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TELEVISIÓN

Ponga rigor en su serie

Físicos, químicos y matemáticos revisan las tramas de la ficción científica

Patricia Gosálvez

La física con risa entra. En un reciente congreso, Guillermo Mena, director del Instituto de la Estructura de la Materia (CSIC), empezó su conferencia con una escena de la serie The Big Bang Theory (TNT). En el vídeo un joven físico se pelea con su novia: para él, la teoría de cuerdas explica mejor el Universo que la gravedad cuántica de bucles. La chica, devota de la segunda teoría, le deja en el acto como si fuese una cuestión de fe: "¿Y cómo pensabas educar a nuestros hijos?".

El chiste funciona aunque el público no tenga ni idea de lo que es la gravedad cuántica. "Es asombroso que algo que están investigando unas 500 personas en el mundo llegue a millones de espectadores", dice Mena. "La serie es correcta en sus contenidos científicos y trata temas punteros como la radiación de fondo de microondas... ¡En un capítulo hay hasta un cameo de Georges Smoot! [Nobel de Física 2006]". En él, Sheldon, el más excéntrico de los protagonistas (físico teórico como Mena), le propone a Smoot firmar un artículo conjunto con su nombre delante. "¿Has fumado crack?", le espeta el Nobel.

"Es asombroso que algo que investigan 500 personas llegue a millones"
Los expertos disfrutan incluyendo términos que el público ignora

"Me gusta incluir temas que el gran público no conoce; por ejemplo, mencionamos el grafeno cuando nadie hablaba de ello y antes de que sus investigadores ganasen el Nobel este año", dice David Saltzberg, el profesor de la Universidad de California que asesora científicamente la serie. Suyas son las fórmulas que aparecen en las pizarras del apartamento de los protagonistas. Recibe los guiones sin filmar con paréntesis que dicen "rellénalo con ciencia" para que coloque teorías o conceptos que se adecuen a unas tramas que alcanzan a 15 millones de telespectadores solo en EE UU. "Yo doy clase cada semana ante 150 estudiantes, tendría que hacerlo durante 100.000 semanas para conseguir ese tipo de público", bromea Saltzberg con espíritu matemático.

Numb3rs (La Sexta y Calle 13) también se toma la ciencia muy en serio, tanto que sus creadores ganaron un premio Carl Sagan a la divulgación. Trata sobre un matemático que ayuda al FBI a resolver casos aplicando patrones, estadística o la teoría de juegos. Supervisada por profesores universitarios (que han escrito blogs y libros profundizando sobre los conceptos apuntados en la ficción), la serie inspiró un programa educativo que analizaba cada capítulo antes de ser emitido y servía para endulzar las clases de matemáticas de los alumnos de secundaria.

"Se nota que tienen interés en que el público descubra que las matemáticas son vitales: detrás de Google, un GPS, una tarjeta de crédito, un código de barras, la estructura del Universo o una burbuja de aire, hay muchas matemáticas", dice Alfonso J. Población, profesor del Departamento de Matemática Aplicada de la Universidad de Valladolid y autor de Las matemáticas en el cine. "Numb3rs desmitifica la complejidad de las matemáticas y a quienes trabajan con ellas; nada de cabezas cuadradas de pelo cano encerrados en una Universidad".

Numb3rs no comete fallos, pero el profesor considera que hay "cosas pilladas por los pelos para que la trama funcione". "A veces da la impresión de que el protagonista tiene una varita mágica".

De la misma opinión, pero respecto a Bones, es María del Mar Robledo, directora del Laboratorio de Antropología Forense y Criminalística de la Escuela de Medicina Legal de la Universidad Complutense. Sus compañeros abrevian llamándola Bones o Brennan, el nombre de la protagonista de la serie, antropóloga forense como ella. "La comparación es halagadora", ríe la doctora. "Los casos y los resultados mostrados en la ficción son realistas, la metodología y el aparataje, no tanto", dice. "Aquí no tenemos tecnología tan sofisticada y los tiempos no se parecen a nuestro día a día; en lo que dura un episodio no resuelves nada".

No solo los guionistas se aseguran de estar bien asesorados. También los traductores. "Con este tipo de ficciones no puedes meter la pata", explica Alejandro Vellaz, supervisor científico de Best Digital, la empresa que dobló Numb3rs al castellano. "Aprendí muchas cosas con la serie", dice. Entre ellas, cómo se traduce "strong type estimates", un concepto sobre el que entonces no había apenas literatura. Vellaz contactó con una profesora española que trabaja en el puntero asunto en una universidad estadounidense para que le propusiese una traducción: "Desigualdades de tipo fuerte". "Pero no esperes que te explique lo que significa", añadió la matemática en su mail. Además de conceptos, estas series contienen estereotipos: los científicos son raritos. "Se quedan cortos... ¡Somos aún peor!", celebra Mena, que admite que en su "comunidad" hay tantos fans de Star Trek como en The Big Bang Theory. "Lo bueno es que a pesar de sus rarezas les coges cariño", dice el físico. "Estas series rompen el aislamiento de la comunidad científica".

En la comedia Los informáticos (Canal +) un equipo de ingenieros pasa el día atendiendo las llamadas de oficinistas que los desprecian. Al final colocan un contestador: "¿Ha probado a apagar y encender su ordenador?" Aguantan a una jefa que dice cosas como: "Si buscas Google en Google, ¿Internet explota?" Lucen camisetas con acrónimos (por ejemplo RTFM: lee el maldito manual, en inglés) y trabajan en un sótano lleno de viejos Atari, juegos de rol, mascotas de Linux... "Se parece mucho a nuestra oficina, ¡aunque en la nuestra no hay una mujer!", admite Yago Fernández Hansen, ingeniero informático y autor del blog Diario de un hacker. "La serie tiene éxito entre los informáticos porque no es una sátira dañina y hace guiños a la comunidad geek".

El profesor de UCLA que asesora The Big Bang Theory admite colarlos: cuando murió Mandelbrot escribió en las pizarras del decorado su teoría de los fractales como homenaje. Una vez intentó ir más allá y escribió un chiste en el guión. No coló. "La comedia tiene 2.000 años de historia, tantos como la física, y nuestros guionistas llevan décadas escribiendo", dice el físico. "La ingeniería y el diseño detrás de cada guión es enorme; hay mucha ciencia en toda sitcom".

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Sobre la firma

Patricia Gosálvez
Escribe en EL PAÍS desde 2003, donde también ha ejercido como subjefa del Lab de nuevas narrativas y la sección de Sociedad. Actualmente forma parte del equipo de Fin de semana. Es máster de EL PAÍS, estudió Periodismo en la Complutense y cine en la universidad de Glasgow. Ha pasado por medios como Efe o la Cadena Ser.
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