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Reportaje:63º Festival de Cannes

Resistencia de un "mocoso"

La crítica aplaude el debut de Oliver Laxe, el único director español en la cita

Elsa Fernández-Santos

Mientras la proyección en la sección oficial de la película francesa Fuera de la ley, de Rachid Bouchareb, provocó ayer un considerable aumento en las medidas de seguridad para acceder a los cines y un espectacular despliegue policial a los alrededores del Palacio de Festivales, el único cineasta español en Cannes se echaba una cabezada en un modesto apartamento del centro. Después de una semana de intenso trabajo, Oliver Laxe -cuya ópera prima, Todos vosotros sois capitanes, está dentro de la Quincena de realizadores- se disculpaba por el cansancio y pedía unos minutos para lavarse la cara. Rodada en blanco y negro en Tánger, donde el cineasta gallego vive desde hace cuatro años, la película mezcla la ficción y el documento para describir la relación de unos niños marroquíes inadaptados con una cámara de cine. "Yo soy la ficción, el juego, y ellos son el documental. Con esta película me acerco a la inadaptación de estos niños y a la mía propia", dice este director nacido en París de padres inmigrantes hace 28 años.

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Satisfecho con la críticas aparecidas hasta ahora sobre su filme, Laxe cita la reseña de Philiphe Azoury en Liberation quizá porque hermana su película con Film socialisme, de Godard, en su intento de buscar un terreno nuevo entre la ficción y el documental. Para el director su película es política, sin ser social, y, sobre todo, es resistente: "El concepto de resistencia es fundamental para entender hoy el arte". "Cine comprometido con el cine", añade. "Yo confío en el cine y por eso mismo le falto al respeto. No soy pretencioso, mi cine es humilde y generoso con el espectador, pero el espectador no está acostumbrado a esto. ¿Por qué el pintor o el fotógrafo no son experimentales y en cambio el cineasta sí?"

Convencido del poder de su trabajo y de que el tiempo le favorecerá, Laxe recibe una llamaba en el móvil del productor Luis Miñarro. "Ojalá hubiese más como él", comenta sobre el productor español del tailandés Apichatpong Weerasethakul . "La mía es una película española porque yo soy un español de mi tiempo, pero que sólo mi película esté en Cannes, que sólo un mocoso como yo esté aquí, debería hacernos reflexionar".

Laxe se instaló en Tánger, después de estudiar en Barcelona, para buscarse a sí mismo; en sus palabras: "Tánger era el espacio ideal para desarrollar las regiones de mi personalidad. El diálogo que allí podía establecer con la vida está más cercano a mi persona". Ser hijo de inmigrantes (aunque a los siete años ya estaba de vuelta en Galicia) está directamente relacionado con su cine: "La distancia, cuando la aceptas es muy enriquecedora, y eso es el cine". Sobre los niños de su filme (todos bajo la tutela de una asociación para críos de familias desestructuradas), apunta: "Como persona me interesan sus dramas pero no cómo artista. Sus dramas interesarían al 95% de los cineastas españoles. Pero a mí, no".

Su próximo proyecto irá desde la catedral de Santiago al desierto marroquí. Un viaje "caleidoscópico", otra película híbrida de este inadaptado que cita "la generosidad" que aprendió de un maestro, Joaquim Jordà, el cine de otros a los que no ha conocido, ("Cassavetes, Tarkovski, Bresson, Kiarostami, Reygadas"), y un desafío: "Con la nueva orden ministerial la gente como yo es muy difícil que sobreviva. Yo saldré adelante, aquí o donde sea. No hay excusas para no hacer cine".

Oliver Laxe, en Tánger, durante el rodaje de su filme.
Oliver Laxe, en Tánger, durante el rodaje de su filme.
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Sobre la firma

Elsa Fernández-Santos
Crítica de cine en EL PAÍS y columnista en ICON y SModa. Durante 25 años fue periodista cultural, especializada en cine, en este periódico. Colaboradora del Archivo Lafuente, para el que ha comisariado exposiciones, y del programa de La2 'Historia de Nuestro Cine'. Escribió un libro-entrevista con Manolo Blahnik y el relato ilustrado ‘La bombilla’

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