_
_
_
_
_
UNIVERSOS PARALELOS
Columna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las columnas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

El amigo tejano

Diego A. Manrique

En la suculenta entrevista de Douglas Brinkley con Bob Dylan, que publica el Rolling Stone estadounidense, ¡se habla de Doug Sahm! Sí, el hombre de lacia melena del Sir Douglas Quintet y los Texas Tornados. Bob le identifica como alma gemela, asegura que tocaban "el mismo tipo de música" y lamenta su desaparición en 1999. Disculpen la osadía, pero recojo esos comentarios como una reivindicación personal.

Verán: allá por 1977, Bob Dylan se empeñó en lanzar un disco en español. Necesitaban adaptaciones de sus letras y me llamaron (no fui el único). Con seguridad, yo no estaba a la altura del encargo, pero me apresuré a aceptar: una de las cláusulas especificaba que Dylan podía requerir la presencia del adaptador en el estudio.

Doug Sahm era uno de esos estadounidenses bilingües e inconformistas

El ensueño duró poco. Se pretendía que Dylan cantara en castellano sobre los fondos instrumentales de las grabaciones originales. Un disparate: alguien que considera sus canciones como plastilina, difícilmente encajaría versos en idioma ajeno sobre playbacks que ya tenían diez o quince años. Sin olvidar su escasa tolerancia para los recordings en el estudio.

Tímidamente, sugerí una solución: que regrabara las viejas canciones con Doug Sahm. Había química entre ambos: en Doug Sahm and Band (1973), Bob tocó, cantó e incluso cedió ese vals tierno llamado Wallflower. Un elepé de Dylan en español y en onda tex-mex, ¡eso sí que tenía potencial! La propuesta viajó hacia la oficina de Dylan.

Ya estábamos en 1978: se redactaron -y firmaron- toneladas de contratos, se consultó con Robert Graves, hubo reuniones en Londres con gente de cuatro países. Se enviaron las adaptaciones, se pagó el adelanto... y nunca más se supo. Decían en CBS que el proyecto derivaba del encoñamiento de Dylan por una dama hispana; al decrecer la pasión, todo se olvidó. En realidad, se trataba de un viraje más dramático: convertido en "cristiano renacido", Bob quería ejercer de predicador musical, con la misión de salvar pecadores; ya no existía margen para frivolidades como un disco en español.

Aquel hipotético álbum conjunto habría hecho maravillas por el perfil público de Sahm. Fuera de Norteamérica, nunca se le reconoció (con la excepción de Suecia, donde grabó). En España, algunos veneran a malditos tejanos como Townes van Zandt pero pocos saben de la estatura de Doug Sahm.

Circula, por cierto, una ingeniosa teoría entre dylanólogos tejanos que plantea que la obsesión secreta de Bob consiste en convertirse en un segundo Doug Sahm, un líder de banda capaz de rematar con autoridad los más diversos palos. Hay evidencia circunstancial: Dylan suele interpretar She's about a mover, primer éxito de Doug. También ha tocado con íntimos de Sahm, como el inconfundible teclista Augie Meyer y el acordeonista Flaco Jiménez. Según esto, la presencia de David Hidalgo en su última obra, Together through life, obedecería al deseo de contar con un Flaco joven y flexible.

No sigamos: las divergencias tapan las similitudes. Mágicamente, mientras leía la conversación de Dylan con Douglas Brinkley, me llegó el último disco que lleva el nombre del tejano, Keep your soul: a tribute to Doug Sahm. Uno de esos raros discos de homenaje que honran al género. No participan superestrellas, dominan los músicos de Tejas y todos olvidan sus egos para enfatizar la grandeza de Doug.

Grandeza que materializaba en su dominio de músicas generalmente distantes: el country dolorido, el rhythm and blues de barrios negros, el garaje, el rock de California (Doug se unió a aquella migración de tejanos de pelos largos hacia la libertad del San Francisco hippy) y variedades autóctonas de ambos lados del Río Grande.

Flaco y compañía le admitieron como chicano honorario, rebautizándole Douglas Saldaña. En España le vimos con los Texas Tornados, supergrupo de tequila y guacamole. Irresistibles para una noche de fiesta, pero mejor descubrir los desenfadados discos que hizo con el Sir Douglas Quintet o bajo su nombre; entonces entenderán la admiración de Dylan.

Toda la cultura que va contigo te espera aquí.
Suscríbete

Babelia

Las novedades literarias analizadas por los mejores críticos en nuestro boletín semanal
RECÍBELO

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_