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Reportaje:Ciclismo

El "error" de Contador

La victoria de Luis León en la París-Niza libera al de Pinto de la etiqueta de invencible

Carlos Arribas

Alberto Contador fue el mejor contrarreloj; fue el mejor, con diferencia, en la montaña, y no ganó la París-Niza. Fue el más arrojado, el más valiente, el más espectacular. Convirtió la carrera del sol en una película apasionante en ocho entregas, lució un talento único y terminó cuarto. Ganó la primera carrera importante del año un joven de su generación, aunque un año menor. Otro español, Luis León Sánchez Gil, que corrió con más inteligencia, mejor dirigido y arropado por un equipo más sólido. Se acaba así, inesperadamente, un mito, el de la invencibilidad de Contador, el chico con dos marcas de moreno en los brazos, en las carreras por etapas: había ganado todas en las que participó desde la Vuelta a Castilla y León de 2008: País Vasco, Giro, Vuelta, Algarve...

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"Se ha dado cuenta, por fin, de que ganar no es fácil. Y ha sido bueno que no ganara porque tampoco hay que pensar que se puede ganar todo", dice Johan Bruyneel, el manager de su equipo, el Astana, quien no ha estado en la carrera y se ha comunicado con su corredor vía SMS; "si eres el único favorito en todas las carreras, lo primero que piensan los demás es hacerte perder. Y eso es muy difícil de llevar para él y para el equipo".

Bruyneel acepta que el Astana de la París-Niza no era un equipo fuerte, más bien "un equipo debilitado", sin capacidad para apoyar a Contador, pero cree también que su líder perdió la carrera él solo en la etapa del viernes, que acabó con una tremenda pájara, incapaz de seguir la rueda del pelotón. "Fue un error suyo. Sólo tenía que estar atento a Luis León, pero se cebó con todos. No dejaba moverse a nadie. Y eso no tiene que decírselo nadie desde el coche, lo tiene que saber él", dice el director que guió a Lance Armstrong a sus siete Tours. "Hay que saber que cualquier esfuerzo se paga. Ahora mismo es el mejor del mundo para carreras por etapas, pero no puede quedarse en una nube. Debe saber que hay más corredores y más equipos con intereses y aspiraciones".

"Se ha dado peor de lo que me habría gustado", dijo Contador, quien no se comunica con twitter, después de la pájara del sábado, del error de cálculo -gastó más gasolina que la que cargaba en el depósito- que le costó la victoria, "pero estoy contento por cómo ha ido la cosa tanto en la montaña como en la contrarreloj. Ahora, a recuperarme lo mejor que pueda, pero estoy muy animado". Contador se despidió a su manera de la carrera francesa que no pudo volver a ganar, con un ataque lejano e imposible. Un ataque de rabia y honor que hizo que Armstrong, en su twitter, alabara sus agallas de la misma manera que la víspera había recordado al de Pinto que aún tiene mucho que aprender; una fuga lejana que mantuvo a la afición pegada al televisor y que acabó muriendo en el descenso del col d'Èze -el patio de Sevilla de Contador, los recuerdos de su infancia como ciclista profesional- de la misma enfermedad que le afectó toda la semana, de soledad. Contador entiende el ciclismo a la antigua, como una disciplina que libra cuerpo a cuerpo, una pelea cotidiana por la victoria. Bajando, le alcanzaron Toni Colom, el bullicioso mallorquín que a veces logra conjugar su estado mental con su poderío físico, y Frank Schleck, quienes, después de ayudar a Luis León a mantener controlada la fuga, se fueron a ganar la etapa en el paseo de los Ingleses. Se impuso Colom, el mismo que le ganó a Contador una etapa en el Algarve, el mismo que el año pasado trabajó para el de Pinto en el Giro.

José Miguel Echávarri, el hombre que guió a Indurain y que sentó las bases de la filosofía ciclista que empapa al Caisse d'Epargne, el equipo de Luis León, suele recordar que él siempre quiso que sus corredores se parecieran a Anquetil, un gran corazón y una calculadora por cabeza. "No sería espectacular, pero supo trabajarse un gran palmarés: cinco Tours, dos Giros, una Vuelta...", dice Echávarri. Y también, que cultivaran la amistad en el pelotón; que, si lo que les interesaba era ganar la general, dejaran a otros las etapas, que nunca se sabía cuándo iban a necesitar su ayuda.

Luis León Sánchez, líder de amarillo, y Contador se saludan antes de la salida de la etapa de ayer.
Luis León Sánchez, líder de amarillo, y Contador se saludan antes de la salida de la etapa de ayer.AFP

Un león para el vencedor

Pocas veces un trofeo de ganador cuadra tan bien con el recipiendario. A Luis León Sánchez -todos los hermanos, Pedro León, futbolista del Valladolid; León León, que murió en un accidente; Antonio León, que va para futbolista también, llevan León de segundo nombre en homenaje al abuelo León, todo un león- en el podio le dieron, como a los ganadores del Tour, un león de peluche, mascota del banco patrocinador. Y el león de Mula lo cogió, lo besó con cariño, se emocionó.

"Es un sueño", dijo, poco original, el tercer español que gana la París-Niza, un hombre de pocas palabras, como el primer ganador, Miguel Indurain, que también tenía 25 años la primera vez que lo logró (en 1989; repitió en 1990) y con el que comparte el perfil de corredor grande. Como el otro español que ha ganado la París-Niza, Alberto Contador, en 2007, también ha ganado el Tour, la conclusión debería ser obvia: otro león de peluche, pero en julio, en París. "Está bien la comparación con Indurain, pero es exagerada", matizó; "él ha ganado cinco Tours y yo me conformaría con ganar uno dentro de unos años".

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Sobre la firma

Carlos Arribas
Periodista de EL PAÍS desde 1990. Cubre regularmente los Juegos Olímpicos, las principales competiciones de ciclismo y atletismo y las noticias de dopaje.

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