donde hubo una sinagoga, o del Milagro, lo delatan con singular énfasis. Todavía hoy, Valencia, a diferencia de otras urbes, practica una amnesia absoluta de su herencia judía en mapas turísticos y conmemoraciones ciudadanas

Tanto Marilda Azulay como Estrella Israel puntualizan que no son historiadoras, y que su pretensión no ha sido historiográfica. "Hemos hecho un libro un poco en sentido inverso, de derecha a izquierda, como funciona la escritura hebrea", explican. "Nuestro enfoque consiste en reconstruir la vida cotidiana, las creencias, las costumbres, los oficios de una comunidad a partir de los espacios urbanos que ocupó en su tiempo".

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"Confiamos en que se siga investigando a partir de ese enfoque", señala Estrella Israel. "El final de este libro puede ser el punto a partir del cual se planteen otros trabajos, una invitación a ir hacia adelante", comenta Marilda Azulay, que confiesa su incomodidad ante las alusiones históricas a los judíos como gentes que "vivían aquí" en una determinada época: "¡Eran valencianos, tanto como los demás!". Por eso es tan injusto el olvido de su ciudad.

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