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Urquía tacha de "montaje" la causa sobre los sobornos del 'caso Hidalgo'

Un amigo del ex juez dice que "iba de farol" cuando pidió seis millones

Fernando J. Pérez

Sentado como un cantaor en la silla de los declarantes, Francisco de Urquía no paraba de mover las piernas. El ex magistrado, condenado en firme por cohecho -cobró 78.000 euros del ex asesor urbanístico marbellí Juan Antonio Roca- se enfrentó ayer al segundo de los juicios contra él por corrupción. Esta vez el fiscal le acusa de participar, junto a dos amigos suyos, en una trama urdida para sacar hasta ocho millones de euros a empresarios imputados del caso Hidalgo de blanqueo de capitales, que instruía él. Urquía se enfrenta a una petición fiscal de dos años de prisión, multas que suman 8.096.000 euros y 30 años de inhabilitación para el cargo de juez. Esta última pena es, seguramente, la que menos le preocupa: "No tengo intención de regresar a la judicatura", fue su última frase ante el tribunal.

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Urquía empezó fuerte su declaración ante la Sala de lo Civil y Penal del Tribunal Superior de Justicia de Andalucía (TSJA): "Todo lo que está pasando es un montaje de los acusados de Hidalgo para desacreditar la operación", que inició él cuando era titular del Juzgado número 2 de Marbella (Málaga). El ex magistrado negó haber dado ninguna información sobre el sumario de Hidalgo a sus amigos Igor Mier -hoy su enemigo íntimo- y Arnaud Fabrice Albouhair -"lo tengo en cuarentena, pero confío en él"- para que la utilizaran en sus supuestos planes de extorsión al empresario hotelero David Shamoon.

El ex juez, que ahora ejerce la abogacía en Alicante, afirmó también que desconocía las "rocambolescas" gestiones que supuestamente estaba realizando Mier ante Shamoon, imputado en la causa por blanqueo. El ahora ex amigo de Urquía se jactaba de tener acceso al instructor "a través de una gente de Madrid", y le pedía ocho millones de euros -luego lo rebajó a seis- a cambio de conseguir que el magistrado levantara el embargo que impedía al empresario vender el lujoso hotel Puente Romano para obtener liquidez. Para ello, hacía ver que tenía acceso al sumario. Incluso comentó el desmayo que sufrió David Shamoon cuando declaró como imputado ante el juez Urquía.

"Si arregláis esto [es decir, si Shamoon pagaba], te garantizo que en Marbella no tendrás nunca ningún problema judicial. Lo que entra en el juzgado yo lo controlo", le dice Igor Mier a Daniel, hijo de Shamoon, en una grabación reproducida durante la vista oral. Mier, dueño de la revista Social Life, dedicada a inmortalizar los saraos de la gente guapa de Marbella, afirmó que el supuesto acceso al juez Urquía no era sino "un farol" para atraerse a Shamoon y conseguir que le comprara, por 1,5 millones de euros, su glamurosa publicación.

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Mier solo quiso contestar las preguntas de su defensa. El fiscal superior de Andalucía, Jesús García Calderón, leyó las 71 cuestiones que le tenía preparadas y las intercaló con la audición de varios pinchazos telefónicos y de las grabaciones que realizó Daniel Shamoon con ayuda de la Guardia Civil durante sus encuentros con el publicista. En una de ellas Mier le dice al hijo del hotelero: "Al final por esta vía os sale más barato. Imagínate no tocar un duro durante tres o cuatro años", por el embargo. En otra ocasión le sugiere: "No os durmáis, porque esto se puede complicar mucho". No obstante, Mier, daba facilidades: "Podéis pagar el 50% cuando se libere el Puente Romano y el resto a los tres meses".

Por su parte, Arnaud Albouhair negó todas las acusaciones, entre ellas la de haber recibido 60.000 euros del empresario belga-paquistaní Azan Khan a cambio de mediar ante Urquía para lograr su puesta en libertad. Khan, también imputado, insistió en el pago, pero lo desvinculó de una supuesta gestión para que tanto él, como su esposa y su sobrino, salieran de la cárcel.

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Sobre la firma

Fernando J. Pérez
Es redactor y editor en la sección de España, con especialización en tribunales. Desde 2006 trabaja en EL PAÍS, primero en la delegación de Málaga y, desde 2013, en la redacción central. Es licenciado en Traducción y en Comunicación Audiovisual, y Máster de Periodismo de EL PAÍS.

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