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Reportaje:COPA DEL REY | Vuelta de los cuartos de final

El dilema de Mourinho

El técnico portugués, cuestionado por primera vez por la hinchada, discutido en el vestuario y sin coartadas arbitrales, acude al Camp Nou sin otro remedio que cambiar su táctica y arriesgar

Diego Torres

La erosión provocada por la victoria del Barça la semana pasada (1-2) ha cambiado el paisaje entorno al Madrid y su líder José Mourinho. La vuelta de los cuartos de final de la Copa sorprende al entrenador-mánager más debilitado que nunca. Cuestionado por un sector de la prensa que antes le apoyaba, sin el respaldo casi fanático que le brindó una hinchada que ahora le pita y cada vez más resistido por sus futbolistas. En los últimos tiempos, además, ha dado varios volantazos a la táctica y a las alineaciones, con hombres que aparecen y desaparecen de forma repentina, como Carvalho y Granero.

El Madrid de Mourinho regresa al Camp Nou para pelear por superar otra eliminatoria en desventaja casi nueve meses después de la vuelta de las semifinales de la Champions. Una vez más, el entrenador se encuentra preso de sus propias contradicciones: necesita atacar para darle la vuelta al resultado pero está muy poco dispuesto a asumir riesgos tácticos por temor a sufrir una goleada que dañe su reputación. El 5-0 de 2010 sigue inspirándole aprensiones y su credibilidad ante la plantilla se hunde. Los jugadores ponen fecha al momento en el que comenzaron a dudar de él: el domingo 1 de mayo, en vísperas de la vuelta de la Champions, después de caer por 0-2 en el Bernabéu, Mourinho les dio a entender, en una charla de casi una hora, que la eliminatoria estaba perdida.

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El discurso está grabado en la memoria colectiva de la plantilla como el más significativo que les ha pronunciado el entrenador. Los jugadores consultados lo recuerdan abochornados. El entrenador intentó persuadirlos de que el objetivo era convencer al mundo de que la UEFA y el Barça -"los niños bonitos del fútbol mundial", decía- habían conspirado para dejarles en desventaja mediante la expulsión de Pepe. "En Barcelona hay tres opciones", avisó, "dos imposibles y una posible. La única opción posible es que el partido acabe con un marcador ajustado y perdamos la eliminatoria. La imposible es que nos ganen por goleada. La otra imposible es que ganemos la eliminatoria. Si por casualidad nos clasificamos, ¡perfecto! Pero a mí me vale un 2-1 o un 1-0. Hay que evitar la goleada a toda costa porque, si no, no podremos reclamar por el robo del partido de ida. Porque si nos meten una paliza haremos el ridículo. Todos los medios dirán: '¿Dónde están los árbitros, Mourinho?'. Por eso tenemos que salir a hacer un partido tranquilo. A esperar en nuestro campo y a no descuidarnos atrás".

Los jugadores admiten que se quedaron "alucinados" al oír al técnico, que, además, les pidió que se quejaran de los arbitrajes tras el encuentro. Ayer en el vestuario sospechaban que Mourinho, en lugar de organizar un ataque a gran escala, intentaría plantear mañana otro partido conservador. De nuevo, quiere evitar un resultado humillante. Pero esta vez no sólo no existen razones para pensar en una conspiración -Pepe no está sancionado y él, entonces suspendido por la UEFA, tampoco- sino que los jugadores no están dispuestos a seguirle. Casillas le advirtió a Mourinho en septiembre que no secundaría nunca más una estrategia como la que propuso en aquella visita al Camp Nou.

Los jugadores sospechan que Zidane no tardó ni una hora en llamar a Florentino Pérez, el presidente, para contarle lo sucedido en aquella charla de mayo. Cuando terminó el entrenamiento la directiva ya se había enterado de los detalles. Casillas y Ramos esperaron una llamada del presidente hasta última hora, en la concentración del hotel Juan Carlos I en Barcelona. Creyeron que Florentino Pérez desautorizaría al técnico y les pediría ir a por todas. Pero la llamada no se produjo y Mourinho despidió al equipo en el hotel.

Fue el propio Casillas quien convocó a sus compañeros en el autobús, camino del estadio, para intentar mentalizarles para buscar la victoria. "¡Hay que respetar la táctica pero nuestra actitud tiene que ser la de ir a por la eliminatoria!", le oyeron decir. "¡Se tiene que ver que vamos a por el partido!". La arenga se prolongó hasta el túnel de vestuarios. Pero el partido acabó con un resultado previsto por el técnico: 1-1.

Dicen los jugadores en Valdebebas que nunca han atacado al Barça con todos los medios disponibles. Creen que Mourinho quiere volver a especular pero que no se atreve a pedirles que sean demasiado conservadores esta vez. Sabe que sus ideas ya no arrastran como antes.

Las dudas se multiplican tras las declaraciones de Mourinho el domingo, anunciando que está dispuesto a marcharse. El rumor recorre los pasillos del club desde el verano. El técnico no se entusiasma ante la perspectiva de prolongar su estancia en el Madrid. Le preocupa la pérdida progresiva de su reputación exitosa. Piensa que, de permanecer en España, se expone a la interminable prueba del Barcelona. Un duelo que Mourinho sólo ha ganado una vez de nueve y que mañana ofrecerá su décimo capítulo.

Mourinho habla con Cristiano en el 0-2 ante el Barça en la <i>Champions </i>la pasada temporada.
Mourinho habla con Cristiano en el 0-2 ante el Barça en la Champions la pasada temporada.ULY MARTÍN

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Sobre la firma

Diego Torres
Es licenciado en Derecho, máster en Periodismo por la UAM, especializado en información de Deportes desde que comenzó a trabajar para El País en el verano de 1997. Ha cubierto cinco Juegos Olímpicos, cinco Mundiales de Fútbol y seis Eurocopas.
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