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CÁMARA OCULTA
Columna
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El cine cojo

Cada vez vamos menos al cine en las grandes ciudades, y en las pequeñas no suele haber cines a los que ir; sólo queda en ellas leer noticias sobre cine o ver la tele. Algún día habrá que reconocer el servicio que prestan los canales digitales especializados, aunque como también estos canales se encuentran con problemas de audiencia, la calidad de su servicio va mermando lentamente. Por si fuera poco, los canales en abierto prestan poca atención al cine más arriesgado, y así son muchos los espectadores en España que se quedan sin espectáculo.

La experiencia de estar ofreciendo en Internet a la vez que en las salas comerciales la película de Rosales Tiro en la cabeza ha dado como resultado el mismo número de espectadores en uno y otro medio, y escaso en ambos, seguramente debido a las características estéticas de esta película. Por su parte, los dueños de los cines se quejan con lógica de que este nuevo sistema de exhibición pueda significar otra amenaza para su negocio, siendo ya tan estrecho el campo en que pueden moverse. Y algo habría que hacer. Porque ¿cómo van a tener acceso a esta película, igual que a tantas otras, quienes residan en ciudades en las que no hay cines? Una vez más, la pescadilla se muerde la cola.

Estos días se está celebrando en Madrid el cuarto Festival El Ojo Cojo, que pretende "promover el diálogo intercultural y la integración de los grupos desfavorecidos" y que ofrece en lugares alternativos películas que no se estrenan en salas. Es una ONG que ha ampliado sus actividades al cine, en la seguridad de que todo el mundo quieren ver películas y de que las más interesantes, o las que a ellos les resultan más interesantes, no siempre están en el mercado. El Ojo Cojo hace referencia a "la mirada parcial de los medios de comunicación" sobre la inmigración y a las dificultades de adaptación de unos y otros a la vida difícil de nuestros días.

El Ojo Cojo se ubica en el barrio de Lavapiés, donde justamente ayer se celebró una manifestación en petición de indulto para un joven senegalés detenido por vender películas en el top manta, y al que las autoridades pretenden deportar. Mientras tanto, el último año se hicieron en España 240 millones de descargas de películas en Internet. La gente quiere ver cine.

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