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La crisis eólica liquida el empleo en la industria auxiliar

La parálisis del sector provoca una oleada de despidos

La parálisis del sector eólico ya tiene sus víctimas, que se cuentan por centenares en la industria auxiliar, un subsector que llegó a emplear a 5.500 trabajadores y que ahora asiste a un goteo de expedientes de regulación de empleo, cierres y concursos de acreedores. La adjudicación de los 2.335 megavatios del bipartito, su posterior suspensión y el proceso de judicialización actual es, en muchos casos, la piedra angular de la crisis subyacente para los fabricantes de componentes, torres, palas y fustes. En el mejor de los casos, las grandes compañías del sector implantadas en Galicia, como son los casos de Gamesa, Vestas y Emesa, optan por la exportación como válvula de escape.

"La causa es la suspensión del concurso", afirma una de las empresas
"En el mes de marzo teníamos 98 trabajadores. Ahora no pasan de 35"

Metalúrgica del Atlántico, implantada en Mugardos y proveedor habitual de fustes, torres y anclajes, es uno de los mejores ejemplos. Después de llevar a cabo una inversión de unos 13 millones de euros entre 2007 y 2008, se ha visto en la encrucijada de presentar un Expediente de Regulación de Empleo (ERE) para 54 de sus 60 trabajadores. La compañía, perteneciente al grupo Cachaza, lleva trabajando seis años para el sector. "La situación es caótica, sin carga de trabajo y apenas perspectivas", señalan fuentes de la empresa. El expediente de despido masivo, explican, "está fundamentado precisamente en la parálisis el concurso eólico, el origen de nuestra situación actual".

Esta misma semana, los trabajadores de LM Composites, en As Pontes, salían a la calle para reclamar un plan de viabilidad que garantice los 90 empleos afectados por otro ERE, tras una reducción del 50% de la producción. Emilio Agra, portavoz del comité, denuncia que el cierre de la fábrica puede ser un hecho el próximo año, con el traslado de la producción a la planta de Ponferrada. El centro de reparación que tenía el grupo en Ordes ya clausuró sus puertas la pasada primavera, y ahora la falta de inversiones en As Pontes provoca que la factoría "no esté preparada para producir las palas que demanda el mercado actualmente, de muchas mayores dimensiones", según Agra.

A la suspensión de pagos presentada por la también ferrolana Barlovento, que llegó a emplear a un centenar de trabajadores, se suma el concurso voluntario de acreedores de Aceriusa, instalada en el polígono de Penapurreira y centrada en las estructuras metálicas. "En marzo contábamos con 98 trabajadores, ahora no pasamos de 35", explica su director, Gerardo del Río. La firma, especializada en el corte de chapa y elaboración de material mecánico, hace casi un año que no firma un nuevo contrato. "Hay nula carga de trabajo, en parte debida a la situación de crisis general y también en gran medida por la parálisis eólica", añade Del Río.

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Así lo constata también José Ramón Franco, máximo responsable de Industrias y Talleres Franco, de Narón. "Con respecto a los años de despegue del sector, frente al negocio inicial, podemos hablar, en general, de menos de la mitad de los empleos directos e indirectos que se habían generado". En su opinión, "muchas empresas se fueron especializando con los años en el sector eólico, reorientando su actividad, lo que supone ahora un doble problema". Industrias y Talleres Franco, que llegó a destinar el 60% de sus ventas a nuevos parques, centra ahora su división eólica en los servicios de mantenimiento. "Nuestro grupo está formado por cinco empresas, y la última la acabamos de crear para dar cobertura a las reparaciones", dice.

Ferrol vio en su día la luz con la incipiente industria auxiliar eólica y ahora es testigo de cómo languidece la gran esperanza económica para la comarca. Ese principio del fin vino marcado por el astillero de Navantia, cuya fábrica de turbinas realizó los primeros ensayos con componentes eólicos de lo que sería su futuro lejos de la construcción militar. Ahora ninguna pieza sale de las instalaciones de Fene, una vez rotos los contratos de asistencia tecnológica con la danesa Bonus, absorbida por Siemens.

La lista de bajas es larga. Ganomagona y su matriz, la Corporación Gestamp, con su filial Aplicar Metal, en O Carballiño, han paralizado provisionalmente la inversión en la fábrica de componentes que tenían previsto montar en As Pontes, al abrigo los incentivos regionales, y comienza a trabajar en Brasil. Gamesa, que en sus plantas gallegas da empleo a unos 470 trabajadores, reorienta su producción al marcado exterior. "Un barco sale cada semana de Ferrol y gran parte de la producción se destina a exportar", explican.

GABRIEL TIZÓN

De la euforia al desastre

Gamesa, una de las veteranas del sector, tiene plantas en Sigüeiro (ensamblaje de aerogeneradores), As Somozas (palas) y Bergondo (multiplicadores). Vestas, otro de los grandes implantados en Galicia, prosigue con la ampliación de sus instalaciones de Viveiro, también con la vista puesta en el mercado internacional, lo mismo que Emesa, del grupo Isolux Corsán, desde su planta de Coirós.

La patronal eólica EGA, que ha denunciado insistentemente durante los últimos meses la parálisis del sector, no ofrece datos exactos sobre la merma de empleos en la industria auxiliar, aunque asegura que los empleos generados se diezman de forma constante y progresiva desde hace año y medio. La industria auxiliar gallega llegó a generar el 80% de los componentes de los parques, de acuerdo con la misma fuente.

Según un informe de la asociación empresarial, el empleo directo generado por las empresas que la integran llegó en 2004 su punto más alto, cuando se llegaron a crear 2.200 puestos de trabajo. A esa cifra hay que añadir los puestos indirectos beneficiados con la construcción de los parques eólicos. En el período 2000-2005, dice el estudio, se detectó un pico máximo de empleo, que se llegó a situar en una media anual de 2.000 puestos de trabajo. Desde entonces, el descenso de la actividad, y por tanto del empleo, ha sido paulatino. Antes de que se llegase a la situación actual, las previsiones, según la patronal, se situaban para 2010 en la cota de 3.300 nuevos puestos de trabajo estructurales en Galicia, a los que se sumarían los empleos generados por la renovación tecnológica de los parques. Unos objetivos que ya no se podrán cumplir.

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