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Análisis:BALONCESTO | Euroliga / ACB
Análisis
Exposición didáctica de ideas, conjeturas o hipótesis, a partir de unos hechos de actualidad comprobados —no necesariamente del día— que se reflejan en el propio texto. Excluye los juicios de valor y se aproxima más al género de opinión, pero se diferencia de él en que no juzga ni pronostica, sino que sólo formula hipótesis, ofrece explicaciones argumentadas y pone en relación datos dispersos

Final que debe ser principio

Existen muchas clases de éxitos, tantos como sus significados.

Unos suponen el final de un camino. Otros apuntan hacia el comienzo de una etapa, algo imposible de precisar en su alcance desde ese punto de partida y que nos obliga a movernos, hasta su confirmación o desmentido, en el terreno de la intuición. El Madrid estará en la final a cuatro de la Euroliga y, como se ha dicho ya un millón de veces, lo hará 15 años después de su última aparición. Para cualquier equipo de enjundia, mucho tiempo. Para el Madrid, en el que la máxima competición europea, sea del deporte que sea, tiene una mística muy especial, resulta una eternidad.

Tanto tiempo provoca que la larga lista de causantes o responsables abarque casi todo y a casi todos: errores estratégicos, ausencia de un modelo definido, fichajes fallidos, bandazos en la dirección, entrenadores que vienen y van, decenas de jugadores de una o dos temporadas, abandono institucional, cantera improductiva, conflictos entre las partes, ausencia de un campo propio, presión mediática, la carga que supone la historia de la sección o el simple desconocimiento de los complejos mecanismos de un club en el que se vive rodeado de un ruido permanente. Quince años de fracasos dan para mucho. Tanto que, en cada temporada, la frustración ante el papel secundario del Madrid y el desencanto de su afición aumentaban al mismo ritmo que disminuía su autoestima. El gran legado de este triunfo debería ser alterar definitivamente esta tendencia.

El club tiene que ver que la sección no es algo incómodo. No basta con poner dinero El triunfo debe alterar la tendencia: modelo indefinido, técnicos que van y vienen...

Más allá del éxito que supone viajar a Barcelona el mes que viene, el subidón de confianza y consideración que provoca es lo que ha de impulsar al Madrid hacia otra dimensión. Ha sido el único equipo español en conseguirlo, estará en un lugar que en teoría le correspondía al Barça, gran rival y pesadilla en los últimos años, y lo hará con un grupo en el que si algo reluce es la juventud. Por primera vez en mucho tiempo, el Madrid tiene motivos más que suficientes para levantar la cabeza y caminar con orgullo. Liberado de una pesadísima carga, ha llegado el momento de que su juego, solidez y rendimiento suban un peldaño. Que se suelten y les dejen soltarse, que disfruten y les dejen disfrutar. Y que todo lo ocurrido sirva de maduración personal y colectiva. Si nos atenemos a la primera ocasión que han tenido para demostrar el saludable efecto que puede provocar el quitarte kilos de la mochila, algo ha cambiado. Ya saben hasta ganar al Barça.

Si participar en la final a cuatro debe hacer crecer al equipo en todos los sentidos, el club no pude permanecer ajeno a lo ocurrido. Tiene que darse cuenta de que tener una sección de baloncesto no significa simplemente poner dinero para que exista una sección de baloncesto. Que no basta con ir de vez en cuando a ver un partido mirando constantemente el reloj. Que este ir de un lado a otro para entrenarse o jugar debe terminar cuanto antes. Que la sección de baloncesto no es la de fútbol, sin duda, pero tampoco eso le convierte en algo incómodo de lo que se espera que no dé problemas antes de que genere alegrías. Y que, a sus 80 años de historia, representada por un buen número de jugadores que permanecen en la memoria colectiva, no se le homenajea con una comida y un saludito desde la mitad del campo mientras el palco se dedica al canapé.

A falta de lo que ocurra en Barcelona, el objetivo más importante de la temporada (de esta y de las 15 anteriores) se ha cumplido. El Madrid recupera espacio preferente en el baloncesto europeo y, además, lo hace con cierto aroma de principio de andadura. No está clara la idea de club, pero sí, al menos, la idea de equipo. Gente joven con proyección y buena presencia de jugadores autóctonos para favorecer la identificación, a la que en el futuro más próximo habrá que añadir un par de jugadores de alta gama, entre esos pocos que marcan diferencias y ayudan a crecer a los más bisoños (son caros, claro). No será fácil el camino, pues ya se sabe que, siendo difícil llegar, más aún lo es mantenerse. Pero todas las historias tienen un principio: la victoria del jueves y lo que se supone debería ser el de un nuevo Madrid, más acorde con lo que su nombre evoca y significa.

Los jugadores del Madrid festejan su pase a la Final a Cuatro de la Euroliga.
Los jugadores del Madrid festejan su pase a la Final a Cuatro de la Euroliga.JAVIER SORIANO (AFP)

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