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Análisis:ENTRE CORCHERAS | PEKÍN 2008 | Natación
Análisis
Exposición didáctica de ideas, conjeturas o hipótesis, a partir de unos hechos de actualidad comprobados —no necesariamente del día— que se reflejan en el propio texto. Excluye los juicios de valor y se aproxima más al género de opinión, pero se diferencia de él en que no juzga ni pronostica, sino que sólo formula hipótesis, ofrece explicaciones argumentadas y pone en relación datos dispersos

Echemos una carrera

Peder Dalhberg fue un excelente bracista. En 1971, junto con Mark Spitz y otros dos compañeros, participó en el relevo que batió el récord mundial de 4x100 metros estilos con Estados Unidos. Vivió en Barcelona unos años y un día nos fuimos a esquiar a Andorra. Recuerdo que nunca en su vida se había puesto unas tablas. Cuando se las puso, ya sobre la nieve, me miró y me dijo: "Let's race", "echemos una carrera". Sin pensárselo. Sin considerar que se habría podido dar un buen golpe. Su invitación fue el reflejo del carácter americano y de su especial modo de entender la vida y el deporte. Es un tópico, pero es cierto. A ellos les gusta la competencia. El equipo de relevos que ganó el oro ayer expresa esa forma de ser. Phelps, Weber-Gale, Jones y Lezak hicieron una carrera espeluznante.

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Dentro de 100 años, cuando los almanaques deportivos conmemoren los diez mejores momentos de los Juegos en el siglo XXI, entre los primeros de la lista estará el relevo de Pekín de 4x100 libre. La marca fue asombrosa, pero el espíritu ganador de los estadounidenses fue lo más importante para conseguirla. No hay más que ver las fotos que comenzaron a circular de Michael Phelps celebrando el triunfo. En ellas grita como si le fuera la vida en ello. Hay carreras que las gana el que más desea la victoria. Los estadounidenses se quedaron expuestos a la derrota en la tercera posta, cuando Bousquet cubrió los 100 metros en 46,63s. Lezak debió remontar un segundo en los últimos 100. Un metro y medio. Eso frente a Alain Bernard, que, hasta ayer, era el hombre más rápido del planeta. Bernard perdió el duelo y se sentirá culpable. ¿Pero qué más se le puede pedir cuando hizo un parcial de 46,73s, la tercera mejor posta de la historia?

La prensa estadounidense, encandilada por el golpe de mano de Lezak, se olvidó de Phelps. Sólo diré dos cosas: primero, que Phelps, durante la prueba, estableció el récord estadounidense de 100 libre y ya ostenta el 40% de los de su país, la cantera más grande del mundo. Segundo, yo nadé con Spitz y recuerdo que él no era tan buen relevista. Ahora que Phelps vive acosado por el recuerdo de Spitz, es un buen momento para apuntar este detalle. A diferencia de su predecesor, Phelps no habita un mundo en el que Estados Unidos era la hegemonía de la natación. Entre 1964 y 2000 nadie derrotó a los estadounidenses en el relevo rápido. Spitz hizo historia ganando con soltura a equipos inferiores. Phelps no tiene esa suerte. Además, nada los relevos como las pruebas individuales. Sin ahorrarse nada, entregándose al espíritu colectivo del relevo, una prueba que rompe con la rutina solitaria de los nadadores. Spitz nunca logró el récord de Estados Unidos en un relevo. No lo necesitó.

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