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Necrológica:
Perfil
Texto con interpretación sobre una persona, que incluye declaraciones

María Rosa Salvador, gran dama española de la moda

Creó hace 30 años el apreciado Premio Aguja de Oro

La moda de alta costura habría tardado mucho más en llegar a España si María Rosa Salvador no hubiera apostado por ella en los lejanos años sesenta, cuando en el país sumido en la grisura del franquismo "la moda no estaba de moda", como recuerda quien fue su jefa de prensa durante 20 años, Mari Luz Miranda. María Rosa Salvador murió ayer, 1 de febrero, en Madrid, a los 84 años, por un derrame cerebral. Esta gran dama de la moda creó el Premio Aguja de Oro, con 26 ediciones, de 1981 a 2006.

La tienda que inauguró en 1965 se llamaba Dafnis y estaba en el barrio de Salamanca, una zona clásica de la alta burguesía de la capital. "Desde muy joven he trabajado", dijo en 2005 a EL PAÍS, "y eso ya era muy revolucionario en una época en la que las mujeres lo que se planteaban era buscar un marido".

De origen catalán, pero radicada en Madrid desde la niñez, la moda siempre fue su pasión. "Iba por su cuenta a los desfiles de París o de Milán, y traía la ropa de los mejores modistos y diseñadores, que elegía siempre con muy buen ojo y olfato", explica Miranda. "Tenía muy buena fama en los desfiles -donde la llamaban la petite espagnole por su pequeño tamaño-, porque siempre acertaba con lo que elegía: eso siempre tenía éxito", continúa. "Además, sabía lo que le quedaba mejor a cada una de sus clientas, y era muy discreta, algo muy importante en aquel mundo de exclusividad, y que ahora ya se ha ido perdiendo".

"Me apasiona la moda", afirmó la empresaria en aquella entrevista, "y busqué mi sitio en el sector ofreciendo piezas especiales, muy seleccionadas, para lo que entonces se podía llamar alta sociedad española".

Dafnis pasó después a ser, además de tienda, taller. Salvador, además de comprar piezas en los desfiles, compraba patrones y elaboraba los trajes en un taller de "20 mujeres, costureras profesionales de primera, que estaban a la altura de las que trabajaban para los grandes modistos", añade Miranda.

Pero no era suficiente. "Un día me invitaron a la entrega del Dedal de Oro, en París, el año que se lo dieron a Givenchy", recordó Salvador. "Cuando volví a Madrid decidí que nosotros teníamos que organizar un premio así". De esta forma, nació el Premio Aguja de Oro. Sin dotación económica, el primero lo eligió un jurado compuesto por varias periodistas especializadas "y cuatro señoras, como Isabel Preysler, que participó en todos, muy amiga suya".

En los 26 años de este galardón se acercaron a recogerlo personalmente creadores de la talla de Jesús del Pozo, Armani, Pertegaz, Óscar de la Renta, Jill Sander... Sin embargo, hubo uno que no lo recogió personalmente, "y eso le dolió", rememora Miranda. Fue John Galliano. "A ella le encantaba la gente arriesgada, que tuvieran ideas nuevas, con estilo y clase", continúa. "Le hablaron de un chiquito en París y fue a verlo a su taller, un desván con una mesa camilla, y le compró cuatro faldas, con cuya venta debió de poder pagar el invierno". Luego el tiempo le dio la razón y Galliano arrolló en las pasarelas. Pero, cuando le otorgaron la Aguja de Oro, no fue a Madrid. "Ya era un Dios", dice Miranda.

El premio pasó en 2007 al Ministerio de Cultura, pero desde 2008 no se volvió a otorgar. A Salvador no le afectó demasiado: "Era respetuosa con todo el mundo y todas las opiniones", "ah, y coqueta, hasta el final". Su receta la dio una vez: "Hablar mucho, dormir poco y buenas cremas".

María Rosa Salvador, en 2007.
María Rosa Salvador, en 2007.

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