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623 días de ruido

Messina incide en la falta de "madurez" del Madrid tras 20 meses sin un solo título

Sin la pompa y el boato que acompañó su llegada, con argumentos crípticos y sin los títulos que anunciaba su laureado palmarés. Ettore Messina dijo ayer adiós al Real Madrid en una sobria rueda de prensa. "Decidí hacer lo que hice para ayudar a conseguir una unión dentro y fuera de la pista que es absolutamente necesaria para conseguir éxitos. La división, más externa que interna, había llegado a un nivel bastante peligroso para el equipo", explicó Messina poniendo punto y final a un periplo marcado por la inestabilidad y lastrado por la supremacía incuestionable del Barcelona. "Quitarme del medio puede ayudar. Hay demasiado ruido y eso perjudica", argumentó.

Con un presupuesto cercano a los 26 millones de euros, su llegada provocó una auténtica revolución en la plantilla. El club apostó por jugadores veteranos de currículo contrastado para lograr éxitos de manera inmediata. Solo Llull, Reyes, Bullock y Van den Spiegel permanecieron respecto al curso anterior. Llegaron hasta 11 fichajes: Lavrinovic, Prigioni, Kaukenas, Garbajosa, Vidal, Velickovic, Hansen y Dasic en el verano; y Jaric, Tomic y Almond con la competición ya en marcha para una inversión cercana a los cinco millones. El resultado fue nulo. No se abrieron las vitrinas. "Llegué con una gran consideración. Con grandes expectativas de hacerlo todo bien y pronto. Quizá he tenido la ilusión infantil de cambiar cosas que no habían cambiado los que me han precedido. Ahora soy uno más de ellos", reconoció Messina con resignación.

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La ausencia de títulos en el primer año provocó el enésimo golpe de timón en la sección el pasado verano. Juan Carlos Sánchez relevó a Antonio Maceiras como director ejecutivo de la sección y se renegociaron a la baja los contratos de los jugadores y el técnico. La reducción presupuestaria, la falta de respaldo en su decisión de prescindir de Garbajosa y la salida de Maceiras, el mejor interlocutor para Messina dentro del club, provocaron un sentimiento de orfandad en el entrenador italiano, que ya entonces le llevó a plantear su dimisión. Le convencieron para seguir.

El nuevo rumbo marcaba un proyecto con jugadores jóvenes y de futuro. De los 11 fichajes del primer curso solo permanecieron cuatro. Llegaron otros siete (D'Or Fisher, Tucker, Sergio Rodríguez, Carlos Suárez, Begic y Mirotic). Pero para entonces los desencuentros de Messina con las altas esferas eran irreconducibles. "¿Obligación de ganar títulos? Ese concepto es un engaño colectivo en este club. Estamos obligados a competir al máximo nivel. Suscribo lo que dijo Mourinho: si después de darlo todo somos segundos, lo intentaremos el año próximo" dijo Messina avanzada la presente temporada. "Ettore se ha debido explicar mal. Aquí solo vale ganar", le corrigió poco después Juan Carlos Sánchez.

Messina se sentía solo y acorralado. Sin el respaldo que esperaba del club y con la impermeabilidad de un grupo poco receptivo a sus mensajes y molesto por sus constantes reprimendas. "Soy como un palestino que recibe bombas pero aguanto y disfruto", relató tras clasificar al equipo para la final de la Copa del Rey. En aquella final ante el Barcelona, Messina constató dos realidades desalentadoras. La distancia que les separaba del Barça y el poco peso de la sección dentro del club. Florentino Pérez vivió el partido con inquietud pero no por el desenlace del título que estaba en juego sino porque llegaba tarde al partido de Liga que el equipo de fútbol disputaba en Cornellá. Nada más concluir la entrega de trofeos el presidente cogió su avión privado rumbo a Barcelona sin conceder una palabra de aliento.

"Todo suma. Es muy difícil saberse cuestionado en cada decisión... He intentado proteger al equipo y quitarle la presión de la obligación de ganar, enseñarles a competir. Cuando te peleas por ellos esperas que den un pasito más y esto no se ha hecho. No por mala actitud o falta de entrega sino por falta de madurez. Espero que mi salida les dé un empujón para conseguirla". Por la tarde el equipo, bajo la dirección de Emanuele Molin, ganó con solvencia al Joventut en un ambiente y en medio del improvisado plebiscito popular hacia el entrenador visitante Pepu Hernández. "Lo único seguro es que hemos perdido", dijo el técnico verdinegro, al que sitúan como candidato al banquillo blanco.

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