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El gallego del pulpo y los mejillones

A Antonio Perales siempre le pesará haber confiado en Alejandro Dávila Ouviña, un empresario gallego experto en seducir a autoridades andaluzas. Convenció en Almería para promover una granja de pulpos. De allí lo conoció Perales. Dávila le explicó que tenía pensados varios negocios para Cádiz. En El Puerto creó un prototipo para medir la calidad de las aguas del mar en tiempo real. También tenía proyectos de acuicultura y energías renovables. A través de su firma Tecmargal, compró suelo en Alcalá de los Gazules, y su nombre estaba detrás de los polémicos proyectos AquaAndalucía y Cádiz Solar Center. El empresario recibió 15,5 millones de euros que ahora Industria le exige por no haber desarrollado a tiempo los proyectos.

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El exgerente del plan Bahía Competitiva no ha dudado en tildarle de "golfo". Aunque ahora reniegue de él, Perales luchó por los proyectos del gallego. Incluso frente a los técnicos de la Junta y la Diputación, que advirtieron a Industria de que el empresario se estaba llevando el 32% de las ayudas a la reindustrialización de Cádiz. Esa advertencia llegó por escrito al ministerio pero Dávila recibió los millones. Nadie ha sabido explicar todavía por qué, aunque Perales ha dado una pista. "No se pueden examinar 300 expedientes en un solo mes".

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