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Juegos de la 23ª Olimpiada de la era moderna

Un ex limpiabotas, el brasileño Joaquín Cruz, campeón olímpico en la distancia de 800 metros

ENVIADO ESPECIAL, El medio fondo británico ha quedado humillado por un brasileño. Las victorias, los récords, han tenido hasta ahora un sabor británico. Sebastian Coe y Steve Ovett, los mejores exponentes de su escuela actual, cayeron derrotados. Pero Brasil nunca podrá presumir de su victoria. Fue el triunfo de una multinacional y de las facilidades que hay en EE UU para practicar deporte a alto nivel. Joaquim, 21 años, que venció ayer a Coe en 800 metros con un tiempo de 1.43.00, era limpiabotas en su ciudad. La recogió una fundación y le dio la preparación física de la que carecía. Cuando empezó a destacar, la universidad de Oregón comenzó a trabajar con él. El lunes ganó el oro.

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La condición humilde de la que procede Cruz le ha condicionado su personalidad. Cree que está de más ante tanta figura. Es tímido aun con sus amigos. De la villa olímpica apenas ha salido más que para entrenarse. Se ha pasado las horas leyendo en su habitación. En la pista sólo sabe que tiene que correr más que nadie. Porque puede hacerlo. Para eso le han dado todas las facilidades. Y no puede defraudar. Aunque enfrente tenga a los mismísimos Coe y Ovett. Cruz aprendió bien la lección: "Corre sin desmayo, no pienses que mañana hay otra carrera; llevas cuatro años trabajando. Cuan do te pongas en cabeza, porque puedes hacerlo, vuela sin mirar atrás. Puedes ser el mejor si lo quieres". Y lo fue. No sólo en la final, sino en las tres carreras anteriores. En la primera eliminatoria ganó con 1.44.66; en la segunda, con 1.44.84; en la semifinal, con 1.43.82, y en la final, con 1.43.00.

En todas sus carreras logró los mejores tiempos, a excepción de la segunda ronda, en la que Koech corrió su serie 10 centésimas más rápido que él. En todas las carreras cogió la cabeza desde la salida y únicamente en la final no lo hizo hasta pasada la primera vuelta, para después resistir sin problemas el ataque de Coe y Jones.

Ovett había quedado voluntariamente fuera de carrera. Sabía que no tenía posibilidades de ganar medalla porque le faltaron fuerzas para situarse bien en la curva y realizó los últimos metros trotando. Pese a acabar aparentemente bien, fue trasladado a un hospital para hacerle un reconocimiento al asegurar el atleta que tenía dificultades respiratorias.

El tiempo realizado por Cruz en la final es el tercero mejor de todos los tiempos, después de los 1.41.73 y 1.42.33, ambos realizados por Sebastian Coe. La diferencia es que la marca de Cruz fue realizada sin ayuda de liebre, al contrario que la del británico Sebastian Coe.

Éste las consiguió en las reuniones internacionales de Firenze, en 1981, y Oslo, en 1979, respectivamente. Cruz tenía como mejor marca personal 1.44.04, realizada el año pasado, y ahora será uno de los candidatos a mejorar el récord mundial en las reuniones que se celebrarán en Europa después de los Juegos Olímpicos. Es, actualmente, el único que puede conseguirlo. Coe ya no podrá ser la figura principal. Además, acusa todavía la inactividad de esta temporada, a causa de una lesión.

Coca-Cola le recoge

Joaquim Cruz es la revelación. Y, tras el éxito, los que se encargaron de su triunfo tienen que promocionarle. Él no era nadie -limpiaba zapatos por las calles- cuando la fundación Roberto Marinho, patrocinada por Coca-Cola, le recogió para formarle cultural y fisicamente. Sus condiciones naturales facilitaron la labor deportiva -mide 1,87 metros y pesa 73 kilos- y pronto comenzó a destacar. De júnior consiguió el récord mundial (1.44.5), que le significó un puesto en el equipo olímpico de Brasil que compitió en Moscú hace cuatro años. Allí pagó su inexperiencia. Pese a su categoría, pasó inadvertido. La estrategia de los rivales le devoraron.

Pero los técnicos estadounidenses ya se habían fijado en él. Algo tenía que tener ese muchacho para, a los 17 años, correr tan rápido. Y le propusieron que se fuera a estudiar a Oregón. Allí encontraría todas las facilidades para seguir practicando este deporte. Y también le podían acompañar Barbosa y Guimaraes, hoy también ya figuras del medio fondo. Trabajó duro durante años.

En el gimnasio encontró los mejores aparatos isocinéticos para trabajar su musculatura justo hasta el punto donde convenía para mejorar su resistencia. Los podía utilizar cualquier día y a cualquier hora. Material no le iba a faltar. Si quería, también tendría zapatillas a la medida. Y, tras él, los mejores entrenadores observándole. Triunfar sólo dependía de él mismo.

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