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Reportaje:

'Que no diga Aznar que somos vagos'

El mayor contingente de los 10.000 vendimiadores andaluces partió ayer con destino a Francia

Ginés Donaire

Enrique López empezó a ir a la vendimia francesa con sólo 16 años. Hoy ya tiene 47, pero la necesidad económica sigue siendo la misma. Nunca le ha importado coger las maletas con tal de echar los jornales que no encuentra en su pueblo, Los Corrales (Sevilla). Pero este año no se va como si tal cosa, lo hace cabreado con el Gobierno por las críticas vertidas hacia los jornaleros andaluces para justificar la nueva reforma laboral y el famoso decretazo. 'Que luego no diga Aznar que somos vagos; no nos vamos por gusto a 1.400 kilómetros de nuestra casa', exclama este jornalero sevillano.

Como Enrique -que marcha a Francia acompañado de su hija Mati, de 18 años, que se estrena como temporera- otro millar de vendimiadores andaluces partió ayer hacia las viñas del sur francés en el mayor éxodo de la campaña. El resto, hasta completar los 10.000 vendimiadores andaluces -de un total de 15.000 en toda España-, saldrán en los próximos días para echar entre 20 y 30 días de trabajo. La mayoría de ellos lo hace a bordo de los autobuses de la empresa Torralbo, convertida desde hace ocho años en el principal referente de los vendimiadores andaluces a la hora de elegir el transporte.

Javier Torralbo, gerente de la empresa, y los sindicatos no se ponen de acuerdo a la hora de valorar la evolución de temporeros en los últimos años. Mientras el primero habla de una cierta regresión a consecuencia de la masiva incorporación de trabajadores de los países del Este y de Portugal, 'más dóciles que los españoles', el secretario provincial de la Federación Agroalimentaria de UGT, Pedro Marcos, estima que el número de vendimiadores andaluces permanece estabilizado desde hace un lustro tras el descenso experimentado a principios de los noventa. Quizá la falta de coincidencia tenga que ver con la proliferación de 'líneas pirata' de transporte.

Varios sindicalistas de UGT esperaron ayer a los vendimiadores en Bailén (Jaén), lugar donde hicieron un alto para el almuerzo los autobuses procedentes de Sevilla, Cádiz, Córdoba y otros puntos de Andalucía. Lo hicieron para repartirles folletos informativos con todos los derechos que deben reclamar a los empresarios del país vecino. Se les recuerda que ningún trabajador podrá cobrar menos de 6,83 euros por hora (que es la cantidad del salario mínimo interprofesional francés), de las prestaciones familiares que podrán percibir del Gobierno francés y de otros trámites burocráticos. Sin embargo, el folleto apenas dedica dos líneas a las condiciones de habitabilidad. Y es que, 'ya quisieran los empresarios españoles ofrecer unos alojamientos tan dignos como los franceses', asegura el sindicalista Antonio Gómez.

Pese a los avances de los últimos, los vendimiadores no pueden evitar el largo viaje, de más de 24 horas en autobús. 'No nos queda otra solución, es una época donde no hay trabajo en nuestro pueblo', indica, mientras se come un racimo de uvas, Antonio Mohedano, que viaja con un grupo de vendimiadores de Fuente Palmera (Córdoba). Entre los expedicionarios hay muchos adolescentes que han cambiado las aulas por el oficio de cortadores en las viñas francesas. Como Baldomero, que viaja con sólo 17 años desde Fuente Carretera (Córdoba) o Manuel Jesús, éste ya mayor de edad, que lo hace tras haberse quedado en el paro en la construcción y 'por el incierto futuro del decretazo para los más jóvenes', se lamenta. En cambio, su padre, Rafael Lucena, tiene un motivo para estar más contento: el año que viene, al cumplir los 52 años, podrá tener derecho a un año de subsidio agrícola, 'una limosna que da el Gobierno a Andalucía', puntualiza.

Muchos vendimiadores se ven obligados a dejar a sus hijos pequeños en la red de guarderías temporeras que la Junta abre en los municipios con mayor número de temporeros. Aunque algunos, como la familia de Cristóbal Merino, de Los Corrales (Sevilla), han tenido que echar mano de su suegra ante la ausencia de guardería.

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