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Entrevista:

Ramoncín: "Me arrepiento de haber dado la cara en vez de tomar el sol como otros"

Exdirectivo de la SGAE y figura controvertida en la lucha por los derechos de autor, el músico Ramón J. Márquez lanza 'Cuando el diablo canta', su primer elepé con temas nuevos en 13 años

Atiende a la prensa Ramón J. Márquez, Ramoncín (Madrid, 1955), en un hotel de lujo de Madrid. El motivo es la publicación hoy de Cuando el diablo canta, su nuevo álbum, el primero de temas nuevos desde finales del pasado siglo. Pero da la impresión de que para la mayoría de los periodistas ese álbum es una excusa para charlar con un personaje que lleva en el foco público desde la Transición y que en estos 30 años se ha visto metido en cuanta polémica se le ha puesto por delante.

Pregunta. ¿El que habla es Ramoncín o Ramón J. Marquéz? ¿Es la misma persona?

Respuesta. Creo que el uno sin el otro no pueden vivir. Es imposible. Pero si hay un Ramón íntimo es muy parecido a este.

P. Y esa persona que sale en todas partes, ¿cuál de los dos es? ¿Al final ha podido el personaje con la persona?

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R. Haciendo teatro en la Universidad descubrimos que en el teatro japonés la función arranca cuando los actores empiezan a maquillarse. Y yo estaba de acuerdo en que no podías salir al escenario vestido como en la calle. Sales vestido para torear. Eso forma parte de mi vida. Pero, personalmente, yo he sido siempre un tío muy normal, que fue padre a los 19 años. Así que tenía la realidad en casa. Una realidad que te cagas: había que comprar pañales para esa niña y tenía una mujer en casa que era su madre. Y eso lo he seguido haciendo con toda la naturalidad. Ayer estaba cortando de la parra que tengo en la casa del Valle del Tiétar las uvas que ahora andan repartiéndose toda la familia. Hay una parte muy normal en mi comportamiento. Y luego, cuando hay que ponerse en la tele a hablar de lo que sea, además de un punto de vanidad, no me dejo a Ramón en casa. Tampoco a Ramoncín en el escenario.

P. Curioso que hable de la vanidad. Es un concepto recurrente en su nuevo disco desde el primer tema. En él hay un verso en el que habla de "no jugar el partido de la vanidad" ¿No cree que está metido en el juego de la vanidad?

R. Sí, hay una parte de mí que sí. Pero creo que estoy curado de vanidad. Es decir, no sé si podría vivir sin eso que hago de cara al público porque no lo he hecho nunca. Allí estaría la clave. Pero me he apartado muchas veces. Por ejemplo, en el punto más alto de mi carrera con un disco en directo, que vendía más que ningún otro de los que se vendían aquel año.

P. Habla del año ochenta y...

R. 1990. Llevaba 12 discos en 12 años. Y de gira desde 1985 hasta 1992, sin parar.

P. ¿Fue entonces cuando decide reconvertirse fuera de la música? Eso es algo que no hicieron la mayoría de sus compañeros de generación, como Burning o La Banda Trapera del Río, que siempre han sido únicamente rockeros.

R. Es que en el rock hay una parte muy fundamentalista, pero eso no va conmigo. Nunca. Cuando grabo mi segundo disco, publico mi primer libro de poesía. Cuando estoy con el tercero, ya he hecho dos películas. Cuando grabo el cuarto, ya estoy haciendo teatro. Cuando paro en 1990, me pongo en serio con el diccionario de jergas y a ver en la tele cómo puedo ir un poquito más allá además de ser contertulio. Eso para mí ha sido enriquecedor.Con Cela tenía amistad. Umbral era mi amigo, y ha sido el único en leer mi novela, que nunca he publicado. Iba a tocar a Salamanca y venía a verme Torrente Ballester. Era amigo de Tierno Galván. Y además, he grabado con Brian May, con los mejores músicos españoles. Eso que puede sonar ahora a "¡Qué vanidad!" es una realidad. A mí me gusta reconstruir mi vida más allá. Si no me muero.

P. ¿Y no cree que ese es un problema, que no se puede estar en todas partes?

R. Yo creo que no. Te puedes equivocar. Y puedes hacer un disco malísimo haciendo solo música.

P. Me refiero, más que a lo artístico, a la forma de percibirle. Pretende aparecer de contertulio en un programa de cotilleo y ser respetado en un escenario de un festival como Viña Rock. Cuando llega a Viña Rock y una parte importante del público le abuchea, lo achaca a su posición en la SGAE ¿Nunca ha considerado que el problema es que ese tipo de audiencia le considera un impostor que no pintaba nada allí?

R. Puede que hubiera una parte de ello, pero aquello pasa al grito de "puta SGAE".

P. Puede que fuera simplemente una excusa obvia, pero no el motivo principal de su protesta.

R. No es una excusa para mí. Yo sabía que a ese público había que conquistarlo. Y yo sé cómo conquistar a ese público. "Te voy a parecer un impostor hasta que empiece a tocar". Tú puedes decir: "no me gusta y me voy a dar la vuelta". Que lo hacen 30.000 de 60.000, me parece muy bien. Ya haré yo que me prestes atención. O no, pero lo intentaré al menos. Yo tengo clarísimo lo que hago en el escenario. De eso presumo sin cortarme. Me subo ahí y me escuchas. Y ya está. Pero es que no había esa opción. Se mezclaron todos. También había quien estaba esperando a Melendi, o a Pereza, les esperaban para montarles la caña.

P. Eso confirma que le veían dentro de un grupo.

R. No es nuevo. Ya en los ochenta, cuando tenías mucho éxito, había gente que tampoco estaba de acuerdo con que cantaras Como un susurro. Yo no puedo vivir así, ¿eh? En este país de fundamentalismos. Eso me lo he pasado toda la vida por los huevos. Hay compañeros que dicen que no leen. Pues yo leo el Diccionario filosófico de Voltaire. Como hay quien dice que nunca iría a un desfile de modelos. Pues yo sí, me lo paso de puta madre. Además de ver a unas chicas estupendas, me parece otro acto cultural. ¿Y por qué nos molesta que aquí alguien gane un poco de dinero y sí se lo permitimos a los guiris? ¿Hay alguien más auténtico que Bruce Springsteen?

P. Sí, en mi opinión, mucha gente.

R. Bueno, vale, pero entiende el concepto. ¿Springsteen es auténtico? Claro, es Springsteen. Pero se llevó de aquí en la última gira cinco millones de euros. Y luego otro millón y pico de derechos de autor. En una parte de este mundo no se permite. Y a veces me pregunto si algunos que hubieran podido hacer otras cosas no lo habrían hecho.

P. Siempre habla del rock y se considera rockero, ¿Qué es para usted el rock?

R. Hay unas claves musicales que están clarísimas.

P. ¿Es solo música?

R. También es actitud, pero hay claves que descubrimos en Trogloditas, en Bunbury, en The Doors, en Nirvana, en Pearl Jam o en estas bandas para jovencitas como McFly o All Time Low.

P. ¿De verdad cree que Nirvana y McFly son lo mismo?

R. No, por Dios, no. Pero si mi hija de 16 años, cuando ve a McFly, empieza a oír guitarras y de ahí pasa a All Time Low; de ahí pasa a casi todo lo core y mira para atrás y ve a Nirvana... eso está bien.

P. Pero no todo el mundo tiene 16 años.

R. Ya, pero hay una diferencia entre los grupos para críos de Estados Unidos y los españoles. No voy a dar nombres, pero aquí está pensado para que les guste a los niños y suene en las radiofórmulas.

P. ¿Cuánto de culpa tienen los músicos en la conversión de las radiofórmulas en algo de lo que tanto abominan?

R. Tenemos la culpa todos, la prensa, la industria, nosotros... El gusto musical español está secuestrado. En los ochenta se mezclaban en la lista de éxitos Ramoncín, Camilo Sesto, Leño. Yo creo que a la industria le gustó tratar con gente que era más fácil manipular.

P. ¿Los músicos de los ochenta eran más incómodos de tratar?

R. La industria decidió con quién quería tratar. Y tratar con Ramoncín era muy jodido. "Este viene aquí, sabe lo que quiere, lo que tiene, no te da nada, lucha por sus derechos, se pelea... Estos son incomodísimos". Y eso fue un momento terrible. Se decidieron las discográficas por gente más manejable. Decidieron que era más fácil llevar a cantar a alguien gratis y tener de gira a gente que era más propiedad de sus managers que de ellos mismos. Y amigo mío, ahí se quedó la cosa.

P. También se ganaba mucho dinero, ¿no?

R. ¿Mucho dinero, tío?

P. Los cachés de cuando se tocaba en las fiestas patronales pagadas por las alcaldías rozaban a veces el delirio, ¿no cree?

R. Yo creo que... no sabría qué decirle. Yo empecé tocando por 200.000 pesetas, y era 10.000 más de lo que cobraba Rocio Jurado, y eso me convertía en el artista mejor pagado de 1978. Luego salió Miguel Bosé y cobraba 250.000. Y de repente, llegó Baccara y cobraba un millón. Y todos queríamos un millón. Pero cuando empiezas a llenar los sitios no te pagan, te la juegas. Yo gané en un concierto en Santiago de Compostela 12 millones y al día siguiente los palmé en Huelva. Otra cosa es el error gravísimo de tocar en las fiestas de los pueblos.

P. Pero ese era el gran ingreso anual.

R. Sí, lo era, es en lo que se ha basado esta industria. La gente salía a girar en septiembre por las fiestas. Algunos dijimos: "Yo no toco".

P. ¿No tocaba?

R. Sí, claro que sí, hasta un día que dije: "Yo no puedo estar aquí tocando Marica de terciopelo y oliendo a panceta. Esto no es rock n' roll".

P. Bueno, pero estaban tan cómodos que se aseguraron que los que venían detrás no pudieran subirse al carro, ¿no?

R. ¿Cree que hubo un star system y tal? Yo estuve allí y no lo vi.

P. Bueno, hubo un momento en que Radio Futura, Gabinete Caligari, Loquillo o usted vendían mucho, ganaban aún más por tocar y estaban en un cómodo limbo

R. Yo tocaba en Andalucía y buscaba grupos locales que tocaran conmigo. Los primeros conciertos de Barricada los hicieron conmigo. E igual en Bilbao o en Barcelona. Yo no tenía miedo a los que venían detrás. Paré porque quise. Y era el puto amo. A todos nos toca ser el puto amo. Y a mí me tocaba en aquel momento. Yo no tuve nunca la sensación de tener que parar a nadie. Me paré porque había algo que no me gustaba. Yo me paro con Al límite, vivo y salvaje, que era una cosa tremenda y, además, me niego a tocar en fiestas de pueblos. Si quieren venir a verme, que sea pagando. Y así sigo. Que quieren verme 300..., prefiero eso a 20.000 gratis.

P. ¿Cómo lleva ser un personaje, no sé si odiado, pero al menos entre polémico y mal visto?

R. Depende en qué círculos, me quiere mucho la gente.

P. ¿Esa es su percepción?

R. No es mi percepción, vivo en la calle permanentemente.

P. Es decir, ni se esconde, ni tiene cuidado.

R. No, voy por la calle y me saludan. Entro en un restaurante y se alegra todo el mundo. Cuando me siento en el AVE la mitad de la gente viene a que le firme algo. Yo creo que hay un mundo no real, el de Internet, que se confunde con el auténtico. Pasa mucho en el periodismo, y va a pagar muy caro darle importancia y voz a gente que no la tiene. Yo sé quién es usted, nos gustaremos más o menos, pero sé quién es. Tiene un nombre, lleva años firmando y cuando firma se la juega poniendo como garantía su palabra. ¿Pero a mí qué me importa alguien que no sé quién es? Para mandar una carta al director hay que enviar una copia del DNI y aun así se puede reducir y cortar. Pero un comentario en un foro va tal cual y sin cortar. Es de chiste.

P. Es decir, no cae mal, es todo una percepción equivocada de la realidad magnificada por los medios.

R. Y además me parece que la envidia funciona que te cagas. Me parece que tíos de 40 años que no se pueden mirar al espejo ven que su mujer le dice de uno de 55: "Joder, Ramoncín, qué guapo está". Ya tienes un enemigo. La jodiste. La has jodido. Como una tía le diga a un tío. "Mira, este es más viejo que tú y mira cómo está...". Caes mal. Lo ves en la cara de la gente. Hay mucha manía con meterse con alguien así. Yo, sinceramente, creo que he tenido un momento durísimo en la Red. Pero, ¿ahora qué? Porque ahora resulta que este hijo de puta no se ha llevado nada. Que resulta que lo ha hecho porque creía que tenía que hacerlo, equivocado o no. Todo lo equivocado del mundo. Pero no por hijo de puta, ni para que me tires una piedra.

P. Pero fue parte del equipo que sí que ha acabado en los calabozos de la policía.

R. Pero no tengo nada que ver. Si algo han hecho, me han engañado a mí igual que a ti.

P. ¿No conocía a José Luis Rodríguez Neri, el máximo responsable del desvío de fondos según el juez?

R. Claro, es un amigo íntimo.

P. ¿Y?

R. Tengo unas ganas de echármelo a la cara que no puede imaginar.

P. ¿No le ha visto todavía?

R. No, ha salido bajo fianza, pero está desaparecido en combate.

P. ¿Y cómo es posible que usted, que era parte de la SDAE, el organismo de la SGAE del que se desviaron los fondos, no supiera nada?

R. Vamos a ver, no sé si ha participado en algún consejo de administración. Llegas, te sientas y delante tienes al presidente, al director general, a los jefes de los departamentos jurídicos y financieros, a la de patrimonio, al amanuense... y te cuentan una cosa. Y lo corroboran los departamentos y una auditoria. Que le vayan a pedir cuentas al auditor, no a mí. Que cobra una pasta para revisar esas cuentas y decir que son correctas. Yo solo le digo. "Muy bien, gracias. Ya me puedo ir a dormir tranquilo".

P. ¿Qué pensó?

R. Que me han engañado como un chino. Después del primer arrebato te pones a analizar y piensas. "Imposible, este tío..., imposible. Pero imposible".

P. ¿Quién es el que más le ha sorprendido con su implicación?

R. Neri. Lo de Neri no me lo creo. Es que él y yo somos compadres, amigos. Si ha hecho eso, mi firma le ha valido a él para llevárselo. Un tío que es mi amigo. Que me ha ayudado cuando le he necesitado. En un momento de su vida pidió un préstamo a un banco para ayudarme a mí. No llegó con una bolsa debajo de la mesa y me lo dio. Pero ahora por lo menos ha quedado claro que yo estoy limpio.

P. ¿Se arrepiente de haber sido parte de la SGAE?

R. Sí: Emocionalmente, profesionalmente y personalmente. Moralmente, no. Me arrepiento de haber dado la cara en vez de haber estado tomando el sol como otros tantos. Yo elegí la barricada. Porque estábamos luchando por nuestros derechos. Algunos de esos auténticos, cuando les dices que vienes a entrevistar a Ramoncín, piden que me des caña. Esos dicen que están en contra del canon [la tasa que grava a priori soportes susceptibles de almacenar y reproducir datos], pero luego se llevan 90.000 euros. A ver. yo me estoy matando por defender tus derechos. Me inflan a hostias por hacerlo. Llegas tú, que no crees en ello, ¿y te quedas con la tela? Yo dije hace cuatro años. "Hasta aquí hemos llegado". Y además, yo nunca creí en el canon digital. Antes del Viña Rock ya lo dije. Era una cosa indiscriminada y me parecía terrible. Pero aquí todo el mundo jugó a la hipocresía. Todo el mundo.

'Ramoncín' fotografiado en Madrid
'Ramoncín' fotografiado en MadridULY MARTÍN
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