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La primera crisis del euro

El BCE mantiene la deuda griega como garantía de liquidez

La decisión supone dar un balón de oxígeno al país

Europa sigue sin Gobierno. Tiene a Alemania, tiene a Francia, tiene un formidable grupo de edificios en el centro de Bruselas, tiene innumerables principios de acuerdo plagados de buenas intenciones y, sin embargo, no es capaz de terminar de un plumazo con la ceremonia de confusión en la que se ha convertido la crisis griega. Pero al menos tiene un banco central. Jean-Claude Trichet, presidente del Banco Central Europeo (BCE), lanzó ayer el que hasta ahora es el único plan de rescate inmediato, firme, negro sobre blanco, sin necesidad de esperar más pactos, de cerrar cifras, de poner de acuerdo al eje franco-alemán.

Trichet anunció que el BCE seguirá aceptando la deuda griega en las subastas de liquidez aunque las agencias de calificación crediticia sigan rebajando el rating de Grecia. Y dio así un balón de oxígeno fundamental a los bancos que compraron deuda griega, y al propio Gobierno heleno, que debe seguir endeudándose a toda velocidad y que corría el riesgo de encontrarse sin comprador para todo ese papel.

La medida tuvo un efecto inmediato en las Bolsas y el mercado de bonos
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Se trata de una decisión trascendental para el devenir de los mercados, y que Trichet hizo coincidir deliberadamente con la cumbre de Bruselas y la amenaza de tormenta por las dificultades para cerrar una solución para Grecia. Eso sí, todo lo relacionado con el BCE es tan difícil de descifrar como un jeroglífico egipcio: "El consejo de gobierno del BCE tiene intención de mantener el umbral mínimo en el marco colateral a nivel BBB- más allá del fin de 2010", aseguró Trichet ante la Eurocámara. Traducción bastarda: los mercados pueden respirar tranquilos. El eurobanco aceptará la deuda griega pase lo que pase al menos hasta el próximo año.

Las subastas de liquidez son una forma de dar crédito a los bancos. Las entidades acuden a la ventanilla del banco central en busca de dinero fresco, y a cambio dejan activos como garantía. Las hipotecas basura estadounidenses secaron la liquidez internacional y obligaron al BCE a aplicar medidas excepcionales: a aceptar como contrapartida todo tipo de activos, incluso deuda BBB-, una nota muy baja que supone probabilidad de impago.

El Eurobanco tenía previsto retirar esa medida a finales de año y aceptar sólo deuda de buena calidad. Standard & Poor's y Fitch han rebajado ya a Grecia al escalón B; sólo Moody's mantiene la A para Atenas. Las previsibles nuevas rebajas habrían dejado fuera de juego la deuda griega en apenas unos meses. Grecia no hubiera encontrado compradores para sus emisiones. Eso podía condenar al Gobierno de Papandreu a una suspensión de pagos.

Pero el cambio de reglas de juego del BCE da cierta holgura a Atenas: Moody's tendría que bajar cinco veces la nota -tres en el caso de S&P y Fitch- para que la deuda griega no pudiera usarse en la ventanilla del BCE. Se soluciona así uno de los cuellos de botella que presionaban al Ejecutivo griego, y a los bancos -destacan los franceses, los británicos y los alemanes- que concentran en sus balances grandes cantidades de deuda griega.

La medida tuvo un efecto inmediato: las Bolsas europeas subieron a toda velocidad y la deuda griega -muy presionada en las últimas semanas- redujo notablemente su prima de riesgo con la alemana. Aunque hay más nubes en el horizonte: China, primer comprador mundial de deuda pública, aseguró -en boca del vicepresidente de su banco central, Zhu Min- que la crisis griega es sólo "la punta del iceberg". Italia y España son los dos países que despiertan más dudas en China.

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