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El Madrid tantea a Mourinho

Florentino Pérez, el presidente, está decidido a fichar al portugués, que le ha manifestado su deseo de comprometerse

El presidente del Madrid, Florentino Pérez, y el director general, Jorge Valdano, coinciden en una cosa: creen en la inteligencia superior de la multitud. Un ejecutivo del club lo explica así: "Si ahora entra una persona por la puerta y yo calculo que mide 1,82, y otro calcula que mide 1,79, y un tercero estima que mide 1,85, lo más aproximado a la estatura que intentamos calcular se extrae del resultado de la suma de las tres conjeturas dividida por tres."

Apoyados en esta convicción empíricamente contrastada, los dirigentes del Madrid llevan años sondeando a los socios como quien consulta un supercerebro, el añadido de todas las neuronas madridistas, en busca de la esencia intelectual de la verdad. A lo largo de los últimos meses los dirigentes han pedido a la multitud la opinión que le merece Pellegrini, el entrenador que estudian despedir.

Tal vez también hayan sondeado a la gente en busca de un dictamen sobre Mourinho, el técnico del Inter, con quien han iniciado una ronda de contactos preliminares. Mourinho ha dado señales de que se comprometerá.

"Pellegrini no seguirá", aseguró este lunes un alto representante del Madrid. Si esta certeza se consuma en los próximos días con el finiquito del entrenador chileno, Pellegrini se sumará a la lista. Será el sexto técnico que interrumpe bruscamente su vínculo con el Madrid durante la gestión de Florentino Pérez. El primero fue Del Bosque, que acababa contrato en 2003, y después de unas laboriosas negociaciones, el club optó por no renovarle. Desde entonces, Florentino Pérez ha fichado a seis técnicos. Si despide a Pellegrini, como tiene decidido, el chileno no podrá cumplir el año que le queda de compromiso.

El abrupto final que se cierne sobre Pellegrini revela problemas institucionales que lastran al Madrid desde hace muchos años, tal vez décadas. El banquillo de Chamartín es una trituradora que acaba convirtiendo a los entrenadores en víctimas y a los directivos en verdugos. Florentino Pérez, uno de los empresarios más solventes de España, un ejecutivo al que nadie relaciona con la inestabilidad, no ha podido romper con el guión. Al contrario. Ninguno de los cinco entrenadores que contrató cumplieron el contrato. Queiroz fue destituido y Camacho también, y luego García Remón y Luxemburgo, y ahora Pellegrini. Sólo López Caro, que venía del Castilla, se marchó sin romper compromisos. López Caro, sin embargo, aguantó los últimos meses de la temporada 2005-2006, cuando Florentino Pérez había dimitido y el club derivaba hacia unas elecciones anticipadas. El caso de López Caro es una excepción difícilmente repetible.

Considerando exclusivamente las temporadas en las que el Madrid estuvo presidido por Florentino Pérez, el periodo que va de la marcha de Del Bosque a la inminente despedida de Pellegrini se caracteriza por la ausencia de títulos. Han sido cuatro temporadas marcadas por la decepción. Sólo Queiroz logró una Supercopa de España, título menor, ante el Mallorca, nada más asumir, en el verano de 2003.

Los malos resultados deportivos parecen vincularse a la falta de continuidad en las apuestas. Florentino Pérez considera que para poner fin a la dinámica de fracasos lo mejor que se puede hacer es fichar a José Mourinho, que el próximo sábado disputará la final de la Champions en el Bernabéu. El presidente está seguro de que el Madrid necesita un hombre con una gran capacidad de liderazgo. Alguien que, más que un buen entrenador, sea una especie de caudillo. Esta convicción es una novedad en la trayectoria de Florentino Pérez. El dirigente siempre desconfió de los entrenadores de carácter invasivo, como Capello, y no logró encontrar suficientes puntos de sintonía con Camacho en la breve relación que mantuvieron en 2004. Camacho le decía: "Usted tiene que aparecer más, tiene que exigirles más a los jugadores, tiene que bajar al vestuario... ¡Usted es el jefe!".

Florentino Pérez prefirió mantenerse en la sombra, alejado del modelo de capataz que impuso Bernabéu. Con Pellegrini, el presidente ha acentuado esta tendencia. Ahora quiere que el capataz sea Mourinho. Y, tras la derrota en la Liga después de empatar en Málaga, ya no le preocupa tanto lo que piense la multitud.

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