Volar o no

En el fútbol, a los que el día después del partido explican cómo había que hacer para ganar los llaman los sabios del lunes por la mañana. La miniserie basada en el accidente del avión de Spanair en Barajas, emitida por Telecinco, se saldó con resultados decepcionantes de audiencia y para muchos analistas el pinchazo fue debido al respeto de la audiencia por causas tan dolorosas.
No sé si la moral televisiva existe, hay razones para dudarlo. Es cierto que dejar en manos de Telecinco algún asunto serio es como irte a operar las amígdalas a una carnicería, pero los responsables de la serie trataron de explicar que serían respetuosos con la inspección judicial en curso, delicados con las víctimas, rigurosos en el tratamiento. Quizá su prudencia hundió la propuesta.
Para empezar, el título era tan cuidadoso como el avión que utilizaron, sin logos ni marcas, como si fuera una paloma blanca con alas rotas. Llamar a algo Vuelo IL8714 te obliga a pensar si La guerra de las galaxias habría sido el mismo éxito titulándose Las vicisitudes de C3PO. La serie era respetuosa, no hería sensibilidades, jugaba en los márgenes que los peritajes permiten, era más bien un estudio sobre las presiones histéricas que un accidente así desencadena, y la gente percibió que aquello no le iba a dar lo que buscaba. Si se hubiera recreado en el dolor, en la miseria, en la angustia, en la catástrofe, en las sospechas, en las teorías conspirativas, en la denuncia laboral, en la culpa, en la avaricia empresarial o en la lamentable gestión de urgencia de la compañía, ahora hablaríamos con indignación de su éxito de audiencia. Al contrario del análisis general, la gente no huyó por rechazo al morbo, huyó por lo contrario. Si prometes una visita a la morgue no puedes luego quedarte a la puerta. El éxito de otras miniseries reside en elegir personajes cuyas biografías permiten la dosis imprescindible de morbo y criadilla emocional sin asociaciones de víctimas al cuidado. Respeto y pudor son a la tele como echarle gaseosa al whisky.
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