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Un pueblo bajo los focos

Consulta sin incidentes pese a la manifestación de Falange

Rebeca Carranco

Una veintena de jóvenes corren cuesta arriba. "Ahí están", gritan. Aguardan en una esquina, armados con lo que encuentran en el suelo. Los dos autobuses con los manifestantes de Falange Española toman la curva, pasan por delante de ellos y empieza la lluvia de piedras. Resultado: dos lunas rotas. Es todo lo que pasó ayer en Arenys de Munt. La consulta independentista que tanta expectativa y miedo había despertado se celebró sin incidentes. Lo peor, la lluvia, que a las cuatro de la tarde obligó a desalojar la riera, y que el pan se acabó en algunos bares.

A las once de la mañana había caravana para entrar en Arenys. "¡Hay mucha gente!", se oía desde varios puntos de la rambla de la población, llena hasta los topes. Delante del Centro Moral, dependiente de la parroquia y lugar donde se instaló el colegio electoral, Joan Bellana, abogado de 32 años, tomaba una fotografía a Pau Comes, químico de 45 años. Les hubiera gustado hacer la media hora de cola para votar, pero eran de Vic. Se conformaron con caminar entre los puestos de camisetas y de espardenyes y los supermanes con capas de cuatro barras.

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Los votantes entraban y salían del centro. El alcalde, Carles Móra, charlaba con todos. Votó a las doce, rodeado de cámaras y periodistas (más de 160, de España, Estados Unidos, Francia y Quebec).Carles Móra estaba exultante: la consulta se había celebrado y Arenys, por un día, fue la capital de la Cataluña soberana. Pero su protagonismo se vio eclipsado. Unos metros más abajo, en los alrededores de la plaza de Catalunya, estaba el verdadero punto caliente. Cuanto más cerca de la zona, más difícil era moverse. A las doce no cabía un alfiler. 'Sólo puede pasar prensa', explicaba un hombre vestido de naranja, cogido a otras dos personas. Formaban una cadena humana de voluntarios que contenía a cientos de personas. Detrás de ellos, otra cadena de mossos, y detrás de los agentes, una zona vacía. Y más atrás aún, la plaza de Catalunya, donde estaba previsto la concentración de Falange. A las 12.30 horas, entró el primer falangista. Avanzó decidido hasta el centro enarbolando una bandera anticonstitucional, pero los Mossos d'Esquadra le cerraron el paso y le convencieron de que la guardase. Le siguieron unas 60 personas. '¡No saldréis de aquí!', gritaban centenares de independentistas, apostados en balcones, montañas y calles de los alrededores. Mientras, al otro lado, en la riera, los congregados cantaban Els Segadors a voz en grito. Pero sus voces se perdían entre los clamores de vivas a España de los concentrados y el sonido del helicóptero que sobrevoló Arenys durante la manifestación. Hasta en dos ocasiones ondeó una bandera española con el águila franquista. Durante una hora los concentrados tuvieron tiempo de leer un comunicado, poner el himno de España y cantar el Cara al Sol. A las 13.30, estaban de vuelta a los autocares. En el repliegue, fue cuando varios jóvenes, armados con piedras, rompieron dos lunas de los autobuses que devolvían a los falangistas a sus casas -al menos seis eran de Madrid-. Los Mossos, tras una pequeña carga para disolver a los independentistas, saldaron su jornada sin detenciones. 'De haber dejado pasar a los que estaban en la riera [contenidos por el grupo de voluntarios] habría sido una guerra', aseguraba luego Rosa. La mujer pasó una semana 'con el miedo en el cuerpo' y al final tuvo que cerrar su bar La Plaça: 'Me amenazaron con quemarme con la estelada dentro'. Y mientras unos y otros medían las fuerzas, una voluntaria restregaba tomates en el pan sin descanso. Cada vez que levantaba la vista y veía la larga cola se le escapaba un suspiro. El menú del día consistió en butifarra, judías blancas y pan con tomate por 13 euros. A la mujer aún le esperan siete cajas repletas de tomates, pero por desgracia (o por suerte) el pan se acabó. Y llegó la lluvia. A las cuatro de la tarde hubo que desalojar por riesgo de tormenta. Aun así, se tiraron fuegos artificiales y desfilaron los geganters y los bastoners.

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Sobre la firma

Rebeca Carranco
Reportera especializada en temas de seguridad y sucesos. Ha trabajado en las redacciones de Madrid, Málaga y Girona, y actualmente desempeña su trabajo en Barcelona. Como colaboradora, ha contado con secciones en la SER, TV3 y en Catalunya Ràdio. Ha sido premiada por la Asociación de Dones Periodistes por su tratamiento de la violencia machista.

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