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Padres ocultos tras los registros

María Virtudes Hernández Martínez se llama también Juana de Maya Sánchez. El primer nombre es el que figura en sus documentos, por el que la conocen en el pueblo donde vive desde hace 55 años, Villena, y el que recibió de sus padres adoptivos. El segundo es el que le dió su madre biológica, de la que heredó sus nombres y apellidos. Virtudes tiene además dos partidas de nacimiento y dos certificados de bautismo: los auténticos y los destinados a borrar el rastro de su auténtica madre, y ha luchado mucho para encontrar a la mujer que la trajo al mundo.Su caso es similar a los aproximadamente 500 expedientes que se encuentran abiertos -sólo en las tres provincias valencianas- de hijos que buscan a sus auténticos padres y de padres que intentan localizar a los descendientes que tuvieron durante la guerra civil y la postguerra que, por diversos motivos, acabaron en brazos ajenos. Virtudes, delegada en la Comunidad de la asociación Derecho a Saber, una organización estatal que agrupa a unas 2.000 personas que buscan los padres que perdieron en medio de la miseria que atravesaron tras la caída de la II República. Como responsable de la asociación en la Comunidad, guarda en su casa los documentos del medio millar de personas que andan detrás de su verdadera identidad. En total, calcula que unos 40.000 niños pasaron de manos de sus padres biológicos a los adoptivos en todo el Estado.

El muro contra el que chocan las personas que buscan información suele ser siempre el mismo: la opacidad de las instituciones religiosas. En la posguerra, las llamadas casas cuna, orfanatos y casas de expósitos fueron las entidades que monopolizaron las adopciones. Allí llegaban los hijos de mujeres sin medios y muchos de ellos salían con padres nuevos, quisiera o no la madre. Virtudes comenta los casos de mujeres que no podían hacerse cargo de sus hijos y los dejaban durante una temporada en estas instituciones. A la vuelta, les respondían que habían fallecido mientras, en realidad, ya se encontraban con una familia adoptiva.

En los registros de estas entidades figuran los nombres de todas las madres que cedieron o perdieron a sus hijos y la identidad de los padres adoptivos, de ahí su importancia. Sin embargo, al tratarse de ficheros privados, están en manos religiosas y fuera del alcance de los interesados.

Para poner freno a esta situación, la asociación se ha puesto en contacto con el grupo socialista. El PSPV presentará hoy una proposición no de ley en las Cortes destinada a pedir al Congreso una ley que haga pasar estos registros de manos privadas a públicas y hacer accesible así la información a los familiares interesados. Las razones no son solamente sentimentales. El diputado socialista Antonio Torres justifica esta medida en las implicaciones para la salud de las personas y su derecho a saber su herencia genética, además de las implicaciones económicas. Encontrar un familiar puede abrir las puertas a derechos de percepción de herencia.

Marta Climent y Trinidad Piquer colaboran con la organización para obtener el derecho de tener acceso a los registros religiosos. Ambas hablan abiertamente de "falseamiento" de actas por parte de las instituciones para evitar establecer relaciones futuras entre madres e hijos.

Virtudes tuvo la suerte de localizar a su madre. Después de mucho trabajo halló su partida de nacimiento y el certificado de bautismo auténtico. Ha habido gente que no ha tenido la misma suerte. Trinidad Piquer recuerda el caso de uno de los miembros de la asociación que acudió a la Casa Cuna Santa Isabel de Valencia para recabar información. La única respuesta que obtuvo de una religiosa fue la estampita de una virgen y la recomendación de que rezara para encontrar a su madre.

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