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Reportaje:Elecciones 27M

Allariz, el bastión de los nacionalistas

El BNG presenta su gobierno de la villa orensana como modelo de gestión del urbanismo y de protección medioambiental

Allariz es punto y aparte. En la provincia más conservadora de Galicia -la del feudo de José Luis Baltar; la de la hegemonía de un PP infranqueable sólo superado por sus divisiones internas- la villa alaricana ha mantenido a lo largo de casi dos décadas una fragilidad arrolladora que la ha hecho inexpugnable.

De momento, sólo se parece a sí misma y nada a la que fue cuando en el verano de 1989 el pretexto de unos peces muertos que flotaban fétidos en el río Arnoia enardeció a un puñado de jóvenes que apenas habían cumplido los 30 y que decidió tomar el Ayuntamiento. El BNG tomó la casa consistorial de Allariz con el respaldo asambleario de un pueblo hasta entonces entregado por la vía democrática del voto a un regidor que enseñaba los carnés de la falange y alardeaba de espíritu franquista.

"Allariz ya va solo, ahora estamos centrándonos en los pueblos de alrededor"
O Quin dejó a Francisco García, el alcalde artífice del cambio urbanístico, al frente de la alcaldía

Y lo que empezó como un encierro vecinal reclamando gestión y ecología -y que llevó entonces brevemente a la cárcel a los cabecillas nacionalistas- ha acabado con el líder del movimiento juvenil alaricano, Anxo Quintana, liderando los designios de su organización política en Galicia e instalado en la Vicepresidencia de la Xunta.

"Aquí, hasta hace bien poco, la gente no era nacionalista sino quinista", comenta Manuel, vecino de Allariz, atribuyéndole a Quintana un don de gentes excepcional oculto bajo su trato personal algo huidizo. Quintana ("O Quin", en Allariz) hizo a sus paisanos quinistas votantes del BNG, formación a la que le han entregado sucesivas mayorías absolutas. Allariz ha seguido votando BNG desde que O Quin dejó a su número dos, Francisco García, el verdadero artífice del cambio urbanístico en Allariz, según comentario generalizado de los vecinos, al frente de la alcaldía.

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"Aquí no se vota por inercia", comenta un alaricano, "la gente vota distinto según sean municipales o no". En las municipales, el BNG obtiene resultados aún arrolladores (actualmente gobierna con ocho concejales frente a cuatro del PP y uno del PSOE), pero en las generales y autonómicas apenas un puñado de votos ha separado hasta ahora al Bloque de la segunda fuerza política, el PP.

La diputada autonómica socialista, Laura Seara tiene aquí su raíces. Aquí nació, aquí fue su padre concejal por el PSdeG en la primera corporación democrática y es nieta del mítico Fandiño que da nombre al restaurante de mayor fama de la villa. La parlamentaria valora la gestión municipal de los nacionalistas y especialmente "la capacidad de reacción" que tuvieron para hacerse con la alcaldía aquel verano del 89. Un hecho que atribuye a la capacidad del trío de dirigentes de aquel momento -el actual conselleiro de Medio Rural, Alfredo Suárez Canal; el vicepresidente de la Xunta, Anxo Quintana y el alcalde, Francisco García- pero también "al respaldo que tuvieron del Gobierno de Felipe González".

Seara recuerda cómo en aquellos momentos de incertidumbre y caos, el entonces gobernador civil, el socialista Francisco González "les ofreció todo el apoyo" y cómo después el Inem colaboró estrechamente con la creación de escuelas-taller. Hubo colaboración también de otras delegaciones provinciales de la Xunta en manos del PSdeG, como la de Obras Públicas. "Ellos se subieron al tren, pero los apoyos que tuvieron del PSOE fueron determinantes", sostiene Seara.

La villa, en concreto el casco histórico, que ha recibido premios de gestión urbanística, se mantiene impoluta en su desarrollo, hasta el punto de que el alcalde asegura que "Allariz ya va solo, ahora estamos centrándonos en los pueblos de alrededor". Francisco García destaca que "éste es el estilo de gobierno del BNG y se aplica también en ayuntamientos en los que gobernamos como Rairiz de Veiga, Vilar de Santos o Pontevedra", pero Allariz fue "pionero".

"Contra el BNG no hay nada que hacer en Allariz", comenta un activo militante del PP que explica así el triunfo de la formación nacionalista: "La gestión es buena, eso hay que reconocerlo: no dejan nada por hacer". Los populares han recurrido a la estrategia de las denuncias judiciales de algunos proyectos pero se muestran convencidos de que "mientras no tengamos un líder, mientras el PSdeG tampoco lo tenga, queda BNG para mucho tiempo aquí, porque ahora tienen incluso más dinero de la Xunta para inversiones".

El desarrollo de la "niña bonita" del BNG, escaparate de un modelo de hacer gestión municipal, bastión del nacionalismo gallego, está encauzado hacia el sector servicios y en este momento, casi 20 años después del "conflicto" que les dio la alcaldía, ponen su mirada en este municipio las grandes firmas hoteleras. Hasta el punto de que el debate actual entre los alaricanos se centra en este momento entre si es lícita o no, desde un punto de vista ecológico, la creación de un campo de golf que traerá consigo la instalación de la cadena AC en el mismo entorno del río Arnoia en el que en el verano de 1989 aparecieron muertos los peces del cambio político.

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