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Reportaje:

Bolas y 'swings' en plena noche

Los golfistas juegan en Marbella tras la puesta de sol en el único campo de golf iluminado andaluz

Javier Martín-Arroyo

Alessandro Ferragina le ha dado a la bola con su destreza habitual. Ha seguido con dificultad su recorrido, ayudado por enormes focos que iluminan el green. Porque a pesar de la oscuridad, a las 23.30 del pasado jueves Alessandro aún continuaba de hoyo en hoyo. "Es maravilloso cómo te cambia el punto de vista, pero lo que más agradeces es que no haya nadie", confía.

Ferragina es golfista profesional y ha llegado a la Costa del Sol desde Roma acompañado de sus amigos Fabrizio y Luca, simples aficionados. En cuatro días han probado cuatro de los 16 campos con que cuenta Marbella, y tras buscar nuevas sensaciones, la noche del jueves hicieron bingo. Acudieron al campo La Dama de Noche, junto a Puerto Banús, donde se puede jugar después de la puesta de sol y hasta la una de la madrugada gracias a treinta enormes focos y 125.000 vatios que permiten no perder de vista la bola. A pesar de ello, de noche se pierden más bolas que nunca, "con mucha diferencia", confiesan los golfistas.

La Dama de Noche se convirtió en 1991 en el primer campo de golf iluminado de Europa, aunque hoy comparte este peculiar honor con muchos otros campos. Sus nueve hoyos y 2.749 metros de recorrido discurren entre una autopista, el río Verde, y residenciales situados en el núcleo de Nueva Andalucía, cercano a Marbella.

La oferta de jugar de noche seduce al golfista por su carácter insólito pero, sobre todo, por la baja temperatura y por la tranquilidad que supone disfrutar de un campo con apenas tres parejas, cuyos golpes no se cruzan en toda la jornada. En hora punta, en este campo pueden coincidir hasta quince partidas, y la masificación que provocan las jugadas lentas de aficionados novatos echan para atrás a otros profesionales de mayor nivel. "La principal diferencia es el fresquito y que si te gusta estrenar bolas, aquí las puedes perder sin parar, como Rafael", comenta Eva Quirós, que acude a jugar hace cuatro años acompañada de su compañero Rafael Fernández, al que acusa entre risas de perder bolas constantemente.

A jugar al golf a La Dama de Noche acuden tanto turistas nacionales como extranjeros, entre los que abundan británicos y nórdicos. "Hay un grupo muy fiel de suecos a los que les chifla jugar de noche, que reservan con un año de antelación", cuenta Paloma Carrizo, caddy master del campo. Éste no tiene socios, pero tiene la ventaja de estar ubicado entre Marbella y San Pedro y admitir jugadores sin reserva previa. Para Carrizo, el gasto en iluminación justifica que la tarifa impuesta a los golfistas se encarezca de 26 a 50 euros para disfrutar de la noche mientras se acierta en los hoyos.

El golf es para muchos una pasión por la que merece la pena madrugar. A diario, los golfistas acuden desde las 8.00, cuando se abren las instalaciones. "Hay jugadores solitarios que esperan en la puerta", explica Carrizo.

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En verano la clientela es, sobre todo, nacional, mientras que en invierno los más osados que salen al green, haya rachas de viento, llueva o granice, son los golfistas extranjeros, mucho más atrevidos e inmunes a las inclemencias del tiempo, por lo general, a pedir de boca en la Costa del Sol.

La noche del pasado jueves, dos hoyos más adelante del primer grupo de italianos, Piero, Michele y Paolo, venidos desde Palermo y vestidos con chillones pantalones verdes y naranjas, discutían por qué la iniciativa no estaba más extendida en otros países. "La Costa del Sol es el territorio perfecto para las excentricidades de cualquier bolsillo", apuntó Paolo.

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Sobre la firma

Javier Martín-Arroyo
Es redactor especializado en temas sociales (medio ambiente, educación y sanidad). Comenzó en EL PAÍS en 2006 como corresponsal en Marbella y Granada, y más tarde en Sevilla cubrió información de tribunales. Antes trabajó en Cadena Ser y en la promoción cinematográfica. Es licenciado en Periodismo por la Universidad de Sevilla y máster de EL PAÍS.

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