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Reportaje:

Las chicas también pinchan

En las discotecas cada vez hay más mujeres DJ, una profesión tradicionalmente de hombres

El mundo del disc jockey está copado por hombres. Son ellos quienes ocupan las cabinas de las grandes discotecas y animan a las masas con su música, su presencia. Pero para presencia, la de las mujeres, que poco a poco van abriéndose camino y haciéndose más numerosas. El disc jockey (DJ) controla el ambiente de la sala, es quien decide a qué ritmo se moverá el cuerpo. Y además, anima. Todo un fenómeno que va más allá de la juerga de una noche. Es un trabajo y una afición. En la cabina, están sobre un pedestal.

Un flyer (folleto) de una fiesta anuncia los DJ que pincharán durante toda la noche en tres carpas inmensas en Burguillos (Sevilla). Los DJ invitados aparecen junto a su foto. 38 caras. Dos de ellas resaltan a un golpe de ojo: son Anita Breakz -Anita rompe- y Lady Packa. "Al ser chica se fijan más en ti", confiesa Ana Liñán (Utrera, 1983), "pero no hay ninguna diferencia entre un hombre y una mujer a la hora de pinchar", asegura.

Francisca Arjona (Sevilla, 1969), conocida como Lady Packa o Lady K, es otra historia. Ella es una de las pioneras. Empezó en 1989, cuando no había ninguna mujer ante los platos. Se ha colocado entre los puestos más altos, la requieren salas de España y el extranjero y las más jóvenes la citan como referencia. "Cuando empecé sí que tenía que demostrar que podía hacerlo bien siendo mujer", recuerda, "quizá por eso las que empezamos seamos más serias en la cabina, aunque es verdad que si eres mujer, y eres buena, es más vistoso".

Ambas aseguran que este no es un ambiente machista y que son bien recibidas tanto por sus compañeros como por la audiencia. Entonces, ¿por qué son pocas? "Lo que pasa es que las mujeres hemos llegado tarde a todo", ríe Marta Hunt (Cádiz, 1982), una DJ que apostó fuerte por el minimal cuando los dueños de las discotecas aún recelaban de este estilo. "También es algo cultural", matiza Anita, "a las mujeres nos cuesta más empezar si creemos que es cosa de hombres, nos lo pensamos todo más, somos más reticentes".

¿Y, una vez abierto el camino, qué las detiene? "Podría ser por los horarios, hay que viajar constantemente y pasar mucho tiempo fuera de casa", dice Marta Hunt. Eso no siempre es un problema, Lady Packa tiene una hija de 13 años y es madre soltera. Asegura que puede compaginar su profesión con ser madre, "con mucho esfuerzo, pero se puede". Además, Anita y Marta también lo compaginan con trabajo y estudios, son óptica y psicóloga respectivamente.

Las tres son autodidactas. Poco a poco se pusieron frente a los platos y la práctica les hizo aprender a distinguir una buena mezcla de una mala. Luego vino conseguir el equipo. Es caro. Se necesitan dos platos, una mesa de mezclas, amplificador, altavoces y cascos. Y muchos vinilos. Cada mes tienen que renovar su recopilatorio. "Una sesión de una hora puede llegar a costar 100 euros, que es lo que cuestan los vinilos que utilizas", asegura Marta.

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Lady Packa recuerda que antes había que comprar la música en la discoteca. Ahora hay más tiendas especializadas en este tipo de música. "Esto es una minoría, pero es mucha gente la que mueve", añade Anita, que a pesar de eso recuerda que cuando vivió en Londres -una de las cunas de los DJ- volvió con la maleta llena de discos. Marta también compra mucha de la música que utiliza en Reino Unido y Amsterdam.

En un futuro próximo será algo más barato. Ya existen muchos mezcladores de CD o programas como el Final Scratch que hacen innecesarios los LP. En cuanto a sueldos, varían. Las sesiones, que pueden durar de media hora a toda la noche, en el caso de los DJ residentes, pueden ir desde los 100 euros para alguien que empieza a los más de 1.000 para un experto. Hay quien cotiza hasta 7.000 por sesión, depende del caché.

Con los vinilos en los platos, cada una aporta su estilo. Anita Breakz se decanta por el breakbeat, un ritmo que asegura es de los más andaluces. Lady Packa elige el mismo en sus sesiones, pero su alter ego, Lady K, se decanta por estilos más oscuros: el techno y el house. Marta apuesta por el minimal y dice que es "lo que más se escucha ahora". Lo más importante para hacerlo bien es conocer la música, saber qué canciones de qué discos mezclar. "Lo mejor es ver cómo la gente te responde", aseguran.

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