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Columna
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Manos impunes

A raíz de que el Tribunal Supremo admitiera a trámite la querella por prevaricación contra el juez Baltasar Garzón, EL PAÍS y otros medios han subrayado la personalidad y la biografía del querellante, Miguel Bernad Remón, presidente del llamado Sindicato Colectivo de Funcionarios Públicos Manos Limpias. En efecto, dicho individuo posee, desde los albores de la transición, un acrisolado currículo en el seno de la ultraderecha madrileña, a la sombra del caudillo Blas Piñar. Vicepresidente de Fuerza Nueva y más tarde secretario general de su mutación, el Frente Nacional, Bernad fue eurocandidato de esta última sigla en las elecciones de 1987 y de 1989 antes de impulsar, hacia 1992, una confluencia de la extrema derecha más integrista con el objeto de "actualizar los valores de la patria que se defendían durante el franquismo".

Ha tenido que ser Baltasar Garzón el blanco de las fobias de Manos Limpias para que saltase la alarma sobre esta telaraña

Tales esfuerzos, sin embargo, no pudieron impedir que el Frente Nacional se disolviera en junio de 1994. Todo induce a pensar que, entonces, Bernad decidió perseguir los mismos fines de perturbación y corrosión del sistema democrático, pero con otros métodos: en mayo de 1995 creaba Manos Limpias, un seudosindicato del que no consta participación en unas elecciones sindicales, ni presencia en comité de empresa alguno. De hecho, es una plataforma ultraderechista que se ha especializado en el uso espúreo de la acción popular ante los tribunales de justicia; un montaje en cuya página web se apela así a los visitantes: "acércate, intégrate y colabora con nosotros en hacer una España mejor, más digna, próspera, solidaria, una España no dividida que nos llevará a poder ser el referente en el concierto internacional". Muy sindical no suena, la verdad...

Por otra parte, estos días ha trascendido también que el magistrado ponente de la admisión a trámite de la querella contra Garzón en el Supremo, Adolfo Prego, es patrono de honor de la Fundación para la Defensa de la Nación Española (Denaes). En efecto, desde la constitución de la citada entidad en enero de 2006, don Adolfo Prego de Oliver forma parte de su patronato de honor junto a -entre otros- Francisco Caja, Fernando García de Cortázar, Jon Juaristi, Amando de Miguel y Alejo Vidal-Quadras. A la vista de tales nombres, resulta casi innecesario añadir que, según Denaes, "España peligra" y está "en serio riesgo de desaparecer", mientras cunde la "pasividad de las autoridades del Estado ante el separatismo catalán".

Cuanto acabo de resumir acerca de la naturaleza ideológica de Manos Limpias y de Denaes es notorio y fácil de documentar. Sin embargo, no había merecido hasta ahora mayores atención ni comentario en la prensa progresista española. Casi nadie enfatizó el carácter ultraderechista o franquista de Manos Limpias mientras Miguel Bernad presentaba querellas contra la ley catalana de Política Lingüística de 1997, contra Jordi Pujol, Pasqual Maragall y Joan M. Pujals, contra Iñaki Anasagasti, Xabier Arzalluz y Xabier Balza, contra la plataforma Nunca Mais, contra Josep Lluís Carod Rovira y contra Ernest Benach, contra José Montilla, contra el diario Avui y TV-3, hasta contra la OPA de Gas Natural sobre Endesa; ni siquiera cuando las denuncias del sedicente sindicato llevaron a la condena de Juan María Atutxa, Gorka Knörr y Kontxi Bilbao. Tampoco hubo reacciones apreciables en octubre de 2007, cuando Denaes y otros cuatro grupos de la misma cuerda propusieron una reforma constitucional recentralizadora y marginalizadora de los nacionalismos periféricos.

Ha tenido que ser Baltasar Garzón el blanco de sus fobias para que saltase la alarma, funcionasen las hemerotecas y comenzara a desenmascararse la telaraña de colectivos y plataformas, medios convencionales y digitales, políticos del PP y fascistas redomados que llevan años cultivando un nacionalismo español tan reaccionario como excluyente. Más vale tarde que nunca, y ojalá abran los ojos quienes creen que, ahora, lo progresista es el españolismo.

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