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ELECCIONES CATALANAS

Catástrofe socialista en Barcelona

CiU aventaja en 130.000 votos al PSC en la ciudad y se impone en todos los distritos salvo en Nou Barris - La continuidad de Hereu, en la cuerda floja

Blanca Cia

Los socialistas se hunden en Barcelona y cosechan el peor resultado de su historia. La capital catalana dejó de ser feudo del PSC en las elecciones autonómicas de 2006, pero el resultado de ayer desangra aún más al partido de José Montilla, que solo obtiene el 17,8% de los sufragios frente al 36,2% de CiU. El porcentaje del voto socialista nunca había bajado del 20%. La federación nacionalista le saca ahora al PSC la friolera de 130.000 votos en Barcelona. La formación que lidera Artur Mas gana en todos los distritos barceloneses salvo en Nou Barris.

Los socialistas no son los únicos en estrellarse, porque sus socios del tripartito también salen muy mal parados: Iniciativa per Catalunya pierde dos puntos respecto a 2006 -del 11,9% al 9,2%- y Esquerra Republicana es la que más sufre: del 12,1% al 6,5%. Si el vaso socialista se ha vaciado, el de CiU se ha llenado y pasa de tener un 29% de los votos en 2006 al 36,8% de ayer.

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La subida de CiU, en todo caso, no es tan aparatosa como el fiasco del PSC. El PP, poco a poco, sigue subiendo puntos: en 2006 tuvo el 13,2% de los sufragios y ayer trepó al 14,2%. Con esos resultados, Barcelona ha dejado de ser social y políticamente una ciudad de izquierdas: el tripartito ha cedido su primacía a la suma de CiU y PP.

Los considerados feudos socialistas como Sant Martí, Horta-Guinardó, Ciutat Vella y Sants-Montjuïc han dejado de serlo. En todos ellos, CiU se ha colocado por delante del PSC. En todos y cada uno de los distritos, la caída de los socialistas ha sido de entre seis y ocho puntos, y el ascenso de CiU se ha movido entre los cinco y los ocho.

Las caras del alcalde de Barcelona, Jordi Hereu, anoche poco antes de la comparecencia de Montilla, y la de Carles Martí, secretario de la Federación de Barcelona, eran de circunstancias.

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Esta misma semana, miembros del grupo socialista en el Consistorio barcelonés admitían que la frontera psicológica del "desastre" eran los 30 diputados. Si los resultados eran peores, entendían que sería muy difícil hacer ningún tipo de cábala sobre las elecciones municipales de mayo a cerca de quién sería el cabeza de lista. Si no se llegaba a ese fiasco, también insistían en que su candidato era el alcalde, Jordi Hereu.

La Federación de Barcelona tenía toda la intención de defender a su candidato pasara lo que pasara el 28-N. Y más, si cabe, si el resultado de las autonómicas era de descalabro. La reflexión que se hacían algunos colaboradores de Carles Martí era: "¿Si se llega a una hecatombe, con qué autoridad nos pueden imponer a otro candidato?". Frente a esa posición, la de la dirección del PSC era la contraria: si se pierde el gobierno hay que poner toda la carne en el asador para no perder, también, la capital, dando por descontado que con Hereu la perdían. En las quinielas estaban los nombres de Antoni Castells, Montserrat Tura o Ferran Mascarell. La posibilidad de ir a primarias, no negada por nadie, no suscita entusiasmo alguno.

Artur Mas se abraza a su esposa, Helena Rakosnik, tras conocer su triunfo.
Artur Mas se abraza a su esposa, Helena Rakosnik, tras conocer su triunfo.CARLES RIBAS

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Sobre la firma

Blanca Cia
Redactora de la edición de EL PAÍS de Cataluña, en la que ha desarrollado la mayor parte de su carrera profesional en diferentes secciones, entre ellas información judicial, local, cultural y política. Licenciada en Periodismo por la Universidad Autónoma de Barcelona.

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