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Camps prescinde de la dirección del PP para apartar a Ripoll de la Diputación

La política de hechos consumados coloca a Rajoy en una difícil situación

¿Golpe de mano o autonomía de Francisco Camps para tomar las decisiones que considere más oportunas? La maniobra de los campistas para impedir que el actual presidente de la Diputación de Alicante, José Joaquín Ripoll, pueda seguir en su cargo durante cuatro años más no contaba con el aval de la dirección nacional del PP. Un portavoz de la ejecutiva confirmó ayer que "a Ripoll no se le ha dejado caer" por parte de Mariano Rajoy.

La operación ha sido interpretada como "una jugada" personal urdida por Francisco Camps, presidente de la Generalitat y del PP valenciano. "Ripoll es un presidente provincial y la dirección nacional del PP no aparta a un cargo orgánico de ese calibre un sábado a las siete de la tarde y con esas formas".

Las razones que haya podido tener el campismo para actuar de esta forma no se acaban de entender en la calle Génova de Madrid, donde se encuentra la sede del PP. "Si es por una presunta corrupción y porque está imputado, no tiene sentido. En su misma situación se encuentra la alcaldesa de Alicante, Sonia Castedo, y muchos cargos públicos del partido. La decisión de Camps no cuenta con el aval de la dirección y habrá que ver cómo se analiza este caso en la reunión de la ejecutiva de mañana [por hoy]".

El margen de maniobra que tiene Mariano Rajoy para actuar es mínimo. Los campistas han recogido las suficientes firmas para impedir que Ripoll pueda sumar un tercio de avales de concejales del distrito judicial de L'Alacantí, imprescindible para poder optar a la reelección. La política de hechos consumados de Camps coloca a la directiva nacional del PP en una difícil situación. Mantener la candidatura de Ripoll supondría una desautorización de Camps y enfrentarse a los 66 concejales, incluidos varios alcaldes, entre ellos Sonia Castedo, que han hecho del desalojo de Ripoll de la Diputación de Alicante algo más que una cuestión política.

Por su parte, el líder del PP alicantino optó ayer, por segunda jornada consecutiva, por el silencio. "No voy a hacer ningún comentario. Por supuesto, que conozco el trámite del proceso para designar a diputados provinciales", dijo escuetamente.

Ripoll se ha mostrado en los últimos meses hiperseguro de que lograría sus aspiraciones políticas, que el acoso del campismo contra su figura hace cada vez más limitadas, y confinadas casi de manera exclusiva a revalidar el cargo en la presidencia de la Diputación. Y también ha reiterado que ha esgrimido como argumento de su seguridad el aval, según él, que le brinda, el líder nacional de los conservadores, Mariano Rajoy.

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Merced al apoyo de Génova, Ripoll logró salvar con éxito su primer órdago al campismo, y nada menos que frente al buque insignia de este sector, en Alicante, la alcaldesa Castedo. Tras una soterrada pugna, Ripoll fue incluido como número dos de la lista de Castedo en el Ayuntamiento de Alicante.

Cristalizada esa aspiración, el dirigente provincial del PP reiteró sin dudar que revalidaría la presidencia de la Diputación. "Ese tema es ya muy aburrido", respondía sin pestañear a los periodistas.

Pero en esta segunda ofensica del campismo por descabalgar al líder del ripollismo hay una diferencia notable respecto a la primera, según fuentes del primer bando. Entonces, ni Castedo ni ningún otro cargo del PP dijeron oficialmente y en público que Ripoll no sería incluido como número dos de la lista.

Ahora, con motivo de la elección de diputados, el órdago es público. Los campistas han elaborado una candidatura, difundida desde el Ayuntamiento de Sant Vicent del Raspeig. La lista tiene un número uno, la regidora de ese Ayuntamiento, Luisa Pastor; y un destacado ausente, José Joaquín Ripoll.

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