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53º FESTIVAL INTERNACIONAL DE CINE DE SAN SEBASTIÁN

Ben Gazzara: "Creo que todavía tengo derecho a conseguir a la chica guapa"

El actor, rostro indiscutible del mejor cine estadounidense, recibe el Premio Donostia

Rocío García

Ben Gazzara ya no está fuera del sistema, ya no es un indomable, ahora sueña con su casa italiana de Umbría -"es lo mejor que he hecho en mi vida, es mi paraíso"- y se recrea en su nueva faceta de escritor de ficción, mientras relee los grandes títulos de la literatura clásica rusa, como Ana Karenina, de Tolstói, o El idiota, de Dostoievski. Atrás quedan los años en los que trabajaba con John Cassavetes -"entonces sí que éramos indomables"- y tenían que producirse sus propias películas (Maridos, La muerte de un corredor de apuestas chino o Noche de estreno). "Nadie nos daba dinero, por eso decidimos crear nuestro propio cine totalmente fuera del sistema", recuerda Ben Gazzara, que ayer, a sus 75 años, recibió el Premio Donostia en el Festival de Cine de San Sebastián, de manos de la actriz Marisa Paredes. "Yo no era únicamente el actor que me aprendía el guión en casa en solitario. No me gustan esos trabajos profesionales a los que le falta corazón y sorpresa. No actúo para los directores. Mi trabajo consiste en la elaboración de la película, en la realización de todo el proceso creativo junto a los directores. Con Cassavetes y Bogdanovich, discutíamos y hablábamos largamente sobre la película y sobre la elaboración de los personajes". Y la nostalgia aparece en la voz de este gran intérprete cuando explica que le gustaría volver a repetir lo que califica de "experiencias maravillosas". "Ahora son sólo eso, recuerdos".

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Con voz ronca casi sin fuerzas, Ben Gazzara espera que el Premio Donostia no signifique el final de nada, sino el comienzo de algo nuevo. "El cerebro no envejece tanto, sigue siendo el motor, pero desgraciadamente la carrocería está ya cuesta abajo. Sin embargo, creo que todavía tengo derecho a conseguir a la chica guapa en la película", asegura sonriente.

Se lamenta Gazzara de que se ha vuelto algo vago, de que ha cogido la mala costumbre de no ir a las salas a ver cine -"hace dos años que no voy"- y sí la de ver todos los DVDque le envían de la Academia de Hollywood. Pero cita a los hermanos Coen y a Ang Lee como nombres fundamentales del cine de hoy en Estados Unidos.

Sus largos años de experiencia artística le han enseñado "que no hace falta hacer gran cosa, que hacer menos es hacer más". "Lógicamente, con la edad, una vez que has aprendido tu oficio, la vida en sí es lo único que queda por dominar. El actor tiene que admitir que cuando eres más viejo tienes menos defensas, menos recursos y lo que te queda es la veteranía con la que se domina el oficio".

Él, que ha trabajado en Europa y EE UU, no cree que haya diferencia entre ambas cinematografías. El secreto está en el presupuesto. "Cuando falta dinero es una pelea dura y cuando abunda todo el mundo está contento", explica sin más, y da la receta para luchar contra la invasión del cine de Hollywood: "La única forma de combatir es hacer buenas películas. Ahí tienen a Almodóvar, que se ha convertido en un gran director internacional. Quizá falta alguno más".

"Mi ego es quizá demasiado grande", ironiza Gazzara para no confesar los papeles que le hubiera gustado interpretar y no ha hecho. Pero sí guarda en su memoria y su cariño a los personajes a los que dio vida en Maridos, de Cassavetes, y en Saint Jack, de Bogdanovich. "En la carrera de un actor eso sucede muy de vez en cuando. Eran personajes de los que nunca querías despedirte. Deseaba que nunca se terminara. Tenían más vida que mi propia vida".

Actor que ha realizado una larga carrera también en la televisión, reconoce que no le gusta el trabajo en la pequeña pantalla. Y confiesa sin vergüenza que su presencia en una serie de televisión que se rueda en la actualidad sobre la vida del papa Juan Pablo II tiene una única finalidad: pagar los trabajos de fontanería para regar los olivares de su querida casa en Italia. Se queja de la falta de historias sobre la condición humana, pero no se lamenta de que le lleguen pocos papeles protagonistas. "Cuando eres protagonista haces dos películas al año; en cambio, si eres secundario puedes hacer hasta ocho y encima le robas la película a los actores principales", se ríe. Después de escribir sus memorias, In the moment, este hijo de inmigrantes sicilianos disfruta con la escritura de su primera novela. "Siempre he tenido envidia de los pintores o los músicos que trabajan en solitario. Los actores tenemos que esperar a que llegue el productor con el dinero, a que el director desarrolle el guión... Todo es una eterna espera".Ben Gazzara ya no está fuera del sistema, ya no es un indomable, ahora sueña con su casa italiana de Umbría -"es lo mejor que he hecho en mi vida, es mi paraíso"- y se recrea en su nueva faceta de escritor de ficción, mientras relee los grandes títulos de la literatura clásica rusa, como Ana Karenina, de Tolstói, o El idiota, de Dostoievski. Atrás quedan los años en los que trabajaba con John Cassavetes -"entonces sí que éramos indomables"- y tenían que producirse sus propias películas (Maridos, La muerte de un corredor de apuestas chino o Noche de estreno). "Nadie nos daba dinero, por eso decidimos crear nuestro propio cine totalmente fuera del sistema", recuerda Ben Gazzara, que ayer, a sus 75 años, recibió el Premio Donostia en el Festival de Cine de San Sebastián, de manos de la actriz Marisa Paredes. "Yo no era únicamente el actor que me aprendía el guión en casa en solitario. No me gustan esos trabajos profesionales a los que le falta corazón y sorpresa. No actúo para los directores. Mi trabajo consiste en la elaboración de la película, en la realización de todo el proceso creativo junto a los directores. Con Cassavetes y Bogdanovich, discutíamos y hablábamos largamente sobre la película y sobre la elaboración de los personajes". Y la nostalgia aparece en la voz de este gran intérprete cuando explica que le gustaría volver a repetir lo que califica de "experiencias maravillosas". "Ahora son sólo eso, recuerdos".

Con voz ronca casi sin fuerzas, Ben Gazzara espera que el Premio Donostia no signifique el final de nada, sino el comienzo de algo nuevo. "El cerebro no envejece tanto, sigue siendo el motor, pero desgraciadamente la carrocería está ya cuesta abajo. Sin embargo, creo que todavía tengo derecho a conseguir a la chica guapa en la película", asegura sonriente.

Se lamenta Gazzara de que se ha vuelto algo vago, de que ha cogido la mala costumbre de no ir a las salas a ver cine -"hace dos años que no voy"- y sí la de ver todos los DVDque le envían de la Academia de Hollywood. Pero cita a los hermanos Coen y a Ang Lee como nombres fundamentales del cine de hoy en Estados Unidos.

Sus largos años de experiencia artística le han enseñado "que no hace falta hacer gran cosa, que hacer menos es hacer más". "Lógicamente, con la edad, una vez que has aprendido tu oficio, la vida en sí es lo único que queda por dominar. El actor tiene que admitir que cuando eres más viejo tienes menos defensas, menos recursos y lo que te queda es la veteranía con la que se domina el oficio".

Él, que ha trabajado en Europa y EE UU, no cree que haya diferencia entre ambas cinematografías. El secreto está en el presupuesto. "Cuando falta dinero es una pelea dura y cuando abunda todo el mundo está contento", explica sin más, y da la receta para luchar contra la invasión del cine de Hollywood: "La única forma de combatir es hacer buenas películas. Ahí tienen a Almodóvar, que se ha convertido en un gran director internacional. Quizá falta alguno más".

"Mi ego es quizá demasiado grande", ironiza Gazzara para no confesar los papeles que le hubiera gustado interpretar y no ha hecho. Pero sí guarda en su memoria y su cariño a los personajes a los que dio vida en Maridos, de Cassavetes, y en Saint Jack, de Bogdanovich. "En la carrera de un actor eso sucede muy de vez en cuando. Eran personajes de los que nunca querías despedirte. Deseaba que nunca se terminara. Tenían más vida que mi propia vida".

Actor que ha realizado una larga carrera también en la televisión, reconoce que no le gusta el trabajo en la pequeña pantalla. Y confiesa sin vergüenza que su presencia en una serie de televisión que se rueda en la actualidad sobre la vida del papa Juan Pablo II tiene una única finalidad: pagar los trabajos de fontanería para regar los olivares de su querida casa en Italia. Se queja de la falta de historias sobre la condición humana, pero no se lamenta de que le lleguen pocos papeles protagonistas. "Cuando eres protagonista haces dos películas al año; en cambio, si eres secundario puedes hacer hasta ocho y encima le robas la película a los actores principales", se ríe. Después de escribir sus memorias, In the moment, este hijo de inmigrantes sicilianos disfruta con la escritura de su primera novela. "Siempre he tenido envidia de los pintores o los músicos que trabajan en solitario. Los actores tenemos que esperar a que llegue el productor con el dinero, a que el director desarrolle el guión... Todo es una eterna espera"."No actúo para los directores. Mi trabajo consiste en la elaboración de la película"

Ben Gazzara, en San Sebastián tras recoger el premio Donostia.
Ben Gazzara, en San Sebastián tras recoger el premio Donostia.JESÚS URIARTE
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